La dedicatoria del libro es contundente: A los duendes y a quienes saben verlos; es decir, dedicado a personas que -como yo- suelen convertir en realidad el mundo fantástico. Quería leer y releer la narración, en un afán por disfrutar y re-disfrutar esas líneas, como cuando una saborea despacio una golosina para que no se acabe nunca. 

Además, mis ojos se iban de su cuenta hacia las alucinantes y maravillosas ilustraciones de Daniela Guglielmetti. Me sumergí en ellas entre escalones que no suben ni bajan, poblados de manijas, llaves, plumas, hojas, tazas, cafeteras y puertas que llevan a ninguna parte, sin embargo, me dieron entrada a la casa de la calle Hugo Doquier donde vive la familia Pesquiso con un perro, un gato y una gallina cagona. Daniela me llevó de la mano para presentarme a unos personajes divertidos y surrealistas: los duendes a quienes dio vida María Gabriela. La autora nos advierte que los duendes son tan pequeños que podrían atravesar el ojal de una camisa, que …son esquivos y se disfrazan, que …aparecen con un conjuro y que ellos riman siempre las palabras y en versos suelen hablar. Les chifla la poesía no lo pueden remediar.  

Ese es, precisamente, el acierto más sorprendente de este libro: la aventura de María Gabriela que, contagiada de la pasión poética de los duendes, desarrolla la narración en rimas consonantes y asonantes, estructurada en una prosa que yo llamo: octosilábica. El resultado es una de una riqueza musical y rítmica tal que producirá una inmensa fascinación en los niños, sean pequeños o grandes.

Los nombres de los duendes constituyen una delicia para la imaginación: la chismosa Güelcom, Pomo Perilla, Escalón Peldañoso, Ana Baldosa de Barro (pedicurista del ciempiés y quien brinda zumo fresco de fregona), Madero Parqué, Viga Cuanlargo Techado, Maceta Lamata (una chef vetariana), Trascuadro Mecuelgo (un alucinante artista plástico), Almohadena Cojinotes, Ventanuco Del Cortinal (enamorado de Maceta Lamata), Mirabajo Del Techo, Horma Zapata (tan aficionada al queso que los zapatos terminan aromatizados a toda clase de quesos), Armarito Ropero (modista y diseñador de modas), Gaveta De Los Cajones, Enchufete Alcorrientes, (responsable de todos los circuitos y cortocircuitos eléctricos y fiel enamorado de Luz Lamparajo, en cuyos encuentros saltan chispas por doquier), Tuestón Panificio, Hornillita Asador, Manguito De Los Palotes, Pedoncio Al Retrete (cuando acude a una fiesta se pone su traje rosado de papel higiénico), Grifo Tubero (bucea por las tuberías y surfea sobre la espuma de jabón y detergentes, es el mejor amigo de Pedoncio). 

Estoy segura de que al leer esos nombres, a los lectores les van a entrar unas enduendadas ganas de buscar el libro para disfrutarlo en toda su intensidad. Adicionalmente encontrarán explicación a las cosas extrañas que suceden en todas las casas: ruidos inexplicables, desaparición de pinzas de cejas, tijeras, lápices, daños simultáneos en los electrodomésticos, etc., etc., etc. 

Si por casualidad quieren ver a los duendes pueden recurrir libremente al conjuro que nos secretea María Gabriela: 

Si me rasco la nariz 

y el ombligo al mismo tiempo. 

Si digo un nombre al revés 

y levanto mi pie izquierdo 

Pueda ser que aquí aparezcan, 

y quizá yo pueda verlos 

a esos duendes tan burlones 

que se esconden casa adentro.