Cecilia Mijares: la segunda generación
Esta historia de éxito pone en luz diversas ideas, entre las cuales vale la pena destacar que sí es posible, para tranquilidad de todos aquellos que han tenido que emigrar, que sus hijos surjan...
Es caraqueña, tiene 25 años y, a su edad, ha logrado sacar adelante una empresa de la que dependen doce familias venezolanas, que opera a través de cuatro locales en Madrid y que emplea a quince personas. Cecilia Mijares llegó aquí con 5 años y, desde entonces, ha recorrido un camino de superación que la ha conducido no solo a ser una triunfadora ella misma, sino también a poder ayudar a otros.
Cecilia fue criada en medio de todas las vicisitudes que signan la migración. Sin embargo, estoy segura de que uno de los parales que apuntalan su éxito ha sido, precisamente, el de contar con el ejemplo de lucha y crecimiento constante que le ha ofrecido su madre, una conocida escritora y periodista llegada a España con el propósito de realizar un postgrado. A ella le tocó desempeñar su rol de madre al tiempo que estudiaba y trabajaba, presionada por la urgencia de atender las necesidades de su familia en Venezuela y, en especial, las de su padre, que padecía cáncer. Ello no fue óbice para que Cecilia recibiera todas las atenciones y desarrollara su potencial al máximo. Dotada de gran inteligencia, e imbuida de una auténtica confianza en sus ideas, aprendió que las acciones dan fruto, y ha puesto así los medios para alcanzar sus propósitos.
Estudió Idiomas Modernos y Traducción en la Universidad de Alcalá de Henares, donde culminó su carrera con éxito. Pero no fue en esa rama en la que encontró el filón que le permitiría crecer y ayudar a crecer a otros. Todo comenzó durante un verano en el que, a fin de disponer de un dinero extra para sus propios gastos, aceptó trabajar en un negocio de estética. Un año más tarde, ya se había establecido por su cuenta, fundando Lashes Madrid y contratando a su primera empleada, una compañera de universidad.
Desde entonces, la empresa ha seguido creciendo, gracias a su buen hacer y a una excelente gerencia.
Tras el confinamiento derivado del Covid-19, no solo están operativos los cuatro centros que posee la empresa en Madrid, sino que están por abrir un quinto. El criterio que se empleó para ir reincorporando a los empleados fue dar prioridad a las personas que no habían recibido ningún tipo de ayuda económica por parte de la Seguridad Social española durante la cuarentena, para que pudieran generar ingresos cuanto antes. Esta medida fue tomada con el consenso de todos los trabajadores, quienes nutren las decisiones de la empresa y se autodenominan lashistas, término que traduce el sentido de pertenencia a una firma que perciben más como un núcleo de arraigo y una familia que como una forma de ganarse la vida.
Esta historia de éxito pone en luz diversas ideas, entre las cuales vale la pena destacar que sí es posible, para tranquilidad de todos aquellos que han tenido que emigrar, que sus hijos surjan y se desarrollen con los mejores resultados en sus lugares de llegada.
Otro factor a resaltar es que la inmigración no es un fenómeno que beneficia exclusivamente a quienes se afincan en otro país, en el que encuentran unas condiciones de vida más favorables que en el propio: no solo reciben, sino que, llegado el momento, también dan, creando fuentes de empleo y contribuyendo a movilizar la economía.
Finalmente, el caso de Cecilia es un ejemplo de cómo utilizar el propio bienestar y crecimiento para tender una mano a otros, prueba del espíritu de solidaridad que distingue a los venezolanos. Para ella, y para quienes como ella crecen y se desarrollan lejos de nuestro país, pero llevando consigo nuestros mejores valores, va nuestra palabra de reconocimiento por su esfuerzo, mientras hacemos votos por su éxito.
linda.dambrosiom@gmail.com
Cecilia fue criada en medio de todas las vicisitudes que signan la migración. Sin embargo, estoy segura de que uno de los parales que apuntalan su éxito ha sido, precisamente, el de contar con el ejemplo de lucha y crecimiento constante que le ha ofrecido su madre, una conocida escritora y periodista llegada a España con el propósito de realizar un postgrado. A ella le tocó desempeñar su rol de madre al tiempo que estudiaba y trabajaba, presionada por la urgencia de atender las necesidades de su familia en Venezuela y, en especial, las de su padre, que padecía cáncer. Ello no fue óbice para que Cecilia recibiera todas las atenciones y desarrollara su potencial al máximo. Dotada de gran inteligencia, e imbuida de una auténtica confianza en sus ideas, aprendió que las acciones dan fruto, y ha puesto así los medios para alcanzar sus propósitos.
Estudió Idiomas Modernos y Traducción en la Universidad de Alcalá de Henares, donde culminó su carrera con éxito. Pero no fue en esa rama en la que encontró el filón que le permitiría crecer y ayudar a crecer a otros. Todo comenzó durante un verano en el que, a fin de disponer de un dinero extra para sus propios gastos, aceptó trabajar en un negocio de estética. Un año más tarde, ya se había establecido por su cuenta, fundando Lashes Madrid y contratando a su primera empleada, una compañera de universidad.
Desde entonces, la empresa ha seguido creciendo, gracias a su buen hacer y a una excelente gerencia.
Tras el confinamiento derivado del Covid-19, no solo están operativos los cuatro centros que posee la empresa en Madrid, sino que están por abrir un quinto. El criterio que se empleó para ir reincorporando a los empleados fue dar prioridad a las personas que no habían recibido ningún tipo de ayuda económica por parte de la Seguridad Social española durante la cuarentena, para que pudieran generar ingresos cuanto antes. Esta medida fue tomada con el consenso de todos los trabajadores, quienes nutren las decisiones de la empresa y se autodenominan lashistas, término que traduce el sentido de pertenencia a una firma que perciben más como un núcleo de arraigo y una familia que como una forma de ganarse la vida.
Esta historia de éxito pone en luz diversas ideas, entre las cuales vale la pena destacar que sí es posible, para tranquilidad de todos aquellos que han tenido que emigrar, que sus hijos surjan y se desarrollen con los mejores resultados en sus lugares de llegada.
Otro factor a resaltar es que la inmigración no es un fenómeno que beneficia exclusivamente a quienes se afincan en otro país, en el que encuentran unas condiciones de vida más favorables que en el propio: no solo reciben, sino que, llegado el momento, también dan, creando fuentes de empleo y contribuyendo a movilizar la economía.
Finalmente, el caso de Cecilia es un ejemplo de cómo utilizar el propio bienestar y crecimiento para tender una mano a otros, prueba del espíritu de solidaridad que distingue a los venezolanos. Para ella, y para quienes como ella crecen y se desarrollan lejos de nuestro país, pero llevando consigo nuestros mejores valores, va nuestra palabra de reconocimiento por su esfuerzo, mientras hacemos votos por su éxito.
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