No importa la actividad, estilo o estrategia, estos maestros globales nos obligan a entender -unos de manera más espiritual, otros descaradamente- que la excelencia en el servicio o producto que ofreces es sólo un medio para conseguir el fin último de ganar (cada vez más) dinero. Muchísimo dinero. Si es posible, todo el dinero del mundo, Pinky. Porque el éxito se mide sólo de acuerdo al tamaño de tu patrimonio monetario, cuyo monto determinará, de manera directamente proporcional, tu nivel de “independencia financiera”, eufemismo por “cuenta bancaria buchona”. 

Estos gurús nos juran que todos podemos ser “emprendedores” exitosos. La realidad es que no todos podemos ser excelentes gerentes de venta millonarios, porque cada ser humano tiene distinta vocación y no todos servimos para todo. Es como si nos plantéaramos que cualquiera puede ser campeón del mundo (escoja Ud. la disciplina). Pero no. No todos tienen la habilidad para ser Jeff Bezos. La constante en la vida es el fracaso, no el éxito. La mayoría de las empresas quiebran. Hay montones de estadísticas al respecto, pero todas coinciden en que, por lo menos, el 70% de las empresas no dura más de 10 años. Las más pesimistas, dependiendo de su metodología, auguran que el 99% de los nuevos “emprendimientos” no llega a la década. 

No estoy diciendo: mejor quédese usted como empleado toda la vida. No. Si no lo intenta(mos) ni siquiera estaríamos jugando el ticket del kino del 1% de la exitosa independencia financiera. Así que si Ud. también está montando su tienda, deseémonos suerte y Gaceta Hípica. 

JorgeSayegh@gmail.com 

@JorgeSayegh