Repensar la igualdad de género en la universidad venezolana
Las mujeres tienen aún baja representación en la ocupación de posiciones de mayor jerarquía en el ámbito académico y científico
Por Daissy Marcano, consultora del PNUD.
A pesar de los avances en el acceso de mujeres a los estudios universitarios en las últimas décadas y las leyes relativas a lograr la igualdad entre sexos, aún en el S. XXI permanecen desigualdades sobre los derechos sociales de las mujeres en las regiones del mundo. Es el caso de la inequidad de las mujeres en el ascenso al poder académico.
La progresiva feminización de la matrícula estudiantil en la educación universitaria es una realidad presente en toda América Latina. Situación a la cual no escapa Venezuela, donde a lo largo de las últimas 3 décadas el porcentaje de mujeres en este nivel se ha mantenido por encima del 55%, alcanzando en 2018 un 65%.
Asimismo, la cantidad de mujeres egresadas predomina sobre el de los hombres. Esta situación se traduce en una mayor participación de mujeres en la planta de docentes-investigadores en las instituciones universitarias. Aunque estos datos son ventajosos, aún existen brechas de género relacionadas a la presencia de mujeres en determinadas carreras universitarias. Esto la existencia de una segregación horizontal por sexo en los estudiantes y docentes de las instituciones universitarias, reflejada en la existencia de lo que se han llamado “territorios femeninos” -ciencias de la educación, ciencias sociales, humanidades, letras y artes- y “Territorios masculinos” -ciencias básicas, del agro y del mar, ingenierías, arquitectura y tecnología-. No obstante, en los últimos años, se observa ya una tendencia progresiva a la feminización de la matrícula y de egresados en las áreas consideradas “territorio masculino”.
Algunos datos ilustran esta situación. Desde su creación en 2002, el Ministerio de Educación Universitaria ha tenido 12 ministros y solo una ministra. De las 79 universidades que existen en todo el territorio nacional solo un 20% de mujeres ocupadas el cargo rectoral. En las 5 universidades no experimentales -UCV, ULA, UC, LUZ y UDO- la presencia de mujeres en los cargos de alta dirección universitaria ha sido casi nula. Aún más, de 227 rectores que han tenido estas universidades solo 6 han sido mujeres (2,5%), tres de las cuales ejercen el cargo en la actualidad (Marcano, 2020).
El obstáculo invisible denominado “techo de cristal” observado en el ascenso de mujeres en su carrera profesional, que les impide avanzar a la par de los hombres en las jerarquías organizacionales, se constató también en el extinto Programa de Promoción del Investigador (1990-2009 ) del Ministerio de Ciencia y Tecnología. A los niveles superiores de clasificación, ya pesar del constante aumento en la participación femenina, las mujeres que alcanzaron el mayor nivel fueron siempre menor que el número de hombres.
Está claro que no basta que las mujeres tengan acceso a la educación, a la investigación ya la docencia universitaria. Parece necesario que se estimule su participación a todos los niveles de la academia, en especial a los puestos de toma de decisión.
A pesar de los avances en el acceso de mujeres a los estudios universitarios en las últimas décadas y las leyes relativas a lograr la igualdad entre sexos, aún en el S. XXI permanecen desigualdades sobre los derechos sociales de las mujeres en las regiones del mundo. Es el caso de la inequidad de las mujeres en el ascenso al poder académico.
La progresiva feminización de la matrícula estudiantil en la educación universitaria es una realidad presente en toda América Latina. Situación a la cual no escapa Venezuela, donde a lo largo de las últimas 3 décadas el porcentaje de mujeres en este nivel se ha mantenido por encima del 55%, alcanzando en 2018 un 65%.
Asimismo, la cantidad de mujeres egresadas predomina sobre el de los hombres. Esta situación se traduce en una mayor participación de mujeres en la planta de docentes-investigadores en las instituciones universitarias. Aunque estos datos son ventajosos, aún existen brechas de género relacionadas a la presencia de mujeres en determinadas carreras universitarias. Esto la existencia de una segregación horizontal por sexo en los estudiantes y docentes de las instituciones universitarias, reflejada en la existencia de lo que se han llamado “territorios femeninos” -ciencias de la educación, ciencias sociales, humanidades, letras y artes- y “Territorios masculinos” -ciencias básicas, del agro y del mar, ingenierías, arquitectura y tecnología-. No obstante, en los últimos años, se observa ya una tendencia progresiva a la feminización de la matrícula y de egresados en las áreas consideradas “territorio masculino”.
Como se puede ver, a pesar de que las mujeres alcanzan grados universitarios en mayor número que los hombres, -representan cerca del 50% de los docentes universitarios y alcanzan el máximo escalafón universitario en mayor proporción que los hombres-, las mujeres tienen aún baja representación en la ocupación de posiciones de mayor jerarquía en el ámbito académico y científico.
Algunos datos ilustran esta situación. Desde su creación en 2002, el Ministerio de Educación Universitaria ha tenido 12 ministros y solo una ministra. De las 79 universidades que existen en todo el territorio nacional solo un 20% de mujeres ocupadas el cargo rectoral. En las 5 universidades no experimentales -UCV, ULA, UC, LUZ y UDO- la presencia de mujeres en los cargos de alta dirección universitaria ha sido casi nula. Aún más, de 227 rectores que han tenido estas universidades solo 6 han sido mujeres (2,5%), tres de las cuales ejercen el cargo en la actualidad (Marcano, 2020).
El obstáculo invisible denominado “techo de cristal” observado en el ascenso de mujeres en su carrera profesional, que les impide avanzar a la par de los hombres en las jerarquías organizacionales, se constató también en el extinto Programa de Promoción del Investigador (1990-2009 ) del Ministerio de Ciencia y Tecnología. A los niveles superiores de clasificación, ya pesar del constante aumento en la participación femenina, las mujeres que alcanzaron el mayor nivel fueron siempre menor que el número de hombres.
Está claro que no basta que las mujeres tengan acceso a la educación, a la investigación ya la docencia universitaria. Parece necesario que se estimule su participación a todos los niveles de la academia, en especial a los puestos de toma de decisión.
En el marco del 75 aniversario de la organización de las Naciones Unidas es imprescindible que los estudios de género vinculados al quehacer universitario se profundicen, a los fines de dilucidar los mecanismos encubiertos de desigualdad de género presentes en las instituciones universitarias.
- Daissy Marcano. Más de 20 años de experiencia en el análisis de información y construcción de indicadores relacionados con el sistema universitario venezolano desde la perspectiva de género. Egresada de la Universidad Central de Venezuela. PhD de la Universidad de Londres. Consultora del PNUD.
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