Lagares García desde adolescente mantuvo una relación con un sujeto identificado como Rafael Ramón González Espinoza, con quien tuvo un hijo, quien sufre de autismo nivel 1 y hoy tiene 14 años de edad.

“Cuando conoció a ese hombre quedó prendada, ella se la pasaba con él para arriba y para abajo y cuando se fue a vivir con él, le dije que no lo hiciera, que se quedara, que estudiara, que yo le pagaba los estudios a mi Chikirruki”, señaló Sandra Mezú, hermana de la víctima en la Morgue de Bello Monte, donde hacía los trámites para retirar el cuerpo y darle sepultura.

Recordó que la relación de su hermana con González Espinoza se había deteriorado mucho, al extremo que ella había decidido darla por terminada, a lo que se oponía el transportista, quien además la maltrataba mucho, cosa que desconocía la familia. 

Pero, acota, “lo más grave fueron las habladurías de la gente quienes llenaron de odio la cabeza a ese hombre y terminó cometiendo ese crimen tan horroroso”, agregó.

Denunció que hubo personas que se enteraron antes del crimen de lo que González Espinoza iba a hacer, “y en vez de denunciarlo a la policía no hicieron nada, y luego de que la mató, salieron a decir que ellos lo sabían, que él se los había dicho”.

Mientras leía los últimos mensajes que cruzó con su hermana a través de la red social whatasapp, relató que el día de los hechos, el pasado 23 de diciembre, Geraldine estaba en la planta baja de su casa lavando su ropa cuando le dijo a su cuñada que iría a revisar al niño, cuando subió “escuchamos unos gritos, el hombre (González Espinoza) se había metido en su casa y de pronto escuchamos tres disparos, cuando mi cuñada subió... la encontró en el piso herida agarrándose el estómago, mientras que el hombre estaba muerto a un lado con un disparo en la cabeza, ella pedía ayuda, que le taparan los ojos a su hijo, que no viera todo ese desastre, lo sacamos vendado, luego la llevamos al Domingo Luciani, donde la internaron en la sala de trauma shock, la iban a operar... allí murió, una bala le había perforado una arteria y los médicos no pudieron hacer nada”.

“Geraldine era la maraquita de la familia, la más pequeña de los cinco hermanos, la más echadora de broma, divertida, chistosa, yo le decía mi Chikilukis, y ahora me la quitaron... aun sabiendo que ese tipo está muerto... no puedo sacarme este dolor que tengo... es como si me hubiesen matado a mi también”, dijo finamente Sandra.

La epidemia de femicidios continúa sembrando de dolor y muerte el territorio nacional, según el observatorio de femicidios que lleva adelante el colectivo Utopix, hasta el mes de noviembre de este año se habían registrado al menos 219 femicidios en todo el país. Solo en el mes de noviembre la ONG recopiló cifras sobre el asesinato de 19 mujeres.