Inflación marca la ruta de los palmeros de Chacao
Los herederos de la tradición hacen de todo para cumplir con la promesa. A lo largo de más de dos siglos y con una terquedad que sortea infinidad de obstáculos han puesto su amor por este antiguo ritual muy por encima de todas las cosas
DELIA MENESES
Quienes suben desde niños al Ávila creen que la montaña se mueve sola, pues aunque permanece inmóvil, los senderos siempre son distintos. A los peñascos y caminos pedregosos que signan la ruta de ascenso al parque se suma esta vez los tropiezos económicos que marcan de sacrificios una tradición que tiene más de 240 años en la ciudad.
El grupo escorpión, al que pertenece Oswaldo Otaiza, llegó a barajar tres opciones: no integrar la caravana, reducir los integrantes o los días de estadía sino lograban recabar los insumos mínimos para el sustento en la montaña.
"Nos empezamos a organizar en diciembre pero la proyección de gastos se fue a las nubes. Aunque siempre se hace un aporte monetario, este año cada palmero está colocando adicionalmente un insumo o especia: harina de trigo, pasta, aliños. Los familiares de los niños también están aportando para la comida, cosa que antes no ocurría", explica Otaiza, quien subió al Ávila por primera vez a los 8 años y hoy tiene 48.
Aunque, asegura, no van tan cómodos como antes, agradece a Dios la posibilidad de estar en la montaña cumpliendo con la tradición que inició el padre José Mohedano en 1770. El sacerdote prometió ir a buscar hojas de palma si remitía la fiebre amarilla que asolaba Caracas y así evocar el recibimiento que tuvo Jesús en Jerusalén.
"La coyuntura nos obliga a ser creativos. Tenemos la harina pero con que nos vamos a comer la arepa. Cada grupo opera su logística. Uno de los palmeros trajo un paquete de pasta y una cabeza de ajo. Al final es un hecho solidario, a 1.800 metros de altura nos ayudamos todos, así como está ocurriendo ahora en el país", asegura Otaiza, quien es administrador de profesión.
Álvaro Porras es nieto putativo de "Ramón cara e' perro", antiguo palmero mayor. Como todos ellos tienen apodo, Porras considera un honor que el suyo sea "cara e' perrito". "Ramón me heredó en vida ese legado y asumí la responsabilidad hace ocho años. Esto es como una profesión, se es palmero los 365 días del año, uno vive para la montaña". Es esa suerte de devoción la que se impuso por encima de la carestía que viven muchos de los hogares de El Pedregal, de donde proceden la mayoría de los palmeros.
"Hemos hecho muchos sacrificios, dejar de comprar algo para la casa o sacarlo de la despensa para meterlo en el bolso. Es una tradición que no vamos a dejar de vivir por nada, lo importante es subir y hacer la encomienda", asegura Porras.
Los palmeros suben y bajan por Sabas Nieves (Nathalie Sayago)
Hay familias con cinco generaciones de palmeros como la de Marcos Gimón, por eso para él es tan importante transmitir a los jóvenes ese empeño de proteger la montaña y de defender la Ceroxylon Cerifum, nombre científico de la palma, cuya poda se realiza bajo estrictas normas para garantizar su preservación.
Los palmeros solo podan una hoja (la secundaria) por cada árbol y además deben hacerlo de una determinada manera y a una distancia específica de la base. Lo primero que le enseñan a los jóvenes es a limpiar la palma de la maleza y de las plantas parásitas.
Hoy, cuando se realice la tradicional misa de envío de los palmeros a las 5:00 de la tarde en la Iglesia San José de Chacao también se bendecirá el ascenso de 120 niños de entre 6 y 13 años. Los llamados palmeritos, que por su edad no acampan en la montaña sino en el Hotel Humboldt, recibirán charlas ambientales y de protección civil desde el jueves 22 hasta el sábado 24.
Cuando un familiar se responsabiliza por ellos, los niños pueden llegar hasta el corazón de la montaña, a uno de los dos sectores que habitan los palmeros durante tres días de cada año (La Cueva y Noteapures). Eleazar Méndez tiene 67 años y acumula 50 subiendo el cerro. Este miércoles se repetirá la escena de los últimos años pues recorrerá el Ávila con sus nietos que ya tienen 15 y 7 años.
"Esta es una promesa de fe que involucra a todo el pueblo de Chacao, por eso la cumplo", dice este árbitro de béisbol menor que asume el ascenso como un reto. "No es lo mismo estar corriendo detrás de un niño que subir el cerro con un morral que pesa 30 o 40 kilos, pero yo me siento bien".
Aníbal Hernández se estrenó como palmero a los 11 años cuando hizo el recorrido a escondidas con un vecino. Hoy es el tesorero de la asociación civil Palmeros de Chacao y sigue una tradición que iniciaron sus tíos y abuelos.
"Cómo no vincularse con el Ávila si El Pedregal está pegado a la montaña y nos beneficiamos de las bondades de sus quebradas", asegura Otaiza y agrega que el ritual de las palmas junta aspectos religiosos, ecológicos, sociales y culturales. En torno a ella se fortalecen los lazos familiares, se promueve el rescate de los valores y el intercambio cultural. No en vano, el pasado mes de febrero se suscribió un expediente para que la tradición de los Palmeros de Chacao, ícono de la Semana Santa del municipio, sea declarada por la Unesco Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Los amantes de la palma coinciden en que lo más importante de su labor es transmitir a los jóvenes el respeto por la montaña, enseñarles cómo convivir con ella sin perturbar o destruir lo que existe arriba. Es una experiencia de convivencia y hermandad, un peregrinaje animado "por un canto alegre de risas y rezos".
La vida a 1.800 metros de altura
- La faena en el corazón del Ávila es ardua. El día jueves cuando comienzan a podar las palmas se adentran a la montaña a las 7:00 a.m. y salen a las 4:00 p.m. Es un desgaste físico importante. Salen cansados y picados.
- Comen naranjas, hallaquitas, arepas, café, papelón con limón. Una vez en el campamento suelen cocinar pasta.
- En el morral no faltan suéteres y pasamontañas. El lugar más frío es la Cueva porque pasa una quebrada. En la noche las temperaturas son bajas y está prohibido hacer fogatas.
- La montaña tiene sus peligros. Deben protegerse de las serpientes mapanares y de las cuaimas. También de una planta engañosa llamada bambucillo pues el que se agarra de ella se corta. Año tras año los palmeros son visitados por cachicamos y araguatos.
- En la montaña se duerme poco. En las noches hablan, se escuchan historias y vivencias. También se hacen rezos.
- Una vez que escogen el árbol que será podado forman una escalera humana que puede ser hasta de quince personas y en cuya cúspide irá el cortador, que es el que sabe dónde y cómo hacer el corte.
- La zona donde crece la palma es un gran bosque nublado. Existen los que pueden medir más de veinte metros.
- En un principio fueron los peones de las haciendas los enviados a buscar las palmas, y hasta el día de hoy no se permite que suban mujeres.
- 700 hojas de palma es el número que, en promedio, entregan los palmeros a la parroquia de Chacao para el Domingo de Ramos.
- 200 palmeros, aproximadamente, integrarán el peregrinaje que comienza el miércoles 21 y culmina el sábado 24 hacia dos sectores del Ávila: la Cueva de los Palmeros y Noteapures. Otros pernoctarán en Los Venados.
Este año, la alcaldía de Chacao dedicó una semana a los Palmeros con actividades en la plaza Bolívar (Oswer Díaz Mireles)