Sombras del Mal: “El Monstruo del martillo”
En las sombras ingresaba a las casas de granjeros y asesinaba a todos los que encontraba a su paso.
Carlos J. D´Hoy M.
Hay un tipo de asesino en serie que tiene un plan, una venganza contra un enemigo al que acusa de sus fracasos y contra quien desata toda su furia.
Hoy nos trasladaremos a la ancestral China. Vamos a 1968 cuando en la provincia de Henan nació Yang Xinhai en el seno de una familia pobre.
A los 17 años de edad, dejó los estudios y huyó para viajar por China, recorrió las provincias de Xi'an, Shaanxi y Shijiazhuang y Hebei, trabajó de obrero o en lo que le ofrecieran. No duraba en los trabajos, era holgazán y siempre robaba a sus jefes.
Poco duraría su libertad, tras años de robos terminó detenido. Las cárceles chinas se caracterizan por su dureza, Yang Xinhai fue condenado a trabajos forzados que se iniciaban en la madrugada y terminaban al anochecer. Durante tres años cumplió esa pena.
En 1991 salió a la calle, durante cinco años continuó viviendo a su modo, hasta que fue nuevamente detenido y condenado por intento de violación.
Al salir, sintió que era tiempo de redimirse y comenzó a trabajar en serio, con sus pocos ahorros se compró una bicicleta, su único bien y comenzó a soñar con una vida corriente. Consiguió un trabajo estable y pensaba tener una familia. Se consiguió una novia. Su vida parecía encaminarse.
Pero un viejo periódico almacenado en algún lugar terminó con todo. Su novia encontró una noticia con la foto de Yang Xinhai, descubrió que era un violador y lo dejó. Hasta allí llegó su soñada felicidad.
En 1999 puso en marcha una cadena de asesinatos y violaciones que extendería hasta 2003. Yang Xinhai se convirtió en un feroz asesino. Era cuidadoso, no utilizaba las mismas armas, aunque su favorita era un martillo, uno diferente en cada ataque.
Su patio de matanza fueron las provincias de Anhui, Hebei, Henan y Shandong. Al llegar la noche invadía la casa de sus víctimas. Mataba a todos los que la ocupaban con herramientas que encontraba: hachas, cuchillos y palas, pero su arma favorita era el martillo.
Llegó a asesinar a familias enteras. Sus crímenes eran dantescos, no le importaba matar a niños, hombres, mujeres o ancianos. Las autoridades lo consideraban un monstruo, por la manera tan salvaje de atacar.
El 3 de noviembre de 2003, Yang Xinhai fue detenido. Durante una revisión policial en un centro nocturno en la provincia de Cangzhou. Sel comportaba de manera extraña y llamó a la atención de la policía que lo arrestó para interrogarlo. Horas más tarde confesaría 65 asesinatos.
Según algunos informes, Yang mataba por venganza contra la sociedad, otros informes posteriores afirmaron que el móvil de sus asesinatos era el disfrute.
Si bien Yang nunca confesó por qué lo hacía, una vez dijo: «Cuando maté a la gente tenía un deseo. Esto me inspiró a matar más. No me importa si merecen vivir o no. No es de mi incumbencia... No tengo ningún deseo de ser parte de la sociedad. La sociedad no es de mi incumbencia.»
El 14 de febrero de 2004 fue ejecutado del modo tradicional en China: Un disparo de fusil en la nuca.
Hay un tipo de asesino en serie que tiene un plan, una venganza contra un enemigo al que acusa de sus fracasos y contra quien desata toda su furia.
Hoy nos trasladaremos a la ancestral China. Vamos a 1968 cuando en la provincia de Henan nació Yang Xinhai en el seno de una familia pobre.
A los 17 años de edad, dejó los estudios y huyó para viajar por China, recorrió las provincias de Xi'an, Shaanxi y Shijiazhuang y Hebei, trabajó de obrero o en lo que le ofrecieran. No duraba en los trabajos, era holgazán y siempre robaba a sus jefes.
Poco duraría su libertad, tras años de robos terminó detenido. Las cárceles chinas se caracterizan por su dureza, Yang Xinhai fue condenado a trabajos forzados que se iniciaban en la madrugada y terminaban al anochecer. Durante tres años cumplió esa pena.
En 1991 salió a la calle, durante cinco años continuó viviendo a su modo, hasta que fue nuevamente detenido y condenado por intento de violación.
Al salir, sintió que era tiempo de redimirse y comenzó a trabajar en serio, con sus pocos ahorros se compró una bicicleta, su único bien y comenzó a soñar con una vida corriente. Consiguió un trabajo estable y pensaba tener una familia. Se consiguió una novia. Su vida parecía encaminarse.
Pero un viejo periódico almacenado en algún lugar terminó con todo. Su novia encontró una noticia con la foto de Yang Xinhai, descubrió que era un violador y lo dejó. Hasta allí llegó su soñada felicidad.
En 1999 puso en marcha una cadena de asesinatos y violaciones que extendería hasta 2003. Yang Xinhai se convirtió en un feroz asesino. Era cuidadoso, no utilizaba las mismas armas, aunque su favorita era un martillo, uno diferente en cada ataque.
Su patio de matanza fueron las provincias de Anhui, Hebei, Henan y Shandong. Al llegar la noche invadía la casa de sus víctimas. Mataba a todos los que la ocupaban con herramientas que encontraba: hachas, cuchillos y palas, pero su arma favorita era el martillo.
Llegó a asesinar a familias enteras. Sus crímenes eran dantescos, no le importaba matar a niños, hombres, mujeres o ancianos. Las autoridades lo consideraban un monstruo, por la manera tan salvaje de atacar.
El 3 de noviembre de 2003, Yang Xinhai fue detenido. Durante una revisión policial en un centro nocturno en la provincia de Cangzhou. Sel comportaba de manera extraña y llamó a la atención de la policía que lo arrestó para interrogarlo. Horas más tarde confesaría 65 asesinatos.
Según algunos informes, Yang mataba por venganza contra la sociedad, otros informes posteriores afirmaron que el móvil de sus asesinatos era el disfrute.
Si bien Yang nunca confesó por qué lo hacía, una vez dijo: «Cuando maté a la gente tenía un deseo. Esto me inspiró a matar más. No me importa si merecen vivir o no. No es de mi incumbencia... No tengo ningún deseo de ser parte de la sociedad. La sociedad no es de mi incumbencia.»
El 14 de febrero de 2004 fue ejecutado del modo tradicional en China: Un disparo de fusil en la nuca.
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