A CONTROL REMOTO
“It's a Sin”, el sida en tiempo de pandemia
La serie escrita por Russel T. Davies recrea los años iniciales del virus de inmunodeficiencia humana en Inglaterra
Russel T. Davies revolucionó en 1999 la ficción británica con Queer As Folk, serie que retrató el mundo gay como nadie antes lo había hecho. Diez capítulos fueron suficientes para marcar un sello que ha seguido manteniendo en sus producciones siguientes. Irreverente, directo y políticamente incorrecto, el showrunner, responsable también de Doctor Who y Years and Years, volvió a ofrecer un riguroso análisis de la cultura sexual del siglo XXI con la trilogía formada por Cucumber, Banana y Tofu, en la que, alejado de los estereotipos, trató temas como la madurez en los homosexuales.
Su último trabajo, It's a Sin, acaba de llegar a HBO. Ambientada en el Londres de los 80, la miniserie, de cinco capítulos, aborda cómo se vivieron los años más crudos del VIH con los primeros casos de sida. La historia gira en torno a un grupo de amigos que se mudan a la capital británica para empezar una nueva vida. Un clan del que es imposible no encariñarse desde el primer minuto, a través del cual se exploran los lazos que se crean con esa familia elegida, más necesaria que la biológica.
Desde la miniserie Ángeles en América (Mike Nichols, 2003) a la película Un corazón normal (Ryan Murphy, 2014), pasando por Filadelfia (Jonathan Demme, 1993), la epidemia del VIH ha sido retratada desde todos sus ángulos. Esta vez, It's a Sin la retoma con tanto realismo como crudeza, mezclando la felicidad y la sensación de libertad que se vivió a principios de los 80 con la angustia, la impotencia y la desesperación que provocó el rápido avance del inicialmente mal llamado “cáncer gay”.
Se ven la lucha por ser escuchados, la esperanza, la camaradería y la unidad. Pero también el rechazo familiar, la hipocresía de una sociedad en la que ser homosexual era un castigo, los prejuicios, el abuso, la vergüenza, el orgullo, la homofobia propia y ajena, la incredulidad y la reticencia a aceptar que todo se va a acabar en el mejor momento. Una vez más, Russell T. Davies da en el clavo con un guion duro, directo y demoledor. Los diálogos son dardos al corazón del espectador, pero también a una sociedad que, a pesar del tiempo que ha pasado, continúa estigmatizando a los seropositivos.
¿Hemos evolucionado algo desde aquel Londres de los 80 que retrata la serie? ¿No resulta escalofriante descubrir la cantidad de similitudes entre los inicios del VIH y la pandemia del coronavirus? Cada capítulo obliga a reflexionar, a plantearse qué estamos haciendo mal. Pero hay igualmente mucha fiesta, mucho sexo. Es un espejo de lo que fuimos y de lo que somos, echa la vista atrás para conocer, una vez más, la historia de los primeros, los que se quedaron en el camino para que otros tantos puedan hoy estar aquí.
Toda la carga emocional va acompañada por una acertadísima selección musical. Cada capítulo tiene su parte festiva, un espectáculo de luz y color para retratar una de las épocas más duras de una infección que, 30 años después, continúa oscureciendo al mundo.
@aquilinojmata
Su último trabajo, It's a Sin, acaba de llegar a HBO. Ambientada en el Londres de los 80, la miniserie, de cinco capítulos, aborda cómo se vivieron los años más crudos del VIH con los primeros casos de sida. La historia gira en torno a un grupo de amigos que se mudan a la capital británica para empezar una nueva vida. Un clan del que es imposible no encariñarse desde el primer minuto, a través del cual se exploran los lazos que se crean con esa familia elegida, más necesaria que la biológica.
Desde la miniserie Ángeles en América (Mike Nichols, 2003) a la película Un corazón normal (Ryan Murphy, 2014), pasando por Filadelfia (Jonathan Demme, 1993), la epidemia del VIH ha sido retratada desde todos sus ángulos. Esta vez, It's a Sin la retoma con tanto realismo como crudeza, mezclando la felicidad y la sensación de libertad que se vivió a principios de los 80 con la angustia, la impotencia y la desesperación que provocó el rápido avance del inicialmente mal llamado “cáncer gay”.
Se ven la lucha por ser escuchados, la esperanza, la camaradería y la unidad. Pero también el rechazo familiar, la hipocresía de una sociedad en la que ser homosexual era un castigo, los prejuicios, el abuso, la vergüenza, el orgullo, la homofobia propia y ajena, la incredulidad y la reticencia a aceptar que todo se va a acabar en el mejor momento. Una vez más, Russell T. Davies da en el clavo con un guion duro, directo y demoledor. Los diálogos son dardos al corazón del espectador, pero también a una sociedad que, a pesar del tiempo que ha pasado, continúa estigmatizando a los seropositivos.
¿Hemos evolucionado algo desde aquel Londres de los 80 que retrata la serie? ¿No resulta escalofriante descubrir la cantidad de similitudes entre los inicios del VIH y la pandemia del coronavirus? Cada capítulo obliga a reflexionar, a plantearse qué estamos haciendo mal. Pero hay igualmente mucha fiesta, mucho sexo. Es un espejo de lo que fuimos y de lo que somos, echa la vista atrás para conocer, una vez más, la historia de los primeros, los que se quedaron en el camino para que otros tantos puedan hoy estar aquí.
Toda la carga emocional va acompañada por una acertadísima selección musical. Cada capítulo tiene su parte festiva, un espectáculo de luz y color para retratar una de las épocas más duras de una infección que, 30 años después, continúa oscureciendo al mundo.
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