Caracas.- Los bombardeos en Gaza han destruido infraestructuras clave, intensificando el bloqueo y poniendo a más de un millón de personas, incluidos miles de niños, en riesgo extremo de hambruna y enfermedades prevenibles. Organismos internacionales y autoridades palestinas advierten sobre la muerte inminente por inanición de miles de menores, mientras la ayuda humanitaria permanece bloqueada.

En este contexto, el legado de solidaridad del Papa Francisco cobra especial relevancia. Hasta su fallecimiento el 21 de abril, el pontífice argentino mantuvo contacto diario con la única parroquia católica de Gaza, ofreciendo apoyo moral y denunciando públicamente la “dramática e indigna crisis humanitaria” y la violencia contra civiles, especialmente niños.

Francisco enfatizó que los niños de Gaza no son estadísticas, sino rostros e historias sagradas, instando al mundo a no ignorarlos.

Como gesto final, Francisco ordenó convertir su papamóvil en una unidad móvil de asistencia médica para Gaza. Entregado a Cáritas Jerusalén, el vehículo se equipa con instrumental médico, vacunas, material de sutura y refrigeración para medicamentos esenciales. Gestionado por profesionales de la salud, atenderá a los niños más vulnerables en cuanto se restablezca el acceso humanitario, bloqueado por Israel desde hace más de 60 días, lo que ha agravado la crisis en Gaza. La clínica móvil operará en zonas aisladas donde la atención médica ha colapsado.

Este acto refleja el compromiso humanitario de Francisco, quien no solo condenó la guerra, sino que impulsó soluciones prácticas. El papamóvil, ahora un símbolo de esperanza, encarna su cercanía con los más vulnerables y un mensaje global: los niños de Gaza no están olvidados.

Mientras el Vaticano finaliza el luto y se prepara para el cónclave que elegirá al nuevo Papa, la acción póstuma de Francisco resalta la urgencia de la ayuda humanitaria y la necesidad de medidas concretas para aliviar el sufrimiento en Gaza.