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Rafaela Baroni dejó sus Cielos de madera

Una de las más originales artistas populares del país, la talladora trujillana falleció el pasado lunes por problemas respiratorios

  • MARITZA JIMÉNEZ

09/03/2021 06:04 pm

Rafaela Baroni, una de las creadoras más destacadas en el arte popular venezolano, falleció este lunes 8 de marzo en su natal estado Trujillo, a la edad de 86 años, víctima de una neumonía que la había mantenido hospitalizada desde hacía varios días.

Nació en la Mesa de Esnujaque (Trujillo), el 1° de noviembre de 1935, en el seno de una familia de origen italiano. Su formación de artística autodidacta comenzó cuando tenía diez años, tallando figuras en anime que venía para ayudar al sustento familiar. A los trece años viste por primera vez a una difunta llamada Sofía a escondidas de su madre y en los años siguientes siguió preparando muertos para que descansaran en paz.

Desde los 11 años, su vida se vio marcada por problemas de salud que afloran a su obra, llenándola de anécdotas y personajes como muestra de agradecimiento. Sufrió dos ataques de catalepsia, el primero a esa corta edad, que duró 24 horas, y el segundo en 1966, con una prolongación de 72 horas. Además sufrió un episodio de parálisis en 1964, y un desprendimiento total de retina, en 1972.

Su obra, orientada a la fe religiosa y la muerte, la hizo merecedora de importantes premiaciones. Premio Nacional de Arte Popular en 1988, recibió otros reconocimientos en el Salón Aragua (2003), Bienal Bárbaro Rivas (1994), Bienal Salvador Valero (1992) y Premio de la Asociación Internacional de Críticos de Arte, AICA (1991).

Fue una artista integral cuya obra la lleva más allá de la realización de sus reconocidas tallas en madera de figuras religiosas, hasta escenificación de fiestas tradicionales y la incorporación de su propia vida en performances en los que representó su boda y hasta su propio funeral.

A finales de los setenta comienza a crear en su casa de Boconó el Museo del Espejo, en el cual hay una capilla dedicada a la virgen, además de una sala con un pesebre de tamaño natural. En 1985 crea La Mortuoria, una instalación de dicho museo en el cual está un ataúd con su autorretrato tallado y en 1991 desarrolla en Isnotú, estado Trujillo, el Centro Cultural Los Ojos del Búho.

La vida y obra de la artista fue retratada en el documental aleafaR (CORTESÍA)

En sus obras siempre se encuentra la imagen de un loro, porque según la artista estas aves estuvieron dentro de ella cuando sufrió la primera catalepsia, a los 11 años. Contaba que mientras la velaban escuchaba a la gente decir que ella era un “ángel loro”. La creencia de que estos animales estaban en su ser la hizo tomar como tradición tenerlos siempre presentes en sus piezas artísticas.

Su trayectoria expositiva comienza en 1979 en los estados Mérida, Trujillo y Lara, hasta 1984, cuando deja ver en Caracas sus Devociones entre el cielo y la tierra, en la Sala CANTV, seguida de Religión y mitos de pájaros y santos (Valera), Viaje al encanto (Gobernación del Distrito Federal); Cielos de madera (Museo Alberto Arvelo Torrealba, Barinas); Los santos de mi devoción y Cantares de vida y muerte de una artista popular (Maracaibo, 1990 y 1991), La mujer de El Encanto (Museo de Petare, 1991); Conjurando auras y aureolas del amor (Museo de Arte Contemporáneo de Caracas, 1993), hasta Revelación de amor (Museo de Arte Popular Salvador Valero. 2014), entre otras.

En 2015 recibió el Doctorado Honoris Causa de la Universidad Valle del Momboy, en Valera, estado Trujillo, cuando fue presentada por el rector emérito de esa institución, Francisco González Cruz, quien exaltó que “cada una de sus obras, entre santos, pájaros y ángeles, son una proyección de su vida y de su capacidad para ver la realidad implícita del mundo”.

Ese mismo año, en su Paraíso de Aleafar, como denominó el espacio que había construido en las afueras de Betijoque, “para que todas la personas que quieran venir a meditar, a aprender a tallar, escuchar mis palabras, consigan la paz, la armonía y la tranquilidad”, y donde compartía la lectura de sus historias y poemas, fue asaltada y golpeada por el hampa para robarle el dinero de una exposición que había realizado en el estado Táchira.

En 2016 la Fundación Cultural Bordes presentó en Trujillo el documental aleafaR, del joven productor cinematográfico Daniel Peñaloza, quien afirmó que «Rafaela Baroni es un imán cálido de amor y felicidad, una madre naturaleza andante que no se cansa de regalarle al mundo toda su potente energía.
@weykapu



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