Truss congela precios de la energía y pone fin de una moratoria a la fractura hidráulica
Las empresas e instituciones como las escuelas y hospitales recibirán por su parte una "ayuda equivalente durante seis meses"
Londres.- La nueva primera ministra británica, Liz Truss, anunció el jueves sus medidas contra la crisis energética, que incluyen congelación de precios durante dos años para los hogares, fin de una moratoria a la fractura hidráulica y reexaminar los objetivos climáticos del Reino Unido.
La congelación de precios representará un ahorro de unas 1.000 libras (1.150 dólares) al año para un hogar medio, en comparación con la subida de 80% del tope tarifario que estaba prevista el 1 de octubre, precisó Truss en el parlamento dos días después de su nombramiento en reemplazo de Boris Johnson.
Las empresas e instituciones como las escuelas y hospitales recibirán por su parte una "ayuda equivalente durante seis meses", precisó ante unos diputados que la interrumpieron en repetidas ocasiones durante su intervención.
"Es el momento de ser audaz. Nos enfrentamos a una crisis energética (...) y estas intervenciones tendrán un coste", advirtió sin embargo, después de haber eludido la víspera preguntas de la oposición sobre cómo piensa financiar unas políticas que se encaminan a engordar la ya muy abultada deuda pública británica.
El gobierno pagará a las empresas energéticas la diferencia de precios, precisó, sin dar una cifra de cuánto puede costar al erario público, a la espera de que su nuevo ministro de Finanzas, Kwasi Kwarteng, presente este mes un presupuesto.
Trayectoria hacia la neutralidad de carbono
Truss, exejecutiva del gigante petrolero Shell, que durante su campaña para convertirse en nueva líder del Partido Conservador defendió políticas ultraliberales, se ha declarado férreamente en contra de aplicar más impuestos a las compañías energéticas para ayudar a los hogares.
Las medidas que anunció el miércoles incluyen también suprimir temporalmente los impuestos sobre la energía destinados a financiar la transición hacia la neutralidad de carbono, que el Reino Unido se había comprometido a alcanzar en 2050 con una trayectoria que Truss dijo querer reexaminar.
Asegurando estar "totalmente comprometida" con la idea de alcanzar cero emisiones netas de CO2 en esa fecha, la nueva primera ministra explicó querer asegurarse de que no suponga una carga excesiva para las empresas y los consumidores.
Truss no precisó tampoco cuánto costará el paquete total, que varios medios británicos estimaron en 150.000 millones de libras.
Esta cifra es más del doble que los 70.000 millones de libras que se gastaron para pagar los sueldos de los empleados que se quedaron sin trabajo durante los confinamientos por la pandemia.
También supone un cambio drástico respecto a la campaña de Truss, que calificó las ayudas públicas de "apósito" inútil para resolver los problemas de fondo.
La jefa de gobierno y el nuevo ministro de Finanzas aseguraron que, pese a su costo, esta política tendrá "beneficios sustanciales" para una economía británica al borde de la recesión, con una inflación ya superior al 10% que debería alcanzar el 14% a finales de año.
Truss y Kwarteng aseguraron en un comunicado que las nuevas medidas reducirán la inflación entre cuatro y cinco puntos porcentuales.
La primera ministra anunció también un incremento de las licencias para la extracción de petróleo y gas en el Mar del Norte y el fin de una moratoria sobre la fracturación hidráulica, un controvertido método de extracción de combustibles fósiles que estaba hasta ahora prohibido en el Reino Unido.
Se impulsará asimismo la construcción de centrales nucleares y la producción de energía renovable.
"Décadas de pensamientos a corto plazo en materia de energía" y la incapacidad de asegurar su suministro hicieron al Reino Unido, que depende en gran medida de la importación de gas para cubrir sus necesidades energéticas, vulnerable a las crisis de precios, denunció Truss.
La congelación de precios representará un ahorro de unas 1.000 libras (1.150 dólares) al año para un hogar medio, en comparación con la subida de 80% del tope tarifario que estaba prevista el 1 de octubre, precisó Truss en el parlamento dos días después de su nombramiento en reemplazo de Boris Johnson.
Las empresas e instituciones como las escuelas y hospitales recibirán por su parte una "ayuda equivalente durante seis meses", precisó ante unos diputados que la interrumpieron en repetidas ocasiones durante su intervención.
"Es el momento de ser audaz. Nos enfrentamos a una crisis energética (...) y estas intervenciones tendrán un coste", advirtió sin embargo, después de haber eludido la víspera preguntas de la oposición sobre cómo piensa financiar unas políticas que se encaminan a engordar la ya muy abultada deuda pública británica.
El gobierno pagará a las empresas energéticas la diferencia de precios, precisó, sin dar una cifra de cuánto puede costar al erario público, a la espera de que su nuevo ministro de Finanzas, Kwasi Kwarteng, presente este mes un presupuesto.
Trayectoria hacia la neutralidad de carbono
Truss, exejecutiva del gigante petrolero Shell, que durante su campaña para convertirse en nueva líder del Partido Conservador defendió políticas ultraliberales, se ha declarado férreamente en contra de aplicar más impuestos a las compañías energéticas para ayudar a los hogares.
Las medidas que anunció el miércoles incluyen también suprimir temporalmente los impuestos sobre la energía destinados a financiar la transición hacia la neutralidad de carbono, que el Reino Unido se había comprometido a alcanzar en 2050 con una trayectoria que Truss dijo querer reexaminar.
Asegurando estar "totalmente comprometida" con la idea de alcanzar cero emisiones netas de CO2 en esa fecha, la nueva primera ministra explicó querer asegurarse de que no suponga una carga excesiva para las empresas y los consumidores.
Truss no precisó tampoco cuánto costará el paquete total, que varios medios británicos estimaron en 150.000 millones de libras.
Esta cifra es más del doble que los 70.000 millones de libras que se gastaron para pagar los sueldos de los empleados que se quedaron sin trabajo durante los confinamientos por la pandemia.
También supone un cambio drástico respecto a la campaña de Truss, que calificó las ayudas públicas de "apósito" inútil para resolver los problemas de fondo.
La jefa de gobierno y el nuevo ministro de Finanzas aseguraron que, pese a su costo, esta política tendrá "beneficios sustanciales" para una economía británica al borde de la recesión, con una inflación ya superior al 10% que debería alcanzar el 14% a finales de año.
Truss y Kwarteng aseguraron en un comunicado que las nuevas medidas reducirán la inflación entre cuatro y cinco puntos porcentuales.
La primera ministra anunció también un incremento de las licencias para la extracción de petróleo y gas en el Mar del Norte y el fin de una moratoria sobre la fracturación hidráulica, un controvertido método de extracción de combustibles fósiles que estaba hasta ahora prohibido en el Reino Unido.
Se impulsará asimismo la construcción de centrales nucleares y la producción de energía renovable.
"Décadas de pensamientos a corto plazo en materia de energía" y la incapacidad de asegurar su suministro hicieron al Reino Unido, que depende en gran medida de la importación de gas para cubrir sus necesidades energéticas, vulnerable a las crisis de precios, denunció Truss.
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