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Las luces lejanas

Michael Jackson, Steve Porcaro y Quincy Jones protagonizan en la década de los 80 un momento estelar para la música contemporánea. Se vivió en los estudios Westlake Recording. Por Eduardo Porretti

  • ESPECIAL PARA EL UNIVERSAL

23/05/2020 02:30 pm

Eduardo Porretti

Estamos en 1981. Saliendo de su clase de 1er grado, una niña de 5 años de edad -hija del tecladista Steve Porcaro- recibe un empujón por parte de un compañerito en la puerta de su escuela en California. Visiblemente molesta, al llegar a su casa cuenta lo sucedido. Su padre escucha con atención la historia e, intentando explicar la absurda conducta del compañerito, sólo atina a decirle a su hija que probablemente se trate de la naturaleza humana.

Porcaro, fundador de la banda Toto, se queda pensando y –en el tiempo libre de la grabación del célebre álbum África- hace una canción reflejando esa historia. Un año más tarde, Porcaro -quien ya había sido músico de sesión de Yes y Jefferson Airplane- está colaborando con la grabación del mítico álbum Thriller de Michael Jackson. 

La música está siendo grabada en unos casetes que tienen una etiqueta con cada canción. Pero las canciones se acumulan hasta que se quedan sin cintas. Entonces, Porcaro les presta un casete traído de su casa que usan para grabar del lado virgen.

Pero el aparato reproductor de los estudios Westlake Recording en West Hollywood está en modo auto reversa, así que cuando termina de reproducir lo grabado ese día empieza a sonar lo que estaba grabado, inadvertidamente, en el otro lado. Entonces, el delicado coro y los sorpresivos cambios de tonalidad de naturaleza humana inundan la sala de grabación. 


El productor Quincy Jones siente un escalofrío y pide silencio. Al terminar la canción, se pone de pie, sale del estudio y marca el número telefónico de John Bettis, el mítico letrista de la música pop estadounidense.

La letra es retocada hasta reflejar la perplejidad de la vida urbana, la pulsión por la vida y la necesidad de estar en contacto con otros. 


La canción es atravesada por el tempo de la voz de Michael Jackson, quien le imprime un lirismo que aumenta la profundidad de las preguntas. 

El protagonista de la historia mira las luces de la ciudad y se siente atrapado por no poder salir de su casa. Quiere entrar en contacto con las personas, pero se siente observado por la vigilancia electrónica. No sabe qué hacer, su naturaleza humana se rebela.

Looking out, across the nighttime
The city winks a sleepless eye
Hear her voice, shake my window
Sweet seducing sighs
Get me out, into the nighttime
Four walls won't hold me tonight
Reaching out to touch a stranger.
Electric eyes are everywhere.
If they say why (why?), why (why?)
Tell them that it's human nature.


Lanzada al público el 3 de julio de 1983, la canción logra un éxito internacional inmediato. Los críticos se rinden ante la belleza de la balada. Los adjetivos se suceden: golpe maestro e hito en la historia del R&B. 

Un crítico del New York Times afirma que la melodía es tan melancólica como obsesiva, con un coro irresistible. La revista Slant asegura que es la mejor composición de un álbum lleno de hits y que será recordada a través de la historia. La Rolling Stone dice que la frágil belleza de la canción está, al mismo tiempo, llena de coraje.

Grabada en 1982, la canción Human Nature refleja la profunda sensibilidad de algunos artistas sobre la condición humana. Pero reproducida en 2020, en medio de una pandemia que cambiará la vida humana de un modo inesperado, la canción logra una actualidad alarmante. 

Ante tanta perplejidad, sugiero imitar a Quincy Jones, pedir silencio, escuchar la inasible melodía de Steve Porcaro y –mientras miramos las lejanas luces de la ciudad- preguntarnos por nuestra propia naturaleza humana.





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