Necesitamos un Factor “X” para resolver conflictos bélicos
La comunidad internacional siempre usa pasos definidos para solucionar conflictos bélicos. Examinando el caso de Yemen, vemos cómo sus esfuerzos no rinden frutos por no responder al fondo del mismo
Por Ricardo A. Larrazabal Muro, estudiante de derecho de la Universidad Católica Andrés Bello.
Históricamente la comunidad internacional ha optado por involucrarse en conflictos nacionales o regionales en la búsqueda de una solución perpetua al problema. Hoy en día, obviando los agravantes de Covid-19, se ha dificultado la solución pacífica de conflictos con participación internacional, donde muchos opinan que es por desconfianza a actores internacionales. Sin embargo, yo creo que es por una falta de comprensión del fondo del problema. El futuro que queremos crear uno donde no solo haya confianza en las instituciones que existen para mediar y resolver, sino también re-enfocar la manera en que estas instituciones responden ante estas crisis.
Presentado un conflicto, existen pasos establecidos que ya han funcionado en casos anteriores para resolverlo (por ejemplo, mediación y conciliación, cese al fuego y ayuda humanitaria). No obstante, lo multifacético que se han vuelto los conflictos actuales hace que estos pasos no sean suficientes, pues no responden al verdadero fondo del conflicto. Por eso, me atrevo a decir que por ahora no estamos en un buen camino.
Pongamos el ejemplo de un conflicto actual que ha creado la crisis humanitaria más grave del siglo: la guerra de Yemen. A simple vista, es una guerra por poder entre el gobierno de Yemen liderado por el presidente Hadi y los rebeldes Houthi. En realidad, trata de un conflicto étnico entre muchas subculturas (incluidas otras partes como el Consejo de Transición del Sur), agravado por tensiones entre Arabia Saudita e Irán. Ante el conflicto, la comunidad internacional propuso el Acuerdo de Estocolmo el año pasado, que en principio se vio como un gran paso hacia el fin de la guerra, pero no fue así. Hubo muchos problemas en la implementación de las medidas estipuladas en el acuerdo y en la coordinación de medidas de confianza, pero el fondo, de acuerdo con el Instituto del Medio Oriente, es que no se tomó en cuenta el verdadero problema cultural que generó el conflicto, y tampoco se tomaron todas las partes en consideración.
Mi enfoque ahora es Yemen, que lo pongo como ejemplo pues es el más claro de que los esfuerzos de la comunidad internacional por resolver conflictos no están funcionando, pero actualmente muchos países como Siria, Somalia, Ucrania y Libia tienen conflictos con sus propias características individuales . Para cerrar la brecha de resolver conflictos, por más sencillo que suene, es necesario entender la causa del mismo. Para Yemen, hay algunos académicos como Jack McGinn de la London School of Economics que buscan la única solución a este problema es la partición definitiva de Yemen. A pesar de que sí respondería al problema cultural de fondo, yo propondría otorgar ciertos niveles de autonomía para las comunidades de los Houthis y al Consejo de Transición del Sur, así mantener un potencial económico del país entero, pero reconociendo las diferencias culturales. Para los otros conflictos, la solución de fondo puede significar otra cosa. En definitiva, la brecha la puede cerrar la comunidad internacional atacando las causas del conflicto, y no sus consecuencias.
Históricamente la comunidad internacional ha optado por involucrarse en conflictos nacionales o regionales en la búsqueda de una solución perpetua al problema. Hoy en día, obviando los agravantes de Covid-19, se ha dificultado la solución pacífica de conflictos con participación internacional, donde muchos opinan que es por desconfianza a actores internacionales. Sin embargo, yo creo que es por una falta de comprensión del fondo del problema. El futuro que queremos crear uno donde no solo haya confianza en las instituciones que existen para mediar y resolver, sino también re-enfocar la manera en que estas instituciones responden ante estas crisis.
Presentado un conflicto, existen pasos establecidos que ya han funcionado en casos anteriores para resolverlo (por ejemplo, mediación y conciliación, cese al fuego y ayuda humanitaria). No obstante, lo multifacético que se han vuelto los conflictos actuales hace que estos pasos no sean suficientes, pues no responden al verdadero fondo del conflicto. Por eso, me atrevo a decir que por ahora no estamos en un buen camino.
Pongamos el ejemplo de un conflicto actual que ha creado la crisis humanitaria más grave del siglo: la guerra de Yemen. A simple vista, es una guerra por poder entre el gobierno de Yemen liderado por el presidente Hadi y los rebeldes Houthi. En realidad, trata de un conflicto étnico entre muchas subculturas (incluidas otras partes como el Consejo de Transición del Sur), agravado por tensiones entre Arabia Saudita e Irán. Ante el conflicto, la comunidad internacional propuso el Acuerdo de Estocolmo el año pasado, que en principio se vio como un gran paso hacia el fin de la guerra, pero no fue así. Hubo muchos problemas en la implementación de las medidas estipuladas en el acuerdo y en la coordinación de medidas de confianza, pero el fondo, de acuerdo con el Instituto del Medio Oriente, es que no se tomó en cuenta el verdadero problema cultural que generó el conflicto, y tampoco se tomaron todas las partes en consideración.
Mi enfoque ahora es Yemen, que lo pongo como ejemplo pues es el más claro de que los esfuerzos de la comunidad internacional por resolver conflictos no están funcionando, pero actualmente muchos países como Siria, Somalia, Ucrania y Libia tienen conflictos con sus propias características individuales . Para cerrar la brecha de resolver conflictos, por más sencillo que suene, es necesario entender la causa del mismo. Para Yemen, hay algunos académicos como Jack McGinn de la London School of Economics que buscan la única solución a este problema es la partición definitiva de Yemen. A pesar de que sí respondería al problema cultural de fondo, yo propondría otorgar ciertos niveles de autonomía para las comunidades de los Houthis y al Consejo de Transición del Sur, así mantener un potencial económico del país entero, pero reconociendo las diferencias culturales. Para los otros conflictos, la solución de fondo puede significar otra cosa. En definitiva, la brecha la puede cerrar la comunidad internacional atacando las causas del conflicto, y no sus consecuencias.
- Ricardo Larrazábal es estudiante derecho de la Universidad Católica Andrés Bello, cursando su noveno semestre en derecho y completando una concentración menor en finanzas empresariales. Ricardo también es pasante legal del departamento corporativo de Baker McKenzie Venezuela, y ha obtenido reconocimientos por excelencia académica, y ha participado y obtenido reconocimientos en competencias nacionales e internacionales de Modelos de Naciones Unidas.
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