Los Nevados se puede definir como una bella sencillez. Ubicado a 2710 msnm y en el ventanal de un mirador imponente, asemeja un pueblo colgado en la montaña, mientras allá abajo, pero bien abajo, el caudaloso río Nuestra Señora se ve pasar casi insignificante. Su bramido desde aquí arriba casi no se escucha ya que el viento no solo pasa páginas de nubes rápidamente, sino que también habla en voz alta, anunciando la magia de los Pueblos de Sur merideño, donde Los Nevados es la piedra preciosa que se comienza a forjar, no solo con la naturaleza del Parque Nacional Sierra Nevada que lo abraza, sino también con sus callecitas de piedra, sus casas con paredes de barro y techos de teja anaranjada, y también con su gente amable y serena. Increíble de sencillo y bello.

 
Los Nevados
Llegar a esta piedra preciosa llamada Los Nevados no es fácil. Nosotros decidimos llevar a nuestros turistas en un vehículo 4x4 con el señor Marino, un conductor que fue parte, décadas atrás, de la construcción a pico y pala de la única carretera que se abre paso entre montañas para conectar el pueblo con la ciudad de Mérida, luego de aproximadamente tres horas de recorrido. Mientras el carro avanza, la aventura comienza, los ojos alucinan al ver la belleza alrededor y la adrenalina se alborota. En el camino vemos pasar otras joyitas, como El Morro y Mosnandá, hasta que al fin pisamos las callecitas de piedra y una sensación ancestral nos da la bienvenida.

 
Justina nos saluda con algarabía, y sus arrugas, que durante décadas vieron pasar turistas de todo el mundo, hoy nos absorben y pasamos a ser las nuevas caras de ese borroso archivo, que últimamente hace años camina lento. Y es que hace una década este pueblo era uno de los sitios de Venezuela más preciados por el turista extranjero, tanto que el 80% de sus visitantes no eran venezolanos. La crisis en la que se sumergió el país lo obligó a volver a la siembra para la subsistencia y entonces los campos se tornaron amarillos de trigo, morados y blancos de florecitas de la papa.

 
Hoy, Los Nevados gira nuevamente alrededor del turismo, esta vez más local, ya que, con la leve estabilidad económica, la mejora del camino vehicular para 4x4, hecha por los mismos pobladores, y la reapertura del Teleférico de Mérida, los turistas están comenzando a llegar. Así que dejamos los morrales en nuestra pequeña y rústica posada “ReLindaVenezuela Cuchi Hostal” y salimos a disfrutar cada segundo, fundirnos con las raíces y belleza de Los Nevados y sus aldeas.

Aldea San Rafael
Recorrimos pequeños retazos del pueblo alejándonos, algunos a pie, otros en mula, hacia la aldea San Rafael donde las casas son más dispersas. No caminamos mucho, unos 40 minutos, pero basta alejarse solo 200 metros de la plaza Bolívar para sentir que ya se salió de la urbe y se entró en el campo.
A nuestro alrededor los sembradíos creados a mano y yunta de bueyes dibujan las laderas de las montañas. Esporádicamente nos cruzábamos con algunas “eras” en plena producción, unos círculos de piedra de aproximadamente 8 a 10 metros de diámetro y 1 metro de alto, donde caballos y mulas caminan constantemente pisando el trigo ya cosechado para así separar el grano de las espigas.

 
El sonido del río nos llevó hasta la casa de Pantaleón, que ya nos esperaba para guiarnos hacia su artesanal molino de trigo, con una ancestral rueda para moler que aún funciona, creado antes de que el pueblo fuera pueblo e incluso antes de que naciera su abuelo. También visitamos la pequeña truchicultura, hoy inactiva, y el río con sus pequeñas cascadas, ideales para un chapuzón.

 
En el retorno pasamos por la casa de una familia valenciana que visitó Los Nevados y nunca regresó a su ciudad; lleva más de 30 años siendo autosustentable, combinando la producción familiar con el trueque. De esa tierra que se convirtió en su hogar eterno salieron todos los productos para nuestro sabroso sancocho del día, que nos colmó el estómago y el alma, y nos preparó para una visita única al bosque de las sonrisas.
Ya volviendo para el mini casco central, las nubes bajaron y la noche lo silenció casi todo. Y digo casi porque de vez en cuando se escuchaban los pasos de alguna mula de las que vienen cargadas con producción de las aldeas para trocarlas en el pueblo o bajarlas a Mérida para su comercialización.

 
“Radio Desayuno”
Al otro día disfrutamos de una experiencia distinta que hace un tiempo propusimos a Omar, crear e impulsar un producto turístico para nuestros grupos, el “Radio Desayuno”, que combina un desayuno típico con la interacción de un programa radial local.

 
No he conocido hasta el momento, en 28 países y más de 2.000 pueblos y ciudades que he visitado, algún sitio donde la radio tenga, en estos tiempos de whatsapp, tiktok e Instagram, una importancia tan vital como en este. He conocido personas que caminaron cuatro horas desde una aldea hasta la radio para dejar un mensaje a otra persona que vive otras tres horas caminando en otra aldea. En cada casa de cada aldea se escucha la radio, el whatsapp de Los Nevados.

Antes de partir hacia Mérida decidimos subir a uno de los tantos miradores naturales y en el camino nos encontramos una casa con cochinos, mulas, caballos, vacas, gallinas y dos lugareños trillando trigo manualmente. El montículo que se había formado denotaba que ya llevaban rato. Saludamos, pasamos a tomar fotos y lo demás es el final y el comienzo de un círculo que se resume en Los Nevados.
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@relindavenezuela