El Arco Musical de Abreu
LUIS UGALDE. Esta “revolución” fue una ilusión construida sobre mentiras atractivas: somos un país riquísimo con las mayores reservas mundiales de petróleo, y los millones de venezolanos empobrecidos saldrán de la cárcel de su indigencia si aclaman al mesías distribuidor de esa fabulosa riqueza y castigador con su brazo militar de los ladrones que los despojaron de su herencia minera.
LUIS UGALDE
Esta
“revolución” fue una ilusión construida sobre mentiras atractivas: somos un
país riquísimo con las mayores reservas mundiales de petróleo, y los millones
de venezolanos empobrecidos saldrán de la cárcel de su indigencia si aclaman al
mesías distribuidor de esa fabulosa riqueza y castigador con su brazo militar
de los ladrones que los despojaron de su herencia minera. Para pasar de la
pobreza a la riqueza no hace falta cambiar, ni
aumentar la productividad, sino extender la mano para recibir. Esta promesa
llevó al ciego seguimiento ilusionado y al consiguiente inevitable fracaso. Promesa
que llegó a los bolsillos, con los precios petroleros multiplicados por 10.
Nada de ahorrar en fondos de inversión, ni de sembrar para producir futuras
cosechas, ni mejorar la educación y el mantenimiento. Basta repartir,
improvisando el corrupto programa de “Bolívar 2000”, decenas de misiones y corruptos negocios
multimillonarios en dólares. Tenemos dólares ilimitados y haremos de la
importación el negocio más lucrativo, dejando la producción nacional en quiebra.
Para eso daremos a los amigos y socios millones de dólares a 10 bolívares de
los que ellos destinarán una parte a importar y venderán la otra mitad a más de 100.000 bs/$;
no hay negocio en el mundo que se le iguale. Así convirtieron a Venezuela en el
mayor monumento mundial de lo que no se debe hacer.
Los
países caen en locuras porque hay propensión heredada a escuchar lo que se
quiere oír. En la mal llamada “cuarta república” está la madre de la quinta: el cuento de país petrolero
riquísimo con renta inagotable. Creencia que estaba ya en millones de venezolanos
pobres y ricos. La gente baila la música que le gusta.
En
esta hora venezolana de catástrofe nacional y miseria y con la industria
petrolera hundida, la sorprendente “inteligencia militar” inventa de nuevo la
genialidad de que somos el país más rico porque ahora, además del petróleo
infinito, tenemos 111.843 kilómetros cuadrados (mayor que media docena de
países europeos juntos) de “arco minero” con fabulosas reservas de oro, coltan,
esmeraldas… Vienen con el cuento de que ya vienen los compradores de mineral a
enriquecernos y esta vez todo irá bien, pues lo garantiza una reducida casta
militar que, de espaldas a su juramento
patrio, se enriquecerá para bien de todos.
Pero
no toda Venezuela es ciega y encandilada. Entre estos sobresale José Antonio
Abreu que en los días de Semana Santa se nos fue calladamente, luego de unos
años de silencio. Genio de talla mundial a quien su fe cristiana vivida y su estudio
le llevaron a descubrir que la riqueza y valía están dentro de uno. Excepcional
estudiante y profesor de primera en su Universidad Católica, discípulo y amigo
de los jesuitas Vélaz, guía espiritual, y Pernaut, inspirador económico. La
genialidad de Abreu no estuvo en su talento musical, sino en su método para estimular el talento de millones de niños y jóvenes venezolanos, sacar su riqueza
interior y ponerla a valer de la mano de la música, construyendo un sistema. Rompiendo
prejuicios (la música clásica no es para la salsa caribeña, sino para alemanes,
centroeuropeos, salones palaciegos y minorías selectas). Llevó a desarrollar políticas públicas con presupuestos
nacionales que desarrollen en todos los rincones miles de “taladros” para extraer el talento a través de la música. Que los
jóvenes se sorprendan y disfruten al descubrir el tesoro que pueden sacar de sí
mismos, que descubran su dignidad y el secreto de pasar de indigente a
talentoso productor.
En
el año 2004, la UCAB le otorgó el Doctorado Honoris Causa en Educación, a su
destacadísimo egresado economista J.A. Abreu. En ese momento resaltamos su
condición de Maestro educador, guía para una política de Estado (no de partido,
como lo han querido hacer, apropiándose de quien trabajó para todos) para
enseñar a cualquier joven a descubrir la alegría de su talento puesto al
servicio de la totalidad. En el
acto del doctorado como Rector de la UCAB decíamos: “Un maestro, un educador,
necesita algunas cualidades que resaltan de manera excepcional en Abreu. Quiero
mencionar solo tres:
“Una
inquebrantable fe en la dignidad y en el talento humano,
oculto y latente en los jóvenes y en los niños. Si nadie cree en ellos, jamás se
desarrollarán esos talentos. Al maestro Abreu, su fe cristiana le lleva a una
fe en la vocación y potencialidades ilimitadas de cada persona y a brindarle oportunidades para que las
descubra y desarrolle. Justamente una de las causas del empobrecimiento de
Venezuela, y de muchos males que de ahí se derivan, es que se ha puesto más
confianza en el dólar adicional por barril de petróleo que en el talento oculto
de millones de jóvenes y niños, hoy carentes de verdaderas oportunidades.
“La segunda gran virtud y secreto del éxito es su
tenacidad, capaz de vencer todos los obstáculos. Solo así es posible
mostrar una obra tan amplia y exitosa, en terrenos que no estaban previamente
abonados.
La
tercera cualidad que quisiéramos tomar de Abreu es
su vocación de formador de formadores. Él es un inspirador que
multiplica discípulos, porque sabe que a todos nos viene bien el don curativo
de su movimiento musical y tiene el arte de contagiar su entusiasmo.
“Fe en
el talento humano de jóvenes y niños con frecuencia carentes
de recursos y en ambientes hostiles para la elevación humana; tenacidad y formación de formadores: son tres
cualidades que la Universidad quisiera recalcar e imitar de este inspirador que
arrastra y multiplica discípulos”.
“No hay
buen maestro sin buenos discípulos. Hoy tenemos con nosotros a Abreu y a muchos
de sus colaboradores a quienes extendemos nuestra cordial felicitación”.
Catorce años después es aún más clamorosa la
enseñanza imperecedera del Maestro Abreu.