Dijon, joya de Borgoña
Una tarde fresca de
primavera caminando por las calles peatonales del centro de Dijon, da la
sensación de estar en una vieja ciudad pero llena de juventud y vigor. Estudiantes,
ejecutivos y gente mayor se confunden en una algarabía de animación, comercio y
diversión que se encuentra en el casco histórico de esta bella capital de la
región francesa de Borgoña.
Mi curiosidad por Dijon
nació desde la primera vez que probé la mostaza local, famosa en el mundo
entero por su sabor tan fuerte, picante y delicioso. Recuerdo que la primera
vez que unté un pedazo de carne con mostaza de Dijon, no pude respirar por
varios segundos y los ojos me lloraban sin control. Los franceses utilizan este
condimento hasta para comer papitas fritas, y lo sirven en todas las mesas de
los restaurantes populares alrededor de todo el país. Lo cierto es que Dijon es más conocida hoy en todo el mundo
por producir esta especia tan deliciosa, que por haber sido una de las ciudades
más importantes de Europa y capital de la Borgoña.
Llegamos a Dijon en carro,
después de un bello recorrido desde Lyon y la zona vinícola de Beaune, Nuits-Saint-Georges,
Gevrey-Chambertin, Vosne-Romanee, Beaujolais y otros terrenos, donde se
producen los famosos vinos de Borgoña. Tenía mucho tiempo sin ir y entrarle al
centro de la ciudad no fue fácil, porque ahora casi todas las calles del casco
histórico son peatonales y además unos trabajos públicos desviaban la
circulación. Una vez encontramos nuestro hotel, nos dispusimos a caminar por el
centro de la ciudad. Comenzamos por la plaza Darcy, donde comienza el recorrido
por las calles peatonales de la ciudad. Muy cerca hay un arco de triunfo llamado
Porte Guillaume, porque era una de las puertas de la ciudad medieval. Allí
vimos una placa en honor del prócer americano Thomas Jefferson. Enfrente al
arco entramos a un restaurante informal tipo brasserie llamado “L’Imprimerie”,
que nos encantó por el ambiente, la comida y el servicio. Es un simpático lugar
donde funcionaba una vieja imprenta, y
ahora está siempre lleno de gente joven y de libros.
Seguimos nuestro recorrido
por la “rue de la Liberté” y encontramos la casa comercial “Maille”, que desde
el año 1747 fabrica una de las mostazas más famosas de Dijon. Nos detuvimos un
rato a comprar y continuamos por unas callecitas medievales preciosas hacia el
Palacio Ducal de Dijon, que hoy en día es un gran museo donde encontramos obras
de arte magníficas y las bellísimas tumbas de los duques de Borgoña, que son
unas piezas únicas. En este palacio nacieron
Juan Sin Miedo, Felipe El Bueno y Carlos El Temerario, famosos nobles
que gobernaron la región y marcaron a la historia de Francia para siempre.
Al salir nos tomamos un café
en una plaza de la Liberación, una enorme explanada semicircular enfrente al
palacio ducal repleta de terrazas al aire libre y gente alegre. De allí fuimos
a la catedral de Notre Dame, que representa una excepcional muestra de
arquitectura gótica religiosa.
CÓMO
LLEGAR:
Primero hay que tomar un vuelo Caracas –
París, que ofrece diario y sin escalas Air France, www.airfrance.com, y Dijon queda a 320 kilómetros al sur este de
París. Uno puede hacer el trayecto Paris - Dijon en tren TGV, desde la Gare de
Lyon de la capital francesa, o alquilar un carro como hice yo, para tomar la
autopista A1 hacia Lyon y desviarse en la salida de Dijon. El paisaje es
bellísimo.
DONDE
ALOJARSE:
Hoy les recomiendo un hotel fabuloso, el
Sofitel La Cloche, que es todo un lujo muy bien ubicado a metros de las calles
peatonales del centro de Dijon.
14, Place Darcy, Dijon, Francia.
Teléfono: 03.80.30.12.32, www.hotel-lacloche.com.
DONDE
COMER:
Brasserie L’Imprimerie.
Cocina tradicional francesa. Ambiente casual
y alegre.
2
Place Darcy, Dijon, Francia.
Teléfono:
03.80.30.69.43, www.brasserie-imprimerie-dijon.fr.
DONDE
COMPRAR:
El mercado libre de Dijon queda en la rue
Musette, que sale de la Catedral de Notre Dame. Allí vale la pena comprar de
todo.
Mostaza de la buena en la casa Maille, en el
numero 32 de la rue de la Liberté.
NO
OLVIDES:
Que estás en la capital de los buenos vinos
de Borgoña y ciudad natal del ingeniero Gustav Eiffel, así que aprovecha esos
buenos caldos en cada restaurante que vayas.