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Una venezolana protagonista y pionera

A Flor Isava la llaman la Dama del Deporte, pero esto no se refiere a ella sólo como una bella mujer. Es una frase que hace honor a su capacidad como atleta y como dirigente internacional

  • MAYTE NAVARRO

26/05/2019 01:04 pm

En el deporte venezolano hay un nombre que ha tenido trascendencia internacional, se trata de Flor Isava. La sala de trofeos de su casa confirma los triunfos logrados a lo largo de su carrera, que no sólo se limitó a ganar competencias, sino que la llevó a ser una destacada dirigente deportiva. Creó la Federación Venezolana de Deportes Ecuestres y formó parte del Comité Olímpico Internacional, siendo la primera mujer en ejercer un cargo en ese organismo. 

Su participación en la natación, el tenis y el golf también dejó huella en el deporte nacional. Se podría decir que Flor Isava fue una multiatleta. Esas experiencias vividas en distintos escenarios la convirtieron en una dirigente con una visión mucho más amplia. Su cultura y  vivencias más universales permitieron que aportara ideas esenciales para modernizar el deporte venezolano.

Le gusta la música, la disciplina es una constante en su vida y aborda proyectos con el ánimo de alcanzar metas. Considera que el deporte es una buena escuela para formar a ciudadanos íntegros y a sus 98 años siente como un logro particular la presencia de tantas mujeres dentro de los sectores de la dirigencia deportiva.
 

Campeona Nacional de Ecuestre con triunfos en el tenis, la natación y el golf

-¿Su educación fue la tradicional? 
 -Muy pequeña me fui a Europa donde me eduqué. Primero en Bélgica, allí aprendí a nadar. El deporte era algo importante y mi madre, Dolores Fonseca, mujer muy adelantada para su época, quería que yo estuviese en todo y me inscribió en natación. 

Después me enviaron al mismo colegio, pero en Inglaterra para que aprendiera inglés. Yo jugaba hockey porque era velocista y también estaba en el tenis. En una oportunidad el profesor me dijo que no tenía condiciones para ese deporte. (Sin embargo cosechó títulos en esa disciplina deportiva). 

Después cuando llegó la guerra regresamos a Caracas. Era muy jovencita y aquí todo el mundo jugaba tenis o montaba a caballo, así que comencé a montar. Eran los tiempos de la Caracas de los techos rojos. 

 Mi papá, Rafael Isava Núñez, presidía el Club Paraíso y estábamos integrados a las actividades. Después, en el Caracas Country Club, continué con el deporte, donde el tenis, que yo adoraba, y la equitación eran los más importantes y por ello me dediqué a estos dos. Pero tuve que elegir porque algunas competencias coincidían y me decidí por el ecuestre. Entonces papá me regaló un caballo. 


La prensa nacional e internacional narró sus logros  JUAN LUIS CLEMENTE

-¿Cómo fue ese cambio entre Europa y Venezuela? 
 -Yo tengo un gran poder de adaptación. Aquí habían muchas fiestas y yo nunca había estado en un baile porque en Europa las niñas no iban, pero también comencé a montar y asistir a competencias. La primera prueba la viví a los 18 años. 

También estuve en Chile. Nuestra equitación es hija de la chilena porque se tenía estrecha relación con ese país donde ese deporte estaba adelantado. A través de un gran amigo, Luis Villegas Febres, se trajo a Caracas al coronel Zúñiga, quien comenzó a enseñarnos de todo. Otra persona que contribuyó a la organización del deporte fue el agregado militar chileno de esa época, un excelente jinete. Su interés no sólo abarcaba lo deportivo sino también la organización. Nos mostró qué era una federación, que no existía en Venezuela. Viajé en muchas oportunidades a Chile y pude aprender de ese país, que junto a Argentina eran potencia en equitación. Pasaron unos cuantos años para poder darle el toque final y crear la Federación Venezolana de Deportes Ecuestres en 1947. 

Yo programaba las competencias, establecía los saltos y después me ponía el uniforme para las pruebas. La base de mi vida ha sido organizar para mejorar, organizar para enseñar, para consolar. 
Por eso llegó el momento en que ya no podía estar en un avión para asistir a reuniones y al mismo tiempo que me guardaran el puesto en mi equipo.

Después vinieron mis accidentes, mis fracturas y llegó el momento en que ya no podía competir pero estaban las obras sociales de mis padres con los ciegos y la Cruz Roja Venezolana. Esta labor hacia los demás tuvo una influencia en mi vida. 


Una pasión, organizar

Trofeos que hablan de una vida disciplinada y con metas. Recuerdos de momentos relevantes

-¿Entonces tomó la decisión de dejar la práctica deportiva para ingresar a lo organizativo? 
-Una cosa lleva a la otra. El fundador de los Juegos Olímpicos Modernos, barón de Coubertin, decía que las damas adornaban la tribuna pero que no competían, y estuvieron en esa discusión unas cuantas décadas. 

 Entrar en el COI es uno de los grandes honores de mi vida. Conocí a Juan Antonio Samaranch, quien presidió el Comité Olímpico Internacional entre 1980 y 2001. En ese momento se estaba candidateando para presidente del COI. Él tenía un gran amigo periodista que le sugirió que basara su campaña en la apertura del Comité Olímpico a las mujeres y comenzó a buscar y no encontraba candidatas, porque estaban acostumbradas a ser competidoras. 
Una de las candidatas fui yo y la otra, una velocista, la finlandesa Pirjo Häggman, quienes formamos por primera vez, en 1981, parte del Comité Olímpico Internacional. La Häggman tenía 30 años, acababa de tener un bebé y la otra, una dirigente que había sido atleta, que ya tenía una experiencia en materia de organización y dirección, tenía 60 años y era yo. 

Éramos dos mujeres preparadas para trabajar y la acogida de los hombres fue maravillosa. Nos dieron la bienvenida y estuvieron dispuestos a ayudarnos. Mi orgullo es que gracias a ese nombramiento hoy en día es obligatorio que el Comité Olímpico cuente con la participación de las mujeres en todos sus ámbitos. Cuando veo el número de ellas me siento satisfecha. 

Entre 1990 y 1994 Flor Isava alcanzó otro logro en beneficio de la mujer, le designaron funciones en la Comisión Ejecutiva del mismo comité. 

Flor Isava, miembro de COI, junto a Juan Antonio Samaranch, presidente de ese organismo 

-¿Cómo fue la acogida en Venezuela al conocerse su designación? 
 -Los periodistas, que toda la vida me han mimado, no solo apoyaban y respaldaban mi campaña para que alcanzara ese lugar. Nos reuníamos y conversábamos. Álvaro Miranda me apoyó y me invitó a escribir en diario El Universal. Así se inició una columna que se llamó "Cómo, cuándo y dónde hacer deporte". Se publicaba los sábados y se mantuvo durante 9 años. Allí se escribió sobre cosas muy interesantes, se establecieron polémicas y yo contestaba a quienes se me enfrentaban. 

La transición de dejar la dirección deportiva la hago por razones de salud, al principio pensaba que sería temporal porque yo le echaba pichón a todo, pero cuando ya se hizo definitivo, nació el trabajo social con la Fundación Flor Isava que dirigía su acción, primero a los barrios y después a las cárceles. 

Me nombraron Comisionada Nacional para el Deporte por el Presidente de la República entre 1989 y 1994. Allí se desarrolló un proyecto para preparar a la gente. Se hicieron maravillas de programas. Había personas que les gustaba trabajar y se crearon federaciones nuevas. De eso no ha quedado nada.

El programa relacionado con estas últimas fue muy bonito. Y cuenta una anécdota: Al alcalde de Ciudad Bolívar le gustó mucho y me invitó para un acto donde hubo desfiles. Allí yo me enamoré definitivamente de las cárceles y llegué a incluir en el programa 14 prisiones. Fueron unos tiempos hermosos donde compartí con grandes amigos.

 Esa actividad la compartía con lo que se hacía en los barrios. Fue una gran y bella época de mi vida, que luego con los problemas físicos se dejó. Esta frase la pronuncia con un cierto sentimiento de melancolía, pero de inmediato vuelve aparecer la Flor Isava, que no se rinde y que vive cada instante con intensidad. Es un momento que aprovecha para recordar el Clásico que lleva su nombre y que se realizó recientemente. Allí alaba la calidad de estos jóvenes a quienes califica como excelentes jinetes.


El deporte siempre ha estado presente en la vida de Flor Isava

 -¿Pero sigue abierta para brindar apoyo? 
 -El que necesita, toca mi puerta y lo apoyo. Me preocupan cosas que suceden en Venezuela. Me mortifica lo que ocurre en el Zulia. Eso me tiene enferma. 

 -Su solidaridad le viene de herencia. 
-Mi papá fue presidente de la Cruz Roja Venezolana y mamá del comité de damas y formó el voluntariado. Yo me ocupé muchos de los preescolares. Hay que recordar que Flor Isava también ocupó la vicepresidencia de la Cruz Roja Venezolana. 

 -¿Cuáles son los valores que debe cultivar un deportista? 
Debo aclarar que en el deporte no necesariamente se necesita ser campeón. El deporte busca que la juventud lo practique, está para hermanar a los pueblos. Para ser campeón se debe vibrar con la competencia, con el placer de competir y disfrutar la gran euforia de ganar. Debe existir una voluntad férrea y una profunda humildad. Debe haber una mente equilibrada que pueda recibir la derrota sin dramas. 

Siempre he buscado momentos para mejorar la vida de la gente. Es difícil cuando tienes que dirigir un equipo porque se requiere de disciplina y sin ella no se puede vivir. Hoy en día todo eso ha cambiado. Antes en el deporte el dinero no era lo prioritario. Los premios de hoy son extraordinarios. 

El deporte es la mejor formación para crear un buen ciudadano. Te enseña a reaccionar favorablemente en la derrota y en la equitación hay un placer más, el de tener a un animal que se ama. 

Cuando yo me retiré estábamos estudiando qué hacer con los campeones cuando finalizan su vida deportiva; por la edad se les hace difícil comenzar una nueva carrera. 

Hoy la influencia del Comité Olímpico es muy grande porque tiene voz en todas las tribunas, está presente en la ONU a través de acuerdos y en otras organizaciones. El presidente actual tiene los pies en la tierra para salvar el Olimpismo.

Esta respuesta de Flor Isava nos lleva al año 1998, cuando el Comité Olímpico Internacional decidió enarbolar la bandera de las Naciones Unidas en todos los lugares donde se celebraran competencias de los Juegos Olímpicos.

-En su familia, ¿ cómo se ha vivido el deporte? 
-Mis hijas han competido en equitación. La mayor, Astrid, que vive en Alemania, desarrolló una carrera importante en el ecuestre y obtuvo importantes reconocimientos nacionales e internacionales y Anabella ganó numerosas competencias. El deporte ha estado siempre presente. 

Antes de despedirse hablamos un poco sobre cómo ocupa su tiempo. La lectura está en lugar importante y subraya: Me gusta mucho la historia, actualmente estoy leyendo un libro sobre los vikingos. La música también tiene su espacio. Me gusta todo, pero no entiendo esos nuevos ritmos tan monótonos, donde no se canta sino se habla.

Y la dejamos en su biblioteca, donde recibe las visitas y diariamente llegan también sus amigos alados, los pájaros que bajan de El Ávila. Allí  encuentran, colgados en las rejas de la ventana, alimento en unas coquetas cesticas y sin ninguna timidez se acercan hasta su escritorio donde las fotografías familiares forman parte de otros de sus mundos, el de los afectos.

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