Maruja Dagnino: "Aunque me guste la cocina, mi destino es escribir"
La periodista y escritora venezolana estará los próximos días en la Feria Internacional del Libro de Bogotá presentando "Los alimentos del deseo" editado por Artesano Group y Turner
DULCE MARÍA
RAMOS
ESPECIAL PARA EL UNIVERSAL
Desde niña, Maruja Dagnino sintió pasión por
la cocina y la escritura. En sus años como periodista gastronómica y su breve
paso como chef empezó a pensar en sus proyectos literarios, el primero fue Cocina sentimental (2007) y ahora Los alimentos del deseo (2017); este
último tardó diez años en salir a luz; sin embargo le ha dado grandes
satisfacciones entre ellas estar nominada en los Gourmand World Cookbook Awards
en las categorías de Historia de la Gastronomía y Escritura Gastronómica: “Es
un libro muy importante para mí, me ha transformado, me ha devuelto la fe en
mí, en el poder de mi imaginación que creía pérdida”, dice.
Como dato curioso, Los alimentos del deseo fue impreso en un barco chino, aunque su
impresión estuvo a punto de ser cancelada por los desnudos de obras pictóricas
que incluye el libro. En sus páginas, el lector irá de la mano de Dagnino por
una travesía erótica culinaria, además de tener las recetas de los chefs Sumito
Estévez, Montse Estruch, Tamara Rodríguez, Wendoly López y Betina Montagne.
Este año Maruja Dagnino junto a la poeta Gina
Saraceni, la escritora juvenil Nacarid Portal y la periodista Dulce María Ramos
representarán a Venezuela en la 31° de la Feria Internacional del Libro de
Bogotá, que se realizará del 17 de abril hasta el 2 de mayo.
-Los libros
que tocan o hablan del hecho gastronómico cada día toman más espacios. En su
caso, involucran lo erótico y la cocina.
-Más que un libro sobre cocina afrodisíaca es
un acercamiento erótico a la gastronomía. Trato de desentrañar la relación que
existe entre el comer y lo erótico, la relación que se produce entre alguien
que cocina y alguien que come lo que el otro cocina. Quería que el acercamiento
con los alimentos fuera desde la cultura, la literatura, de la historia del
arte, de la mitología tanto clásica como popular, de las crónicas de Indias.
Cuando hacía la investigación lo importante era que fuera tan inspirador, que
me permitiera escribir una historia bella sobre esos alimentos. Lo que a mí me
mueve y me apasiona en la vida es todo lo relacionado con la estética. Si
alguna aspiración tengo con el libro es que sea considerado literatura más que
periodismo.
-Su pasión por
la cocina empieza desde pequeña.
-Desde niña. Agarraba un banquito y me paraba
al lado de mi mamá en la cocina. La recuerdo con sus cuchillos preparando las
piezas de un "entrecantos" –¡qué nombre tan hermoso para un pedazo de
carne!–, su cordero a la menta o cuando a una cebolla le ponía un clavo de olor
para preparar un consomé; son detalles que hacen de la cocina una alquimia. Yo
decido estudiar cocina cuando probé un puré de patatas y no logré saber qué era
ese sabor hasta que me di cuenta que está preparado con una concha de mandarina
glaseada. En ese momento sentí emoción, una epifanía. Así que después del paro
petrolero, un poco agotada del periodismo, decidí estudiar cocina.
-Y si bien
inició su carrera como chef, lo abandona.
-Me cansé de esa visión pomposa de la cocina,
en la cual milité, sentí que quería hacer otra cosa, también sentía que no
tenía las mismas condiciones físicas que un cocinero de veinte años. Después me
invitaron a ser la editora de una revista, regresé al periodismo y me desvié.
Pero el paso por la escuela de la cocina de Sumito Estévez y Héctor Romero me
llevó a profundizar esa pasión, crecer intelectualmente en relación a lo que es
el hecho gastronómico. Y bueno, mi destino es escribir, aunque me guste cocinar
y lo disfrute.
-¿Siente admiración
por algún chef?
-Admiro a muchos, pero si debo nombrar a uno
es Ferran Adrià. Así como nouvelle cuisine, llevó el concepto de la cocina
fusión, Adrià tomó del arte y la arquitectura el término “decontrucción”; es
decir, convirtió la cocina en un arte conceptual. Deconstruir en la cocina es
tomar un plato tradicional y aislar sus ingredientes, cambiar sus texturas,
convertir lo dulce en salado y lo salado en dulce para a partir de allí llegar
de nuevo a ese plato tradicional.
-En su libro,
algunos alimentos que nombra, como la canela, el chocolate, el azafrán, han
inspirados poemas. ¿Qué poética puede ser una sapoara?
-Que en una ciudad pérdida en el oriente
venezolano, una cabeza tostada y pulverizada de una sapoara sirva para
conquistar a un hombre, no tiene nada de poético, pero sí es mágico. No es la
sapoara en sí, es lo que se cuenta.
-Y finalmente,
¿cómo es la ventana por donde mira Maruja Dagnino?