La decisión del secretario general de la ONU, António Guterres, de poner en manos de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) el diferendo venezolano-guyanés por el territorio Esequibo, ha facilitado al gobierno de Georgetown una carta muy importante para presionar un camino que ha sido ya de entrada rechazado por Venezuela que desconoce el Laudo Arbitral de París. Cada cierto tiempo el llamado diferendo limítrofe suele calentar el clima político entre los dos países, pero ahora se dan condiciones para la ofensiva guyanesa, toda vez que la decisión de Guterres coloca irremediablemente el tema en el ámbito jurídico y ante una instancia del peso propio de la justicia internacional. Ello se suma al otorgamiento de concesiones petroleras por Georgetown en la zona en conflicto y el anuncio de maniobras militares entre el ejército guyanés y el Comando Sur de los Estados Unidos, que si bien se consideran rutinarias, adquieren mayor interés dada la posibilidad de una intervención militar en el país, alentada directamente por Donald Trump y en buena medida suscrita por los presidentes Duque de Colombia y Bolsonaro de Brasil (los dos principales vecinos) sin descartar el efecto directo que puedan tener las sanciones económicas decretadas por Washington en la línea ya clásica del estrangulamiento. En este caso, sin embargo, tanto gobierno como oposición comparten la necesidad de defender la integridad territorial venezolana.

 España concurre hoy a elecciones generales en el marco de un agitado debate político con la aparición y la expansión de partidos como Podemos (que asume en buena medida el planteamiento original del chavismo), y VOX que proclama su adhesión a las propuestas más radicales de la derecha, un dilema que como se recuerda condujo a la trágica "Guerra Civil Española". Si bien los sondeos de opinión aseguran la mayoría de cargos legislativos al PSOE el partido del jefe del Gobierno Pedro Sánchez, ello también impondría la necesidad de una negociación para la formación del nuevo poder, proceso que está interferido justamente por las crecientes discrepancias entre los principales partidos. Si en algún momento después de la Transición de los años setenta encabezada por Adolfo Suárez, se requiere de un mínimo acuerdo político es el actual, si se toma en cuenta que temas como el separatismo (con fuerza en el caso de Cataluña) resultan una amenaza para la unidad europea. Dos días antes de los comicios, Sánchez advirtió ante la prensa que "hay riesgo real de que la derecha se sume con la extrema derecha"; mientras que el analista David Jiménez sostiene que "el centro político está en retirada en todo el mundo ante el avance del populismo y la renovada atracción que generan los discursos intolerantes, pero en pocos lugares esa tendencia sorprende más que en España".