Hay triunfos que unen a todo un país, que marcan la vida, que sirven de ejemplo para todos. Atletas, artistas, escritores, que hacen cosas que inspiran a las personas comunes a cambiar, a movilizarse.

Cuando la gente ve esos resultados, cree que es fácil, que la suerte tuvo mucho que ver, y quizá haya algo de eso, pero en un muy pequeño porcentaje, porque esas historias no nacen así de pronto, sino que son producto de miles y miles de horas de dedicación, de trabajo y de sacrificio. Son el resultado de lágrimas, de distancias y de jornadas interminables de trabajo, pero eso no se ve. Lo que se observa es el resultado final.

Uno de esos triunfos ocurrió a mediados de la década de los 80, cuando el venezolano Rafael Vidal, logró un hecho histórico en la competencia natación 200 metros mariposa, cuando hizo un registro de 1:57.51 que le permitió ocupar el tercer puesto y colgarse una medalla en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles, en Estados Unidos.

Aunque era un atleta reconocido y premiado, era campeón continental y poseía decenas de récords, pocos conocidos por el pueblo hasta que logran un hito y esta era su conquista al Everest, así pasó de ser un hombre poco conocido a ser un héroe nacional. Pronto se convertiría en una imagen reconocida no solo por los deportistas venezolanos, sino por todos los venezolanos.

Concluida su carrera deportiva, Vidal culminó sus estudios en la Universidad de Florida, se dedicó a la asesoría de deportistas y de empresas. Pero el gran salto lo daría tras firmar un contrato con RCTV, cuando comenzó una carrera de comentarista deportivo que lo llevaría a todos los hogares del país y se convertiría en un acompañante más en los hogares venezolanos.

Y así se mantuvo hasta la madrugada del 12 de febrero del año 2005, cuando se dirigía a su vivienda y su vehículo, un Toyota Corolla, fue totalmente destruido en un choque, al ser embestido por Roberto Detto Redaelli, quien participaba en una carrera callejera. Viajaba a más de 140 kilómetros por hora en una camioneta Hummer sin placas.

Vidal murió como consecuencia del violento choque, el carro en que viajaba fue arrastrado más de media cuadra tras el impacto con la camioneta, cuyo conductor además de exceso de velocidad, tendría rastros de alcohol y cocaína en la sangre.

A partir de ese momento se iniciaría un juicio en el que el poder económico trataría de sacar a Roberto Detto Radaelli de la cárcel. Su defensa trataría de presentarlo como una víctima de un linchamiento público, pero al final sería condenado a 15 años de prisión por homicidio intencional, tiempo después salió bajo fianza en libertad condicional, medida que sería apelada por la fiscalía.

Pero la tragedia no quedaría allí. Años más tarde, el 10 de abril de 2017, Flor Marina Castro de Vidal, mamá de Rafael, de 79 años de edad, fue asesinada a golpes por un asaltante que ingresó a su vivienda, el cuerpo fue localizado por la hija de la señora Flor, quien fue hasta la vivienda, luego de que intentara infructuosamente comunicarse con ella por vía telefónica.

La señora fue asesinada por un adolescente, quien habría robado la medalla olímpica de Rafael Vidal, entre otras cosas. El adolescente fue detenido semanas más tarde.