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Métodos tóxicos de la política internacional del Occidente

Somos testigos de otra masiva campaña de desinformación y desacreditación de Rusia, esta vez en torno al bloguero ruso, Alexey Navalniy, instrumentada por los dirigentes de los países occidentales

  • ESPECIAL PARA EL UNIVERSAL

04/10/2020 07:00 am

SECCIÓN PRENSA
EMBAJADA DE RUSIA

El 20 de agosto pasado, el bloguero ruso opositor Alexey Navalniy, conocido por haber cometido varios delitos económicos en Rusia, fue hospitalizado en estado grave en un hospital de la ciudad rusa de Omsk tras sentirse mal durante un vuelo a Moscú. Médicos rusos pudieron rápidamente estabilizar su condición. Posteriormente, por petición de familiares del bloguero fue trasladado a Alemania en el hospital público “Charité” de Berlín. Su estado de salud seguía siendo grave y el político permanecía varias semanas en coma inducido.

Según el diagnóstico inicial de “Charité”, Navalniy sufrió una intoxicación con una sustancia del grupo de los inhibidores de la colinesterasa. Unos días después, el Gobierno alemán anunció que el bloguero fue envenenado con un agente nervioso del grupo “Novichok”. La Canciller alemana, Angela Merkel, apuntó durante una rueda de prensa que alguien quería silenciar al activista ruso. Subrayó la mandataria: “Navalniy fue víctima de un ataque con un agente químico nervioso del grupo “Novichok”. La presencia de este veneno fue confirmada sin lugar a dudas en [sus] pruebas”.

Hay que aclarar que según la última encuesta efectuada por la agencia de sondeo rusa “Levada Center” (agente extranjero, en términos de la legislación rusa, que recibe financiación de la Fundación John D. y Catherine T. MacArthur, la Open Society Foundations del magnate estadounidense George Soros y la Fundación Nacional para la Democracia, entre otros), del 3 de septiembre de 2020, el bloguero tiene nada más que un 2% de apoyo en Rusia. El mismo número de apoyo le otorgan las cifras oficiales. O sea, se trata de desviación o el margen de error estadístico.

En la situación en torno a A.Navalniy Rusia desde el inicio ha mantenido una posición de transparencia máxima. Por solicitud de sus familiares su salida para el tratamiento en Alemania fue arreglada rápidamente y efectuada sin demora. Además, nuestros médicos entregaron a sus colegas alemanes los datos sobre el estado de salud del paciente y estuvieron dispuestos a continuar el trabajo conjunto para su más pronta recuperación.

Lamentablemente, como respuesta recibimos una negativa rotunda del Gobierno alemán a cooperar en la determinación de la verdad respecto a esa situación. Prácticamente, a partir del primer día Berlín pasó a la diplomacia de micrófono al desplegar una amplia campaña de acusación contra las autoridades rusas del presunto envenenamiento del ciudadano ruso. En ésta participaron enérgicamente los aliados euroatlánticos y las sedes de la OTAN y la Unión Europea exigiendo realizar “una investigación internacional independiente” bajo la égida de la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ). 

Sorprendentemente a diferencia de los toxicólogos rusos los médicos de la clínica “Charité” de inmediato detectaron en las pruebas del bloguero la presencia de inhibidores de colinesterasa y anunciaron su envenenamiento. Luego, de manera expedita a la situación fueron incorporados los médicos militares del Instituto de Farmacología y Toxicología de Bundeswehr en Múnich que llegaron a una conclusión previsible en el ambiente de la incesante histeria antirrusa en el Occidente sobre el “ataque” contra Navalniy con una substancia tóxica del grupo “Novichok”.

Las acciones de Alemania fueron tan coordinadas que provocaron una multitud de preguntas si esto será otro show sobre el místico uso de armas químicas. Tales shows ya hemos visto en torno a unos supuestos ataques químicos en Siria y el caso de envenenamiento de los Skripal en Inglaterra.

Ni hablar de otro espectáculo de esa índole en 2003 aquel Secretario de Estado estadounidense Colin Powell mostraba en el Consejo de Seguridad de la ONU la notoria probeta con un polvo blanco, pretendiendo de persuadir a la comunidad internacional que el líder iraquí Saddam Hussein presuntamente poseía de armamentos químicos. Las consecuencias de aquella falsedad son macabras – el Estado iraquí, que en un tiempo había sido uno de los países de Medio Oriente más seguros, ahora está en ruinas, según varias fuentes murieron de 420,000 a 790,000 iraquíes, apareció y se fortaleció del grupo terrorista Estado Islámico (claro está que los responsables de todo ello todavía no han comparecido ante el tribunal). Hoy en día este caso constituye un precedente de crestomatía de cómo países occidentales usan pretextos inventados, sobre todo acusaciones de utilización de armas químicas, para lograr sus fines geopolíticos.


Colin Powell y la notoria probeta. El fake que costó entre 420,000 y 790,000 vidas de civiles iraquíes

Nos hace pensar que el “caso Navalniy” es otro show toda una serie de circunstancias, a saber: la disposición declarada de manera urgente al más alto nivel de llevar al bloguero sin demora a Alemania para el tratamiento; la presencia de representantes de Bundeswehr y de vehículos especializados del ente militar durante su transportación; la incorporación del alto mando político-militar a la situación, cuyo “invitado” fue declarado el “paciente” mencionado. Al parecer, todas esas cuestiones de organización fueran parte del plan de politizar este incidente con el fin claro de acusar Rusia de violar la Convención sobre la Prohibición de Armas Químicas.

Pese a su obligación según el Convenio Europeo de Asistencia Judicial en Materia Penal de 1959 y sus dos Protocolos Adicionales el Gobierno de Alemania impide activamente la investigación preliminar de este incidente que se efectúa en Rusia, obstaculizando de tal modo la determinación de la verdad. Una demostración de ello es la negativa rotunda de cooperar con la parte rusa, la desestimación de las solicitudes legítimas de la Fiscalía General rusa (transmitidas a Alemania el 27 de agosto y el 14 de septiembre pasados) y la apelación a la capacidad “pericial” de la OPAQ.

Hay cuestiones también respecto al hecho de que todos los socios de Navalniy involucrados, representantes de Bundeswehr y médicos alemanes estaban sin medios de protección durante el traslado y tratamiento del bloguero supuestamente envenenado por “Novichok”, sustancia que fue elaborada como arma de destrucción masiva y unos gramos del mismo son capaces de exterminar toda la población de una pequeña ciudad.

El hecho de que unas sustancias altamente tóxicas fueran detectadas e identificadas por laboratorios de Alemania, Francia y Suecia demuestra que tales químicos son bien conocidos desde hace tiempo en varios países de la OTAN y Unión Europea, estudiadas y fabricadas allá. En algunos de estos países, por ejemplo, en los EE.UU. se extendían patentes para su uso con fines bélicos, lo que es de por sí muy demostrativo inclusive en el contexto del “caso Navalniy”.

Cabe mencionar también que a principios de 2020, un grupo de expertos de un laboratorio militar químico en EE.UU. (Aberdeen, Edo. Maryland) que investigaban las propiedades de los “Novichok”, publicaron un artículo señalando que habían sintetizado de manera independiente tres sustancias tóxicas de este tipo (A230, A232 y A234).

Por otro lado, es muy dudoso el papel de la Secretaría Técnica de la OPAQ en esta situación. Atrae una atención especial el hecho de que a partir del momento del recibo el pasado 3 de septiembre por su Secretario General, Fernando Arias, de la información de la Parte alemana sobre el supuesto “envenenamiento” de A.Navalniy, la Secretaría Técnica adoptó ciertas “medidas preparatorias” en espera de la solicitud de Alemania y estaba en un contacto permanente con Berlín. Esta circunstancia revela claramente la arbitrariedad y parcialidad de la Secretaría Técnica que ocultaba en contactos con la Representación Permanente de Rusia ante la OPAQ el hecho mismo de su interacción activa con Berlín. 

Además, resultó que los expertos de la OPAQ los pasados 5-6 de septiembre “por su propia iniciativa” extrajeron las muestras biológicas de Navalniy, mientras que la solicitud oficial de asistencia técnica fue transmitida por Berlín solamente los pasados 12 o 13 de septiembre. Así que la Secretaría Técnica empezó prestar “asistencia” en este asunto politizado sin mandato apropiado.

Así que somos testigos de otra masiva campaña de desinformación y desacreditación de Rusia, esta vez en torno al bloguero ruso, instrumentada por los dirigentes de los países occidentales con incorporación de la OPAQ, estructura otrora bastante exitosa y prestigiosa, que hoy en día gracias a los esfuerzos de los aliados euroatlánticos está convertida en un instrumento de la realización de sus proyectos geopolíticos. En estas circunstancias Rusia no va a estar con los brazos cruzados y sabrá defender la verdad como ya en varias ocasiones sucedió en el pasado.
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