Venezuela, entre el pragmatismo MAGA y la revancha
Hoy, en un mundo que ya no gira en torno a un solo centro de poder, los gobiernos de la región empiezan a replantearse sus relaciones en la escena internacional
En general, los países de América Latina están cambiando de rumbo y han comenzado, poco a poco, a dejar atrás la época en la que la mayoría de sus decisiones estaban marcadas por la cercanía y la dependencia de Estados Unidos. Hoy, en un mundo que ya no gira en torno a un solo centro de poder, los gobiernos de la región empiezan a replantearse sus relaciones en la escena internacional.
Un artículo reciente de IPS Journal, titulado "LAC: A Region Redefined", sostiene que la política exterior de Donald Trump no ha fortalecido la posición de Estados Unidos en la región y, más bien, la ha debilitado. Su política agresiva, centrada en el lema “América Primero”, ha dado prioridad a los intereses particulares por encima de la cooperación multilateral, lo que ha generado un distanciamiento que está siendo aprovechado por otros actores.
PRAGMATISMO
En este contexto, cada vez más países buscan diversificar sus relaciones y abrir nuevos canales de cooperación. Algunos lo hacen de forma más decidida, otros con cautela, pero en general se intenta dejar de depender de un solo socio. Más allá de lo coyuntural, hay una tendencia a ampliar el margen de maniobra para actuar en función de los propios intereses.
Esta dinámica podría definirse como una multipolaridad pragmática, es decir, un escenario donde cada nación se relaciona con distintos actores de forma más flexible.
CHINA-CELAC
Este viraje se expresa en acciones concretas, como el Foro China-Celac celebrado en Pekín, donde Colombia anunció su adhesión a la Ruta de la Seda y coincidieron mandatarios de Brasil y Chile, en una señal del interés regional por diversificar alianzas. Según el artículo de IPS Journal, América Latina avanza en acuerdos con actores como China, la Unión Europea, India, el sureste asiático y las economías árabes del Golfo para reducir su dependencia de EEUU. También se han fortalecido los vínculos Sur-Sur, se exploran monedas alternativas al dólar en el marco de los Brics y crecen las inversiones chinas en sectores como la minería, infraestructura y telecomunicaciones.
VENEZUELA
En la misma línea, Venezuela ha estrechado sus vínculos con Rusia y China, como lo muestra la presencia en los actos de conmemoración del 80º aniversario de la victoria de la Segunda Guerra Mundial, el encuentro de Nicolás Maduro con Vladimir Putin, la firma del tratado de asociación estratégica con Rusia y la reunión bilateral en Moscú de las delegaciones de Venezuela y China encabezadas por Nicolas Maduro y Xi Jinping. En ese encuentro, el mandatario chino expresó su disposición a fortalecer la “cooperación práctica”.
¿QUÉ IMPIDE?
En el caso venezolano, este proceso de apertura hacia nuevas alianzas se ha profundizado en la medida en que las sanciones han obligado al país a contrarrestar el aislamiento económico impuesto por Washington.
Sin embargo, está en el interés nacional desarrollar acuerdos múltiples que incluyan tanto a Rusia y China como a Estados Unidos, ya que la multipolaridad no necesariamente implica bloques cerrados. En un escenario ideal, Venezuela y Estados Unidos podrían firmar acuerdos de cooperación petrolera sin contradecir otras alianzas. La pregunta es: ¿qué impide avanzar en esa dirección actualmente?
ACUERDO LÓGICO
En un sentido estricto, la idea pragmática de "América Primero", con una óptica menos intervencionista y orientada a ganancias económicas, debería facilitar un acuerdo petrolero con Venezuela basado en intereses mutuos. Las inmensas reservas venezolanas, su proximidad geográfica y la compatibilidad con refinerías estadounidenses hacen de ese acuerdo algo lógico.
Así lo ha señalado Laura Loomer, una activista MAGA y figura representativa del “sentido común trumpista” de América Primero, conocida por su lealtad a Trump. Loomer dice que la decisión de Trump de forzar la salida de Chevron de Venezuela es un error estratégico que amenaza la seguridad energética de EEUU y beneficia a China.
¿REVANCHA?
Marco Rubio representa la visión neoconservadora del Partido Republicano, distinta del movimiento MAGA. Tiene una visión intervencionista, heredada de la Guerra Fría y cree que aún se está luchando contra el comunismo, En cambio, Donald Trump tiene una posición más pragmática, menos condicionada por ese marco ideológico.
Ahora bien, es sabido que Rubio suele acomodarse con lo que diga Trump, incluso cuando no está de acuerdo, como en el caso de Ucrania. Lo hace porque quiere mantenerse en su cargo y posicionarse como una figura válida dentro del trumpismo para no quedar fuera de juego en la próxima contienda presidencial.
En todo caso, las decisiones de un gobierno de Trump las toma Trump. Entonces, ¿cómo se explicaría que Trump adopte una política hacia Venezuela que contradiga su propia visión MAGA? Difícilmente sería solo por la presión de Rubio.
Si finalmente Trump no llega a un acuerdo y retira a Chevron de Venezuela, quizás la explicación de esta conducta resida en una suerte de deseo de revancha, ya que Venezuela fue una derrota simbólica durante su primer mandato, y ahora podría querer aliviar su orgullo herido. Ya se ha visto en la historia que, en política exterior, a veces la lógica se subordina al ego.
Siguenos en
Telegram,
Instagram,
Facebook y
Twitter
para recibir en directo todas nuestras actualizaciones