La sana distancia
Hay muchos expertos diciéndonos que habrá un gran cambio en la conducta humana, que difícilmente regresaremos a las prácticas de relacionamiento social de inicios del 2020
La circunstancia que vivimos con el Coronavirus nos obliga para la reflexión. El tiempo en casa, las restricciones en la comunicación directa, el cambio en las formas de relacionarnos, las expresiones de afecto del abrazo y del beso, a las que estábamos acostumbrados.
Hemos asimilado las medidas para mitigar el contagio del virus. Mientras, la comunidad científica, laboratorios y compañías farmacéuticas, siguen en la búsqueda para la solución para hacer frente a esta pandemia. Muchos expertos diciéndonos que habrá un gran cambio en la conducta humana, que difícilmente regresaremos a las prácticas de relacionamiento social de inicios del 2020.
Con las enfermedades endémicas, antes conocidas, los seres humanos nos manteníamos unidos como especie. Buscábamos fuera de nosotros el agente transmisor; el mosquito, el chipo, el perro por aquello de la rabia, etc. Solo la lepra marcaba distancia con un grupo bien identificado de personas que manifestaban claramente los síntomas.
En este caso la transmisión somos nosotros mismos. La recomendación de la "sana distancia" no se marca sólo para el pobre, para el trabajador sencillo, es para todos. Salvados de abrazos simulados, de besos sin sentido, vamos a estar obligados para la sinceridad a través de esta restricción.
Superar este momento, con avances en la existencia y el relacionamiento humano, será posible si nos comunicamos, con franqueza y enfrentamos juntos, la grave situación que vivimos en nuestras comunidades, en nuestras regiones, en nuestros países.
Es un gran contrasentido que alguien pueda usar la emergencia para destruirnos. Reitero es el momento de sumar en esfuerzo para construirnos, para levantarnos, para la solidaridad verdadera, y para planificar con esperanza el futuro.
Los que ejercemos el oficio de la política, los jóvenes y los grandes (es la buena manera de llamar a los mayores en México), debemos saber que el pueblo nuestro, nos observa y nos juzga en medio de sus dolores y carencias, desde la "sana distancia".
Hemos asimilado las medidas para mitigar el contagio del virus. Mientras, la comunidad científica, laboratorios y compañías farmacéuticas, siguen en la búsqueda para la solución para hacer frente a esta pandemia. Muchos expertos diciéndonos que habrá un gran cambio en la conducta humana, que difícilmente regresaremos a las prácticas de relacionamiento social de inicios del 2020.
Con las enfermedades endémicas, antes conocidas, los seres humanos nos manteníamos unidos como especie. Buscábamos fuera de nosotros el agente transmisor; el mosquito, el chipo, el perro por aquello de la rabia, etc. Solo la lepra marcaba distancia con un grupo bien identificado de personas que manifestaban claramente los síntomas.
En este caso la transmisión somos nosotros mismos. La recomendación de la "sana distancia" no se marca sólo para el pobre, para el trabajador sencillo, es para todos. Salvados de abrazos simulados, de besos sin sentido, vamos a estar obligados para la sinceridad a través de esta restricción.
Superar este momento, con avances en la existencia y el relacionamiento humano, será posible si nos comunicamos, con franqueza y enfrentamos juntos, la grave situación que vivimos en nuestras comunidades, en nuestras regiones, en nuestros países.
Es un gran contrasentido que alguien pueda usar la emergencia para destruirnos. Reitero es el momento de sumar en esfuerzo para construirnos, para levantarnos, para la solidaridad verdadera, y para planificar con esperanza el futuro.
Los que ejercemos el oficio de la política, los jóvenes y los grandes (es la buena manera de llamar a los mayores en México), debemos saber que el pueblo nuestro, nos observa y nos juzga en medio de sus dolores y carencias, desde la "sana distancia".
fariascardenas@gmail.com
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