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Un eventual impeachment a Trump y sus posibles cambios en la geopolítica de la región

De concretarse el impeachment, el vicepresidente, Mike Pence, asumiría el cargo por el resto del mandato, lo que podría traer consecuencias en la actual gestión geopolítica de EEUU en Latinoamérica

  • ENRIQUE COTE

13/10/2019 05:30 am

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha vivido semanas tensas luego de ser salpicado por el polémico resumen de la llamada telefónica que mantuvo en el mes de julio con su par de Ucrania, Volodimir Zelenski, en la que, según un informante anónimo (un miembro de los cuerpos de inteligencia), el magnate le sugería investigar por supuesta corrupción al hijo de su rival, Joe Biden, el candidato demócrata mejor posicionado de cara a las elecciones presidenciales de 2020, desatando un escándalo político que llevó al inicio de una investigación con miras a un "impeachment" (juicio político) en su contra, que podría conducir a su destitución del cargo. 

La posibilidad de un impeachment en contra del magnate no es un tema nuevo. La rudeza de su mandato ha ido alimentando esta posibilidad, llegando al punto de quiebre con la controversial llamada, por la cual los demócratas y especialmente su líder, la jefa de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, la han considerado como un uso ilegitimo de poder para presionar a un Gobierno foráneo en pos de su beneficio, y que de concretarse tal destitución sería el vicepresidente, Mike Pence, quien asumiría el cargo por el resto del mandato, lo que podría traer consecuencias en la actual gestión geopolítica de la Casa Blanca, tildada por muchos sectores de la opinión pública como radical, en especial con lo que respecta a Latinoamérica. 

Para Trump, América Latina ha sido uno de los temas principales de su agenda geopolítica, sobresaliendo dos temas por encima del resto: la migración proveniente de Centroamérica y el constante aumento de las presiones en contra de los gobiernos izquierdistas de Cuba y Venezuela.

Ante tal panorama, una eventual destitución de su cargo como dirigente de la única súper potencia del planeta, podría traer cambios en estos temas, considerados prioridad para la actual administración de la Casa Blanca. 

Migración y la izquierda latinoamericana 



Trump ganó las presidenciales de 2016 bajo el lema “America First” (América primero), vislumbrando su visión de la política internacional. Según su criterio, para fortalecer la seguridad de EEUU, construiría “el muro Trump” en la frontera sur con México para detener la migración ilegal proveniente mayormente de los países del Triángulo Norte de Centroamérica (Guatemala, Honduras y El Salvador), en busca del ansiado “sueño americano”.

El proyecto y las consecuentes declaraciones del empresario en actos públicos y sobre todo en sus característicos Tweets, causaron una ola de críticas tanto internas como externas, comenzando con la negativa del Congreso y de la Corte Suprema, así como del Partido Demócrata a otorgar fondos para el proyecto (que pasaría los 20 billones de dólares), el cual consideran excesivo e “inmoral”, pero que aun así el magnate está convencido de lograr su “soñado muro” en los próximos meses, además de colocar más barreras físicas y legales a los inmigrantes. 

Por otra parte, Trump siempre ha sido un acérrimo crítico de las ideologías comunista y socialista. La constante presión económica para hacer colapsar a los gobiernos izquierdistas de Latinoamérica, como Venezuela y sobre todo Cuba, han sido aspectos claves de su agenda política en la región, ya que como buen “showman” desea ser reconocido como el presidente que “liberó” del yugo del socialismo “opresor” a millones de personas que viven las duras consecuencias sociales y económicas que afrontan en la actualidad estas dos naciones, por lo que es de esperarse que de continuar en el poder aumente la presión sobre ambos gobiernos, y que inclusive los utilice como trampolín para una hipotética reelección presidencial en 2020.

Ahora bien, de ser hallado culpable por al menos dos tercios (67%) del Senado, Trump sería destituido como presidente de Estados Unidos, cargo que pasaría a tomar su aliado Mike Pence, republicano al igual que el empresario, pero que a lo largo de su basta carrera política ha mostrado una ideología distinta en temas cruciales como la migración y la economía, además de mostrase más cauto al cuidar su imagen con relación a la cambiante opinión pública. 

Pence: una posibilidad lejana 



En abril de 2016, Mike Pence, de pasado liberal, declaró que el plan de Trump de prohibir la entrada de musulmanes a EEUU era “ofensivo e inconstitucional”, por lo cual es claro que el exgobernador del estado de Indiana posee una orientación al menos no tan radical como la del magnate convertido en presidente cuando se trata del tema migratorio.

En cuanto al binomio izquierdista del hemisferio, Pence ha mostrado una postura dura en contra de los gobiernos de Venezuela y Cuba, a los que califica de “corruptos” y de utilizar las instituciones estadales a su conveniencia, y así mantenerse en el poder a costa de todo, pero con un énfasis en la nación suramericana a la que califica de “Estado fallido”, mostrando su total apoyo al presidente del Parlamento venezolano, Juan Guaidó, reconociéndolo como “presidente encargado” de la nación.

Iván Rojas, especialista en temas internacionales, considera que “una presidencia de Pence es lejana, pero que de ocurrir, lo que se puede suponer es que esta no sería muy distinta a la actual en política hacia Latinoamérica. Pence recorrió la región, se reunió con jefes de Estado para discutir el tema de Venezuela, y como republicano es muy crítico con el Gobierno cubano... al menos en este respecto no cambiaría mucho la situación”, afirmó el especialista. 

No obstante, de llegar a buen puerto el impeachment iniciado por Pelosi y los legisladores demócratas, es poco probable que la presión en contra de Venezuela y Cuba disminuya, y con ello las consecuencias regionales que estás conllevan (sobre todo la migración venezolana en Suramérica), pero sí podría mostrar un cambio al respecto del actual enfoque migratorio plasmado en estos tres años de gestión de la presente Administración estadounidense, siendo al menos no tan radical como para construir un “Muro Pence” en las fronteras de EEUU. 

Una destitución poco probable .

Un impeachment es un proceso impopular, ya que es un proceso largo y desgastante tanto para el oponente como para el interés público, además de generar un impacto en la agenda política y más con un proceso de elección presidencial a pocos meses, generando inclusive polarización en la masa electoral (nociva para cualquier sociedad). 

Respecto a la posible destitución del magnate, Rojas considera que “la destitución no es imposible, pero sí muy poco probable. Para que suceda se necesitan los votos en el Senado, y los senadores republicanos sencillamente no tienen incentivos para votar a favor de su destitución…, esto es un proceso político y depende mucho de la opinión pública. Además hay un costo político asociado a romper con un presidente de tu mismo partido”. 

Mientras tanto, Trump ha tomado el papel de “maltratado” ante la investigación legislativa, tratando de proteger a sus funcionarios para que eviten declarar ante la comisión sobre el resumen de la llamada, dejando mucho a la especulación sobre la verdad detrás de la polémica.

“Que eviten testificar es irregular, y se tendrá que esperar que hará el Congreso cuando funcionarios públicos no están respondiendo a sus llamados. Probablemente la Casa Blanca seguirá usando todas las herramientas a su alcance para bloquear todo aquello que podría abrir el abanico de información al respecto”, puntualizó Rojas. 

El presidente Trump parece nutrirse con el conflicto, empleando en la política sus duras practicas de negociación que lo llevaron a cosechar grandes éxitos en el competitivo mundo inmobiliario de Nueva York gracias a su “astucia”, pero obviando que en el mundo diplomático es totalmente distinto y que continuamente está expuesto al escarnio público, y lo que está en juego no son lujosas propiedades o el reconocimiento como negociador audaz, sino algo más profundo que eso: el honor y la historia institucional política de toda una nación. 
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