La memoria es una sombra de la que no podemos desprendernos. Sombra, no por la acepción oscura, negativa, que se atribuye al sustantivo, sino desde su impresionante capacidad metafórica para remitir a aquello que no estando físicamente es una presencia incuestionable.
Still Life es el título de esta serie realizada por el artista, galerista, curador y codirector, junto con Melina Fernández Temes, de la galería ABRA, Luis Romero, quien en su momento la mostró en ese espacio expositivo ubicado en el Centro de Arte Los Galpones. Pero, en sala, la propuesta trascendió el ámbito de la fotografía para explayar el discurso de su creador a través de fotocopias, pinturas y objetos. Así que lo que se muestra aquí es una parte de Still Life.
Como sea, estas fotografías, borrosas, intencionalmente desenfocadas y a veces con un ligero viraje a sepia, conforman un cuerpo de trabajo con el que Romero abre su espacio íntimo al tiempo que busca reconocerse en él.
En Still Life, los objetos retratados a contraluz hablan de ausencias presentes, pero también de una exploración creativa de la forma, de la geometría que las siluetas negras de un jarrón o de un vaso trazan en el horizonte del hogar del artista, quien definitivamente, aquí, se expone en pleno proceso identitario.
Acerca de la propuesta de Romero, escribió Sagrario Berti, historiadora de fotografía e investigadora de la cultura visual contemporánea: “Still life de Romero son obras picto-gráficas. En ellos el artista fija la sombra proyectada –el origen de la representación pictórica– y emplea la grafía de la luz, la fotografía. De esta forma, Romero sistematiza dos recursos mediales que dependen de la presencia o de la ausencia de la luz. Captura o inmoviliza la sombra, ausencia de luz, de objetos traslúcidos o sólidos utilizando la cámara para luego pintar, copiar, imprimir y transferir los contornos de la sombra de las cosas sobre la tela. Esta acción nos conduce no solo al origen de la representación pictórica, trazar la silueta y darle consistencia a través de líneas y manchas de color, sino que también señala la naturaleza de la imagen fotográfica, en tanto que la fotografía es luz y, parafraseando a Jean-Claude Lemagny, “su cuerpo es la sombra”; sombra que el artista materializa al traspasarla a un lienzo”.
@juanchi62
Still Life es el título de esta serie realizada por el artista, galerista, curador y codirector, junto con Melina Fernández Temes, de la galería ABRA, Luis Romero, quien en su momento la mostró en ese espacio expositivo ubicado en el Centro de Arte Los Galpones. Pero, en sala, la propuesta trascendió el ámbito de la fotografía para explayar el discurso de su creador a través de fotocopias, pinturas y objetos. Así que lo que se muestra aquí es una parte de Still Life.
Como sea, estas fotografías, borrosas, intencionalmente desenfocadas y a veces con un ligero viraje a sepia, conforman un cuerpo de trabajo con el que Romero abre su espacio íntimo al tiempo que busca reconocerse en él.
En Still Life, los objetos retratados a contraluz hablan de ausencias presentes, pero también de una exploración creativa de la forma, de la geometría que las siluetas negras de un jarrón o de un vaso trazan en el horizonte del hogar del artista, quien definitivamente, aquí, se expone en pleno proceso identitario.
Acerca de la propuesta de Romero, escribió Sagrario Berti, historiadora de fotografía e investigadora de la cultura visual contemporánea: “Still life de Romero son obras picto-gráficas. En ellos el artista fija la sombra proyectada –el origen de la representación pictórica– y emplea la grafía de la luz, la fotografía. De esta forma, Romero sistematiza dos recursos mediales que dependen de la presencia o de la ausencia de la luz. Captura o inmoviliza la sombra, ausencia de luz, de objetos traslúcidos o sólidos utilizando la cámara para luego pintar, copiar, imprimir y transferir los contornos de la sombra de las cosas sobre la tela. Esta acción nos conduce no solo al origen de la representación pictórica, trazar la silueta y darle consistencia a través de líneas y manchas de color, sino que también señala la naturaleza de la imagen fotográfica, en tanto que la fotografía es luz y, parafraseando a Jean-Claude Lemagny, “su cuerpo es la sombra”; sombra que el artista materializa al traspasarla a un lienzo”.
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