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Sombras del mal: El asesino Otaku escogió la violencia infantil

Un joven monstruo asesinó a cuatro niñas en el Japón de los años ochenta

  • Diario El Universal

12/05/2024 06:30 am

Japón, a pesar de haber sufrido una gran derrota en la Segunda Guerra Mundial, logró levantarse y convertirse en un gigante. Hoy es sinónimo de tecnología y su gastronomía es mundialmente famosa. También es conocido por la cultura otaku, que describe a los fanáticos de los cómics, o manga, del anime, los videojuegos y los cosplays o disfraces. 

Hoy conoceremos un caso ocurrido en la década de los 80, cuando un monstruo asesinó al menos a cuatro niñas: Tsutomu Miyazaki.

La historia se inicia en agosto de 1962, cuando en Tokio nació un bebé prematuro, con problemas físicos, sus manos estaban deformes, lo que marcaría de por vida al pequeño Tsutomu.

Por sus defectos, Miyazaki fue blanco de burlas y maltrato, más tarde abandonaría la Escuela Elemental de Itsukaichi. El bullying lo hizo ser un niño solitario, su principal entretenimiento era leer historietas, o manga, y ver anime en la televisión. Así se hizo otaku. 

Regresó a la preparatoria, pero terminó abandonando los estudios y dedicándose a la fotografía. A inicios de los años 80 comenzó a trabajar y se compró un carro.

El acoso sufrido lo hizo tímido, no se acercaba a las mujeres ya que se consideraba físicamente inferior. Su sexualidad se centró en la pornografía más violenta y en la pedofilia.

A fines de agosto de 1988 desató el monstruo que llevaba dentro. Su primera víctima fue una niña de cuatro años, Mari Konno, a quien subió a su automóvil, la llevó a una zona boscosa, la asesinó, luego abusó de su cuerpo y lo abandonó en el bosque.

Pocas semanas más tarde repetiría las barbaridades con Masami Yoshizawa (siete). Tras convencerla, la llevó a la misma zona boscosa donde la asesinaría.

En diciembre de ese mismo año, el camino de Erika Namba (cuatro) se cruzó con el del pedófilo, quien la raptó, obligó a desnudarse, fotografió y asesinó. Fue el primer cuerpo encontrado.

Tras un período sangriento, de pronto dejó de matar. Envió cartas a las familias de sus víctimas narrando los hechos y asumiendo los asesinatos, pero no dejó un nombre.

Su último crimen llegaría en junio de 1989 cuando encontró a Ayako Nomoto (cinco), a quien convenció de subir a su auto y la mató, llevó el cuerpo a su apartamento donde le tomó fotos y practicó necrofilia. Se quedó con el cadáver y, cuando comenzó a descomponerse, lo descuartizó y abandonó en diversos lugares.

Pocas semanas más tarde intentó raptar a dos niñas más, pero una escapó y avisó a su padre, quien rescató a la otra cuando el sujeto la desnudaba. El asesino huyó, pero su libertad estaba contada. 

Dos días más tarde fue detenido y confesó en los interrogatorios. En su apartamento se encontraron torres de suplementos, videos y pornografía, por lo que fue bautizado el “Asesino Otaku”.

Su padre, avergonzado por los crímenes, terminó suicidándose, mientras que Tsutomu Miyazaki permanecía en la cárcel y condenado a muerte. En junio de 2008 fue ahorcado, con lo que se cerró el capítulo negro de su historia.
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