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La violencia se adueña de las fronteras

La ausencia de políticas claras y la falta de presencia policial han convertido a las fronteras venezolanas en el núcleo de actividades delictivas

  • CARLOS D' HOY

11/02/2024 06:00 am

Uno de los agujeros negros de la seguridad venezolana está en sus fronteras. Ese territorio, que alberga a una población cercana a los 10 millones de habitantes, se ha convertido en uno de los puntos débiles, debido a su extensión de unos 4.900 kilómetros y a la aplicación de una ambigua doctrina de seguridad fronteriza.

En orden alfabético, los estados fronterizos venezolanos son: Amazonas, Apure, Bolívar, Delta Amacuro, Falcón, Nueva Esparta, Sucre, Táchira y Zulia, algunos de ellos son fronteras terrestres y otros marítimas. En los últimos años, estos estados han sido testigos de una escalada en la violencia.

La zona fronteriza más “caliente” es también la más grande, la que tenemos con Colombia, con una extensión de más de dos mil kilómetros. Por ella fluyen millones de dólares en un intenso comercio binacional que ha marcado la cultura de ambos países.

Migración y delito

El intenso movimiento comercial fronterizo se vio afectado por situaciones políticas, y durante varios años, el cierre de las fronteras, alimentó un creciente auge de actividades comerciales ilegales encabezadas por el contrabando de extracción y de importación.

Esto, sumado a la profunda crisis humanitaria que ha golpeado a nuestro país, durante la última década hizo que el fenómeno de la migración determinara una nueva dinámica fronteriza.

El proceso migratorio llevó a las fronteras no solo a las personas que deseaban buscar un mejor futuro, también a grupos delictivos, muchos de los cuales se enquistaron en las llamadas trochas e hicieron millones, permitiendo el paso de los migrantes que no podían cruzar por los caminos normales, de mercancías que posteriormente eran comercializadas y por supuesto de drogas.

El “calor fronterizo” aumentó notablemente debido al conflicto entre los bandos que buscaban controlar esas actividades ilegales, y especialmente las que más ganancias dejan: el narcotráfico y la trata de personas.

Oro de sangre

Mientras la frontera con Colombia hervía; al sur del país, la temperatura también se incrementaba. En los estados Bolívar y Amazonas, un mítico Dorado sin vigilancia ni control, hipnotizó a miles que voltearon su mirada y esperanzas para violar la selva esmeralda.

La explotación “artesanal” de platino, oro, diamantes y coltán, entre otros minerales preciosos, hizo que miles devoraran el suelo buscando lo que los sacaría de la miseria. Miles cayeron en garras de tratantes de personas que representaban a poderosos delincuentes y a grupos irregulares colombianos que llegaron hasta el corazón nacional buscando minerales para financiar sus guerras.

La “marabunta” acabando con el campo

Pero estas plagas no van solo detrás de minerales y de migrantes, lo devoran todo a su paso, y el campo venezolano no escapa a esa voracidad. Agricultores, productores y comerciantes de los estados Apure, Barinas y Zulia son las víctimas tradicionales de una “marabunta” de delincuentes nacionales e irregulares colombianos, convenientemente denominados en el argot nacional como “Tancol”.

Violencia en números

Según datos presentados por la organización no gubernamental Fundaredes, la violencia no dejó de estar presente en los estados fronterizos durante el transcurso del año 2023, en los que al menos 702 personas fueron asesinadas, 131 desaparecieron y se produjeron al menos 226 enfrentamientos.

En los distintos informes correspondientes a los cuatro trimestres del año 2023, Fundaredes recopiló información sobre homicidios, desapariciones y enfrentamientos, lo que les permitió tener un termómetro sobre los hechos violentos que fueron publicados en los medios de comunicación, o que fueron recopilados por sus analistas.

Según estos informes, en el primer trimestre se cometieron al menos 214 homicidios, 63 personas fueron denunciadas como desaparecidas y se tuvo información sobre 56 enfrentamientos armados.

En el segundo trimestre 177 personas fueron asesinadas, otras 27 desaparecieron, mientras que se reportó 47 presuntos enfrentamientos.

Entre los meses de julio y septiembre de 2023, se informó sobre la muerte violenta de 140 personas, mientras que se reportó la desaparición de 22 y se informó sobre 33 enfrentamientos.

Finalmente, en el último trimestre del año pasado 140 personas murieron asesinadas, otras 19 fueron reportadas como desaparecidas y ocurrieron 12 presuntos enfrentamientos.

El no tan apacible Oriente

La delincuencia evoluciona, eso lo han dicho los especialistas desde hace décadas. El delito se aprovecha de las oportunidades y debilidades, los delincuentes no necesitan de excusas, simplemente si ven una la explotan a su favor.

En este caso vemos como estados que hasta hace pocos años eran zonas relativamente seguras, como los estados Sucre y Delta Amacuro, hoy en día se han convertido en territorio de bandas y violencia.

Hace dos años, uno de los delincuentes más buscados del país, Gilberto Malony Hernández, alias “El Malony”, murió junto a 15 de sus aliados, en un operativo realizado por la hoy desaparecida Fuerza de Acciones Especiales (FAES) en la población de San Juan de Unare, en el estado Sucre, donde se habían enconchado.

Los estados Sucre y Delta Amacuro se convirtieron en dos de los principales puertos de salida de droga hacia mercados europeos y además son territorio clave para la trata de migrantes.

“Las dificultades para llegar a Delta Amacuro, su población, escasa, así como la ausencia de medios de comunicación, impiden que se conozcan a nivel nacional los delitos que allí se registran” señala Transparencia Venezuela en su trabajo “Economías ilícitas de Delta Amacuro”.

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