Perdón, soy heterosexual
La homosexualidad, como realidad que es, tiene que ser respetada. Pero la lucha debe de ser por obtener igualdad de oportunidades y no por privilegios...
He sido criado alrededor de unas costumbres judeo-cristianas basadas en el máximo respeto a mis padres y a mi entorno, pero sobre todo con el arraigo a la defensa de la institución familiar.
La solidaridad y la lucha por hacer visibles a las minorías no se discute, por lo que toda la basura de la ideología de género choca con mi estructura.
Los mayores promotores de la nueva revolución LGBT de hoy son mercenarios políticos que se subrogan en causas con las que no comulgan.
Las redes sociales y la media manipulada por los que se abrigan en una supuesta izquierda han logrado permear veneno y sobre todo generar la sensación de que la heterosexualidad es un antivalor, es insana, antidemocrática y peligrosa.
Los heterosexuales que representamos más del 90% de la población, sufrimos de una “capitis deminutio”.
Están intentando crear una nueva sociedad basada en la idea de que los homosexuales son las únicas personas con derechos, todo bajo el pretexto de que han sido “sometidos” a lo largo de la historia.
Hay una estrategia para victimizarlos y ya pasaron a una etapa de agresividad. En algunas escuelas de ciertos países se impone casi como obligatorio la pertenencia al mundo LGBT.
De alguna manera se motiva y encamina al transexualismo a los niños, los confunden y cada vez más aumenta la duda entre lo que son y lo que quieren ser, como si se tratara de un menú de heladería.
La homosexualidad, como realidad que es, tiene que ser respetada. Pero la lucha debe de ser por la igualdad de oportunidades y no por privilegios.
Tengo en mi entorno muy buenos amigos gays, a quienes apoyo y quiero, ellos no están de acuerdo con esta revolución de la que no se consideran parte, saben que esto va a producir mayor homofobia.
Hoy un grupo minoritario LGBT con mucho poder, que reclama sus derechos desde el desprecio a una mayoría heterosexual, atacan a la institución familiar, a sus costumbres y a su fe.
Yo quiero seguir siendo diferente a los que están de moda, pero la tolerancia no es sinónimo de renuncia, muchos se equivocan y se aprovechan de la aparente pasividad heterosexual.
Pero cuidadito con el tema, que todo es cuestión de momentos y las reivindicaciones también tienen fecha de caducidad, más aún cuando se han conseguido por imposición. Por eso aparecen individuos como Giorgia Meloni, y otros más.
Increíblemente esa mafia también tiene bajo fuego el idioma más bello del mundo: el Castellano. Intentan eliminar las reglas del masculino, por ejemplo, que es plenamente genérico, se manipulan las O y las A, sin entender que no siempre indican género.
Becky: “Yo me resisto a tener que crear un día para el orgullo heterosexual, ya lo hemos conversado. ¡Prefiero la batalla de las ideas! Soy heterosexual, quiero ser heterosexual, tengo derecho a serlo. Tengo derecho a conservar el estatus que la sociedad mayoritaria distingue como tal”
¡Perdónenme, pero soy heterosexual!
davidbittanobadia@gmail.com
Twitter: @davidbittano
La solidaridad y la lucha por hacer visibles a las minorías no se discute, por lo que toda la basura de la ideología de género choca con mi estructura.
Los mayores promotores de la nueva revolución LGBT de hoy son mercenarios políticos que se subrogan en causas con las que no comulgan.
Las redes sociales y la media manipulada por los que se abrigan en una supuesta izquierda han logrado permear veneno y sobre todo generar la sensación de que la heterosexualidad es un antivalor, es insana, antidemocrática y peligrosa.
Los heterosexuales que representamos más del 90% de la población, sufrimos de una “capitis deminutio”.
Están intentando crear una nueva sociedad basada en la idea de que los homosexuales son las únicas personas con derechos, todo bajo el pretexto de que han sido “sometidos” a lo largo de la historia.
Hay una estrategia para victimizarlos y ya pasaron a una etapa de agresividad. En algunas escuelas de ciertos países se impone casi como obligatorio la pertenencia al mundo LGBT.
De alguna manera se motiva y encamina al transexualismo a los niños, los confunden y cada vez más aumenta la duda entre lo que son y lo que quieren ser, como si se tratara de un menú de heladería.
La homosexualidad, como realidad que es, tiene que ser respetada. Pero la lucha debe de ser por la igualdad de oportunidades y no por privilegios.
Tengo en mi entorno muy buenos amigos gays, a quienes apoyo y quiero, ellos no están de acuerdo con esta revolución de la que no se consideran parte, saben que esto va a producir mayor homofobia.
Hoy un grupo minoritario LGBT con mucho poder, que reclama sus derechos desde el desprecio a una mayoría heterosexual, atacan a la institución familiar, a sus costumbres y a su fe.
Yo quiero seguir siendo diferente a los que están de moda, pero la tolerancia no es sinónimo de renuncia, muchos se equivocan y se aprovechan de la aparente pasividad heterosexual.
Pero cuidadito con el tema, que todo es cuestión de momentos y las reivindicaciones también tienen fecha de caducidad, más aún cuando se han conseguido por imposición. Por eso aparecen individuos como Giorgia Meloni, y otros más.
Increíblemente esa mafia también tiene bajo fuego el idioma más bello del mundo: el Castellano. Intentan eliminar las reglas del masculino, por ejemplo, que es plenamente genérico, se manipulan las O y las A, sin entender que no siempre indican género.
Becky: “Yo me resisto a tener que crear un día para el orgullo heterosexual, ya lo hemos conversado. ¡Prefiero la batalla de las ideas! Soy heterosexual, quiero ser heterosexual, tengo derecho a serlo. Tengo derecho a conservar el estatus que la sociedad mayoritaria distingue como tal”
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