Colombia: Dos dimensiones del conflicto
Se avanzó en La Habana y se puede avanzar de nuevo a favor de la paz
El anuncio de Iván Márquez representa un fuerte golpe al proceso de paz que se había iniciado en Colombia. Sin embargo, sería apresurado afirmar que se le ha puesto un punto final o que se está en un cuadro semejante al anterior a la firma de los acuerdos.
El reconocimiento mundial, la presencia en el Parlamento de exguerrilleros de las FARC, el debate público que se ha generado, así como la legitimación progresiva de la centroizquierda moderada como parte del sistema político le han perfilado un nuevo rostro a Colombia.
COLOMBIA MODERNA
La cultura política de la Colombia de hoy es distinta a la del tiempo de los acuerdos del primer diálogo de paz que dieron lugar a la creación de la Unión Patriótica, y que fueron anulados por la persecución y matanza de quienes se habían integrado a la vida política. En esta oportunidad hay mayores oportunidades y se pueden restablecer los compromisos.
A pesar del incumplimiento del Estado con los acuerdos, hoy existe una barrera más fuerte para contener una regresión y un exterminio, porque hay más conciencia ciudadana y nuevas mentalidades, porque hay expectativas de reconocimiento como país civilizado y porque tiene mayor peso una visión urbana y modernizadora.
También hay que tomar en cuenta la emergencia de nuevas fracciones en las elites dirigentes, vinculadas a las nuevas tecnologías, al sector industrial y al turismo, que no encajan en el marco anacrónico de los intereses derivados de las viejas relaciones de dominio rural y de la cultura del latifundio, ligada históricamente a la fuerza y al paramilitarismo.
CONFLICTO GEOPOLÍTICO
El impacto de la decisión de las FARC no se limita a la esfera nacional, sino que tiene una dimensión internacional, al constituirse en una variable adicional de la batalla geopolítica que se libra desde enero, dirigida a forzar un cambio de gobierno para reinsertar a Venezuela en el dispositivo geoestratégico occidental. Ya ha habido anuncios de posibles incursiones en territorio venezolano de militares colombianos, y Bogotá ha señalado que la guerrilla de ese país utiliza campamentos que funcionan en lado venezolano.
Aunque el planteamiento no es nuevo, ya que desde hace décadas es un punto presente en la agenda bilateral, ahora adquiere una nueva connotación en el marco de la disputa. Se ha dicho que "todas las opciones están sobre la mesa", por lo que es natural el temor a que las tensiones entre los dos países pueda ser la ocasión para una intervención militar extranjera en Venezuela. Ambas circunstancias, la necesidad de paz para Colombia y la necesidad de impedir una intervención militar en Venezuela, conducen a que se retomen las negociaciones de paz y se redimensionen los compromisos y los acuerdos. Ya se avanzó en La Habana, y se puede avanzar de nuevo.
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