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Sombras del mal: El Asesino Relámpago actuó en el Congo Belga

Con apenas dos ataques, este criminal ugandés asesinó a más de 50 personas

  • Diario El Universal

26/05/2024 06:30 am

Hemos conocido diversos tipos de asesinos, entre ellos los motivados y los afectados por problemas mentales o políticos. Pero una cosa tienen en común: todos han cometido sus crímenes en un período relativamente largo, hasta ahora no se han conocido los que actúen por rachas.

Sin embargo, en esta oportunidad trataremos de un hombre que actuó solo en dos oportunidades, las que bastaron para asesinar brutalmente a más de 50 personas. Lo llamaron el Asesino Relámpago.

La historia nos lleva a las antiguas colonias africanas del Congo Belga, actual República Democrática del Congo, y de Tanganica, hoy Tanzania, donde conoceremos los crímenes cometidos por William Unek, nacido en Uganda en 1929.

Se sabe que fue un niño inteligente, cuyas buenas calificaciones le permitieron estudiar para ser policía. Luego de eso, poco se sabe de su vida.

Todo cambiaría el 1° de enero de 1954, cuando en la población de Mahagi, en el Congo Belga, realizó un súbito y violento ataque, matando a 21 personas con un hacha. El motivo nunca fue determinado.

El ataque duró apenas 90 minutos, y fue tal la violencia, que las autoridades quedaron sorprendidas. Eso le permitió escapar a la vecina Tanganica, territorio británico.

Nadie supo su paradero hasta febrero de 1957, cuando Unek perpetró un segundo ataque, esa vez armado con un rifle Lee-Enfield policial robado, 50 cartuchos y un hacha.

El ataque lo hizo en la población de Malampaka, donde mató a tiros a 31 hombres, mujeres y niños, quemó a dos mujeres y un niño, y estranguló a una joven de 15 años. En total fueron 36 personas, entre ellas su esposa.

Como en la primera ocasión, Unek intentó escapar, pero en esta oportunidad lo buscaron miembros de la tribu Wasukuma -donde realizó el ataque-, la policía, e inclusive una compañía de los King's African Rifles participó en la mayor cacería humana que se había vivido en Tanganica. No querían atraparlo con vida.

A la búsqueda se sumaron cazadores con perros, aviones, y se ofreció una recompensa pública de 350 dólares, pero Unek conocía el terreno y durante varias semanas eludió a sus perseguidores.

Pero el hambre pudo más y finalmente el brutal asesino se presentó buscando comida en la casa de un granjero, Lyumbu Ben Ikumbu, apenas a tres kilómetros de donde había perpetrado la masacre.

El granjero simuló que enviaba a su esposa a comprar comida, pero en verdad le dijo que avisara a la policía. Mientras tanto lo entretuvo conversando.

Cuando llegaron los policías rodearon la casa y lanzaron granadas y bombas incendiarias. William Unek sufrió terribles quemaduras y fue trasladado a un centro hospitalario, donde murió el 21 de febrero de 1957.

Para compensar a sus víctimas se creó un fondo para asistir a los sobrevivientes de sus ataques y se construyó un hospital en memoria de los fallecidos.

Sus masacres son consideradas como dos de las más mortíferas cometidas por una sola persona en el siglo XX.

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