Luis Eduardo Martínez: ¿Por qué no unirnos y luchamos como hermanos?
Venezuela está herida en el corazón y necesita de todos aquellos que antepongamos los intereses comunes sobre los egoístamente particulares, señaló el candidato a la República
Caracas.- A una cuadra del Palacio Federal Legislativo, me topo por casualidad con Walter Márquez, diputado que fue por tres décadas, embajador en la India, defensor de derechos humanos. Hablamos de lo difícil que es hoy el encuentro entre venezolanos, separados por su sino partidista.
Walter me recuerda cuatro demostraciones en nuestra historia patria de cómo fue posible entenderse a pesar de las grandes diferencias existentes y la violencia incluso que marcó las confrontaciones de cada tiempo.
En 1813, en Trujillo, Bolívar suscribió el Decreto de la “Guerra a Muerte”. Siete años y miles de muertos después, otra vez vez en tierras trujillanas, Bolívar se abraza con el español Morillo y firman el Tratado de Armisticio y Regularización de la Guerra.
Tras la pérdida de casi un tercio de la población venezolana -muertos, heridos- y la ruina generalizada, la Guerra Federal concluye con la firma del Tratado de Coche, 1863, entre los representantes de Páez y Falcón, Pedro José Rojas y Antonio Guzmán Blanco.
Casi un siglo después, en *1958*, los líderes de tres grandes partidos venezolanos: Rómulo Betancourt por AD, Rafael Caldera por COPEI y Jóvito Villalba por URD, férreos adversarios, sellaron el *Pacto de Punto Fijo* que permitió consolidar la naciente democracia tras la caída de la dictadura perezjimenista. Una autocrítica obligante, dejaron por fuera al PCV que también se había revestido de heroísmo en las luchas contra la tiranía y quizás, solo quizás, excluidos se precipitaron a la subversión armada.
A partir de 1969, Caldera presidente, adelantó la política de pacificación que permitió el regreso a la vida civil y electoral a los alzados en armas. Bajaron de las montañas y se integraron al quehacer político. Ministros, congresistas, gobernadores llegaron a ser. En su segundo mandato replicó esa política al indultar a los golpistas del 4F y 27N.
La llegada de Hugo Chávez al poder, por vía electoral hay que recordar, encrespó los enfrentamientos y atizados por un odio insensato se acumulan ya veinte y cinco años de peleas.
Veinte y cinco años de peleas que han derivado en un punto muerto, una especie de guerra de trincheras, a veces de desgaste, en la cual ejércitos enfrentados no ceden una pulgada a costa del sufrimiento y el sacrificio de miles de soldados.
Veinte y cinco años en los cuales los extremos han arruinado al país y ocasionado una tragedia humanitaria marcada por el éxodo de millones de connacionales.
Mientras escribo estas líneas recuerdo a *Alí Primera* en “Dispersos” que puedo cantar de memoria desde mi época de estudiante universitario: “Dispersos los hombros, dispersos corazones, las luchas dispersas busquemos las razones” para más adelante clamar:
“¿Por qué no unirnos y luchamos como hermanos por la Patria que está herida, nuestra Patria la que amamos”.
Venezuela está herida en el corazón y necesita de todos aquellos que antepongamos los intereses comunes sobre los egoístamente particulares.
En poco, el CNE aprobará tras recibir consultas hechas en un amplísimo proceso desde la Comisión para el Diálogo, la Paz y la Reconciliación Nacional, el cronograma electoral presidencial 2024.
¡Vamos a unirnos!, sin distinción de ninguna naturaleza, vamos a unirnos y luchamos como hermanos y hermanas por el mejor mañana de Venezuela. Pacífica y electoralmente podemos lograrlo.
Siguenos en
Telegram,
Instagram,
Facebook y
Twitter
para recibir en directo todas nuestras actualizaciones