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Roba, pero hace

La corrupción es un problema social que afecta personal y socialmente a todo el hecho económico, es decir, afecta el intercambio en el trabajo, la producción, la distribución, la renta, la propiedad, etc...

  • SADCIDI ZERPA DE HURTADO

11/10/2021 05:00 am

La toleración hacia la corrupción se ha convertido en un fin necesario para la ética pública, que modifica la democracia sobre prácticas institucionales en los que el trabajo formal pierde prestigio y el salario deja de ser tal, en consecuencia, la corrupción se convierte en la fuente de satisfacción y riqueza porque reconoce públicamente que no existe justicia sino bienestar.

En la economía utilitarista el precio representa la principal fuente de beneficio, el precio es el valor de todo, y ello expresa la posibilidad real de producir lógicas económicas cuyos resultados se traducen en vidas públicas y privadas, cargadas de la ceguera moral que se consolida con la tolerancia a la corrupción, haciéndose muy popular la frase “roba, pero hace”.

La corrupción es un problema social que afecta personal y socialmente a todo el hecho económico, es decir, afecta el intercambio en el trabajo, la producción, la distribución, la renta, la propiedad, etc., ello unido a la incapacidad del sistema político para satisfacer las expectativas mínimas de los individuos, las empresas y el propio gobierno, genera un orden social en el que es posible desarrollarse solo a nivel de amenazas, por tanto -- déjame robar para que pueda seguir haciendo algo por ti, persona pobre --.

A este nivel, la corrupción se convierte en la fuente de la economía de la supervivencia, que se mantiene en el tiempo porque logra fusionar la legalidad con la ilegalidad. De esta manera, el apetito voraz que se establece por parte del administrador del poder en el Estado, transgrede la despenalización del crimen de robar, porque reduce la corrupción a sincerar o no las cuentas, bajo el concepto de la transparencia. La transparencia no es contraria de la corrupción, lo contrario a la corrupción es sencillamente la probidad u honestidad. La transparencia es la estética o la óptica cuya función es la de recuperar la confianza pública en los dirigentes y en las instituciones para relegitimar la democracia. Algo contradictorio porque lo que menos necesita la transparencia es la confianza. La transparencia es confianza activa, es virtud, no es certeza. Por ello, la corrupción atacada con criterios de transparencia es como decirle al esposo -- oiga mijo yo confío en usted, pero prefiero conocer las claves para acceder a su correo electrónico, sus redes sociales y su teléfono--.

La transparencia no ataca la verdadera causa de la corrupción, porque no hace evidente el grave problema de la falta de virtud en honestidad, solo desea expresar la capacidad inteligente de vigilar mediante la coerción. Y para seguir en este orden de ideas, imaginen, una esposa feliz porque tomará café una tarde con sus amigas, mientras el esposo le dice -- si, que bueno que te vaya muy bien, pero, dónde vas a estar, sabes que los niños preguntan por ti --. Tanto en el caso de la esposa que desea tener las claves de acceso a las redes sociales, teléfono y correo electrónico, como el esposo que desea saber dónde estará su esposa con sus amigas, la transparencia se fija como certeza de la información que otro posee, expresando la degradación de la virtud hecha honestidad. En ambas situaciones se niega lo moral de las acciones, entonces, cuando el trabajo formal pierde prestigio y el salario deja de ser tal, y necesito satisfacer mi máximo bienestar y no lo mínimo de justicia, robar es la única y exclusiva fuente de la corrupción.

Por tanto, la corrupción es consecuencia de la estética de aquello que contrariamente no radica en la confianza ni en lo moral. La corrupción es producto de la incapacidad para reconocer que algo está mal a nivel personal, que algo no se está gestando como debería, que algo está satisfaciendo mis voraces necesidades a costa de otros, que además me convierte en ese algo que crítico, porque todos “roban, pero hacen”. La encrucijada de la reconstrucción de un país no es razón suficiente para reconocer que se debe esperar para cambiar algo en base a pensar que unos son buenos y otros son los malos. Al reconocer como algo bueno a la frase “roba, pero hace” se evidencia la nula capacidad racional para explicar y comprender que los reclamos sobre la corrupción nacen auténtica y verdaderamente del reconocimiento de la probidad u honestidad como única virtud.

@zerpasad
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