La realidad subjetiva de nuestro progreso objetivo
¿Nos encontramos en camino hacia un mundo mejor?
Marco Yanes Anzola, estudiante de Medicina de 5to año y director académico del Modelo Nacional de Naciones Unidas de Harvard de la UCV (UCV HNMUN).
Antes de contestar la pregunta debo advertirle que la respuesta a esta simple interrogatoria, al igual que el arte a través de la historia, posee un importante componente subjetivo, adjudicado principalmente al criterio del observador y de las millones de interpretaciones posibles e incluso combinaciones de las mismas. ¿Es el mundo un lugar bueno? ¿Qué significa un mundo mejor? Sin embargo, para nuestro mutuo contento, el objetivo de estas palabras no es sustentar argumentos subjetivos sino exponer evidencia acerca de la evolución humana en los últimos años.
Después de encuestar a más de 10,000 sujetos con más de 30 nacionalidades diferentes;Hans Rosling, con su interesante título “Factfulness”, concluyó que más del 50% de la población considera que el mundo está empeorando. Descubriendo así la más peligrosa de las nuevas tendencias: la tendencia al negativismo.
Para definir si el mundo está en efecto empeorando, debemos plantearnos utilizar características objetivas y actualizadas de la sociedad que hemos registrado y utilizado históricamente para evaluar nuestra calidad de vida. Una característica común que solemos registrar es la pobreza, que utilizaremos para el ejemplo a continuación.
Más del 80% de los encuestados afirmaron creer que en los últimos 20 años, la proporción de la población mundial viviendo en pobreza extrema se había mantenido o duplicado.Sin embargo, cuando analizamos la estadística (Gapminder, 2017), nos encontramos que la realidad es totalmente opuesta: ¡en los últimos 20 años, la proporción de la población viviendo en pobreza se ha reducido a menos de la mitad!
Otro indicador que solemos plantear para evaluar el progreso social es la igualdad, particularmente la igualdad de género. Al ser encuestados con el mismo instrumento, 93% de los sujetos afirmaron creer que menos del 40% de las niñas del mundo, culminado satisfactoriamente la educación primaria, nuevamente, al consultar la estadística (Gapminder, 2017) nos encontramos que en realidad, más del 60% de las niñas a nivel mundial cursan la escuela primaria de forma satisfactoria.
Como estos indicadores, víctimas del “cortocircuito negativo” existen miles, como por ejemplo, la cantidad de población y el conocido mito de la sobrepoblación, definido en este caso como mito ya que, si bien esperamos alcanzar los 9.000 millones de habitantes para el año 2.042 (Naciones Unidas), una de las razones principales detrás de este incremento es el aumento considerable en la expectativa de vida en la actualidad y no a un aumento exagerado, mucho menos peligroso, de la Tasa Global de Fertilidad (definida sencillamente como el número de niños por mujer en edad fértil) que, de acuerdo al World Bank se mantuvieron hace 50 años (1970) en 4,7 y, para el año 2018, en 2,4. En palabras más simples, la mujer actualmente tiene 2 hijos en promedio.
Sí, es correcto, todavía tenemos un 9% de la población que vive por menos de 2$/día (pobreza extrema), también es correcto que todavía necesitamos brindarle oportunidades educativas a 40% de las niñas a nivel mundial o que todavía nos falta por vacunar a 20% de nuestros niños menores de 1 año, pero también es claro que a través de estrategias a corto, mediano y largo plazo, como los Objetivos del Desarrollo Sustentable, nos hemos lanzado a la labor titánica de combatir de forma efectiva tragedias globales como la desigualdad, la pobreza y las disparidades de salud, encontrándonos cada vez más cerca del mundo que queremos crear: un mundo lleno de oportunidades cuyas distancias sean definidas por el deseo individual y no por la desigualdad; donde el progreso y crecimiento global homogéneo sean apalancados por el desarrollo indetenible de las nuevas tecnologías; un mundo donde valoramos la sombra de los árboles ya plantados mientras sembramos nuevas semillas.
Antes de contestar la pregunta debo advertirle que la respuesta a esta simple interrogatoria, al igual que el arte a través de la historia, posee un importante componente subjetivo, adjudicado principalmente al criterio del observador y de las millones de interpretaciones posibles e incluso combinaciones de las mismas. ¿Es el mundo un lugar bueno? ¿Qué significa un mundo mejor? Sin embargo, para nuestro mutuo contento, el objetivo de estas palabras no es sustentar argumentos subjetivos sino exponer evidencia acerca de la evolución humana en los últimos años.
Después de encuestar a más de 10,000 sujetos con más de 30 nacionalidades diferentes;Hans Rosling, con su interesante título “Factfulness”, concluyó que más del 50% de la población considera que el mundo está empeorando. Descubriendo así la más peligrosa de las nuevas tendencias: la tendencia al negativismo.
Para definir si el mundo está en efecto empeorando, debemos plantearnos utilizar características objetivas y actualizadas de la sociedad que hemos registrado y utilizado históricamente para evaluar nuestra calidad de vida. Una característica común que solemos registrar es la pobreza, que utilizaremos para el ejemplo a continuación.
Más del 80% de los encuestados afirmaron creer que en los últimos 20 años, la proporción de la población mundial viviendo en pobreza extrema se había mantenido o duplicado.Sin embargo, cuando analizamos la estadística (Gapminder, 2017), nos encontramos que la realidad es totalmente opuesta: ¡en los últimos 20 años, la proporción de la población viviendo en pobreza se ha reducido a menos de la mitad!
Otro indicador que solemos plantear para evaluar el progreso social es la igualdad, particularmente la igualdad de género. Al ser encuestados con el mismo instrumento, 93% de los sujetos afirmaron creer que menos del 40% de las niñas del mundo, culminado satisfactoriamente la educación primaria, nuevamente, al consultar la estadística (Gapminder, 2017) nos encontramos que en realidad, más del 60% de las niñas a nivel mundial cursan la escuela primaria de forma satisfactoria.
Como estos indicadores, víctimas del “cortocircuito negativo” existen miles, como por ejemplo, la cantidad de población y el conocido mito de la sobrepoblación, definido en este caso como mito ya que, si bien esperamos alcanzar los 9.000 millones de habitantes para el año 2.042 (Naciones Unidas), una de las razones principales detrás de este incremento es el aumento considerable en la expectativa de vida en la actualidad y no a un aumento exagerado, mucho menos peligroso, de la Tasa Global de Fertilidad (definida sencillamente como el número de niños por mujer en edad fértil) que, de acuerdo al World Bank se mantuvieron hace 50 años (1970) en 4,7 y, para el año 2018, en 2,4. En palabras más simples, la mujer actualmente tiene 2 hijos en promedio.
Sí, es correcto, todavía tenemos un 9% de la población que vive por menos de 2$/día (pobreza extrema), también es correcto que todavía necesitamos brindarle oportunidades educativas a 40% de las niñas a nivel mundial o que todavía nos falta por vacunar a 20% de nuestros niños menores de 1 año, pero también es claro que a través de estrategias a corto, mediano y largo plazo, como los Objetivos del Desarrollo Sustentable, nos hemos lanzado a la labor titánica de combatir de forma efectiva tragedias globales como la desigualdad, la pobreza y las disparidades de salud, encontrándonos cada vez más cerca del mundo que queremos crear: un mundo lleno de oportunidades cuyas distancias sean definidas por el deseo individual y no por la desigualdad; donde el progreso y crecimiento global homogéneo sean apalancados por el desarrollo indetenible de las nuevas tecnologías; un mundo donde valoramos la sombra de los árboles ya plantados mientras sembramos nuevas semillas.
- Marco Yanes Anzola, Estudiante de Medicina de 5to año, Universidad Central de Venezuela, Escuela Luis Razetti. Director académico del Modelo Nacional de Naciones Unidas de Harvard de la UCV (UCV HNMUN).
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