Isabel Allende: “La vejez no nos hace mejores”
La escritora chilena fue una de las invitadas al Hay Festival Cartagena y acaba de publicar "Mujeres del alma mía", un ensayo de memorias sobre el feminismo y la vejez
Inició su carrera literaria en el año 1982 con la publicación de su primera novela La casa de los espíritus, desde ese instante hasta hoy Isabel Allende es una de las autoras más leída en lengua española con más de setenta millones de ejemplares vendidos.
Después de veinticuatro libros, Allende escribe Mujeres del alma mía (2020) su obra más autobiográfica, editada por Plaza & Janés. Reflexiones sobre cómo empezó su feminismo, la relación con su madre, su oficio, su construcción femenina en países como Chile y Venezuela, donde la belleza importa más que el intelecto, y por último la vejez, permitirán al lector entender el activismo y pensamiento de la escritora chilena, quien afirma que llevará la antorcha de la lucha feminista hasta el último día de su vida.
Allende fue una de las autoras invitadas del Hay Festival Cartagena. Durante la rueda de prensa del evento recordó su vida como migrante, cuando le tocó huir de la dictadura que vivía Chile, y fue recibida en Venezuela: “Conozco muy bien el problema de los inmigrantes porque trabajo con eso y lo he sido también; es una situación tan injusta y tan dolorosa. La gente no sale de su país porque tiene ganas de irse, la gente sale porque está desesperada. Venezuela fue un país que acogió a masas de inmigrantes que venían especialmente del Cono Sur de América Latina, nos acogieron con los brazos abiertos, me da mucha pena que ahora que ellos están en esa en situación no tengan la misma acogida. Es muy injusto y me da mucha pena”.
-Con la pandemia, ¿su proceso y ritmo de escritura cambió? Por otra parte, ¿cree usted que el mundo será distinto?
-La pandemia, que ha sido tan terrible para la gran mayoría de la gente, para mí ha sido productiva. En los últimos diez meses he tenido tiempo, silencio y privacidad como nunca antes, eso me ha permitido publicar Mujeres del alma mía y terminar una novela larga. Vamos a salir de esta crisis apenas se pueda vacunar masivamente y volveremos a una cierta normalidad. Espero que esa normalidad no sea una vuelta al pasado, espero que hayamos aprendido una lección fundamental: somos una sola familia humana, lo que le sucede a una persona en una ciudad de la China nos sucede a todos. No podemos vivir divididos en tribus, en una carrera desbocada por consumir, sin consideración por otras especies ni por el planeta.
-Si bien el feminismo ha tenido avances, según datos manejados por la Organización de Naciones Unidas (ONU), es probable que el Covid-19 cause una reducción de un tercio en el progreso hacia el fin de la violencia de género para el año 2030. Después de la pandemia, ¿cuál debería ser la agenda del feminismo?
-Existe una guerra no declarada contra las mujeres. La violencia contra la mujer, que se manifiesta de muchas maneras, significa que la mitad de la humanidad –el género femenino– vive con miedo. Esta afirmación parece exagerada, pero es absolutamente cierta. Una niña aprende temprano a tener miedo: no provocar, no ponerse en situación de riesgo (riesgo hay en todas partes), no andar sola de noche, cuidarse de los hombres en general, etc. Todavía las niñas y las mujeres sufren mutilación genital, matrimonio prematuro, trabajo y prostitución forzados, violación, golpes, femicidio, discriminación y explotación. Lo más importante de la agenda feminista es terminar con la violencia de género. Hay que denunciarla, crear consciencia de este problema global, legislar al respecto, proteger... ¿Cómo puede avanzar el movimiento feminista si las mujeres viven con miedo?
Después de veinticuatro libros, Allende escribe Mujeres del alma mía (2020) su obra más autobiográfica, editada por Plaza & Janés. Reflexiones sobre cómo empezó su feminismo, la relación con su madre, su oficio, su construcción femenina en países como Chile y Venezuela, donde la belleza importa más que el intelecto, y por último la vejez, permitirán al lector entender el activismo y pensamiento de la escritora chilena, quien afirma que llevará la antorcha de la lucha feminista hasta el último día de su vida.
Allende fue una de las autoras invitadas del Hay Festival Cartagena. Durante la rueda de prensa del evento recordó su vida como migrante, cuando le tocó huir de la dictadura que vivía Chile, y fue recibida en Venezuela: “Conozco muy bien el problema de los inmigrantes porque trabajo con eso y lo he sido también; es una situación tan injusta y tan dolorosa. La gente no sale de su país porque tiene ganas de irse, la gente sale porque está desesperada. Venezuela fue un país que acogió a masas de inmigrantes que venían especialmente del Cono Sur de América Latina, nos acogieron con los brazos abiertos, me da mucha pena que ahora que ellos están en esa en situación no tengan la misma acogida. Es muy injusto y me da mucha pena”.
-Con la pandemia, ¿su proceso y ritmo de escritura cambió? Por otra parte, ¿cree usted que el mundo será distinto?
-La pandemia, que ha sido tan terrible para la gran mayoría de la gente, para mí ha sido productiva. En los últimos diez meses he tenido tiempo, silencio y privacidad como nunca antes, eso me ha permitido publicar Mujeres del alma mía y terminar una novela larga. Vamos a salir de esta crisis apenas se pueda vacunar masivamente y volveremos a una cierta normalidad. Espero que esa normalidad no sea una vuelta al pasado, espero que hayamos aprendido una lección fundamental: somos una sola familia humana, lo que le sucede a una persona en una ciudad de la China nos sucede a todos. No podemos vivir divididos en tribus, en una carrera desbocada por consumir, sin consideración por otras especies ni por el planeta.
-Si bien el feminismo ha tenido avances, según datos manejados por la Organización de Naciones Unidas (ONU), es probable que el Covid-19 cause una reducción de un tercio en el progreso hacia el fin de la violencia de género para el año 2030. Después de la pandemia, ¿cuál debería ser la agenda del feminismo?
-Existe una guerra no declarada contra las mujeres. La violencia contra la mujer, que se manifiesta de muchas maneras, significa que la mitad de la humanidad –el género femenino– vive con miedo. Esta afirmación parece exagerada, pero es absolutamente cierta. Una niña aprende temprano a tener miedo: no provocar, no ponerse en situación de riesgo (riesgo hay en todas partes), no andar sola de noche, cuidarse de los hombres en general, etc. Todavía las niñas y las mujeres sufren mutilación genital, matrimonio prematuro, trabajo y prostitución forzados, violación, golpes, femicidio, discriminación y explotación. Lo más importante de la agenda feminista es terminar con la violencia de género. Hay que denunciarla, crear consciencia de este problema global, legislar al respecto, proteger... ¿Cómo puede avanzar el movimiento feminista si las mujeres viven con miedo?

"¿Cómo puede avanzar el movimiento feminista si las mujeres viven con miedo?", se pregunta la autora chilena (LORI BARRA)
-Ha comentado que guarda toda la correspondencia que intercambió con su madre, ¿piensa en algún momento publicarla?
-No. Mi madre y yo nos escribíamos sin censura en el entendido de que nuestra correspondencia iba a desaparecer con nosotras. Cuando yo muera, mi hijo va a quemar las 24.000 cartas que tenemos archivadas en cajas de plástico.
-¿Qué sueños realizó su madre a través de usted?
-El sueño de la independencia económica y psicológica. Mi madre era un espíritu libre, pero vivió siempre sometida a la voluntad de un hombre, primero su padre y después su marido. Su creatividad, su mundo intelectual y emocional eran libres, pero no pudo realizarse como pude hacerlo yo.
-En su libro relata una anécdota sobre un periodista que le pregunta con cuál de sus personajes quisiera cenar, pero pensaba en su madre Panchita y en su hija Paula. Imaginemos esa cena con su madre y su hija, ¿qué les preguntaría, de qué hablarían?
-Creo que hablaríamos de muchos temas, pero empezaríamos por la relación abuela-madre-hija, que fue tan fundamental en nuestras vidas. Yo les diría que las echo terriblemente de menos, que quisiera compartir con ellas el día a día, como siempre hicimos antes, que la realidad se me escabulle entre los dedos como arena porque no puedo contársela a ellas. Les preguntaría cómo es el Más Allá y les pediría que cuando llegue el momento me vengan a buscar. Las estaré esperando.
-También habla de Sophia Loren. En una de sus últimas entrevistas, sobre la vejez, la actriz dijo: “En la edad que sea, la vida es bella” ¿Usted qué piensa?
-Depende de la persona. La vida no es bella para todo el mundo, ojalá lo fuera. En lo personal, no puedo quejarme, porque a pesar de que mi vida no ha sido fácil, a pesar de las penas y las pérdidas, nunca me hba faltado lo más importante: amor, salud, energía, trabajo y perros.
-Mujeres del alma mía es de alguna manera su testimonio sobre el feminismo, ¿es usted consciente del legado que deja a las mujeres y al feminismo?
-No estoy muerta todavía, así es que no hablemos de legado. Creo que junto a millones de mujeres de mi generación, llevo una antorcha de feminismo ardiendo desde hace setenta años. Con mi antorcha puedo encender otras, pero no pienso soltarla hasta el último día de mi vida.
-Cuando conversé con Margaret Atwood sostenía que lo justo sería que los hombres ayuden a las mujeres en su lucha. ¿Cuál cree que debería ser el papel de los hombres en el feminismo?
-A menudo las mujeres perpetúan el machismo y sostienen al patriarcado, porque crían a las hijas para servir y a los varones para mandar. Los hijos de mujeres con consciencia feminista, como mi hijo Nicolás, son nuestros aliados, porque nacen y crecen inmunes al cáncer del machismo. Sin embargo, no podemos culpar a esas madres machistas, porque a menudo son víctimas de la cultura, la tradición y la religión; no saben el daño que hacen.
-Usted relata en el libro el talento que tenía su madre para la pintura; también confiesa sus dudas sobre su talento como escritora. ¿Cómo venció ese temor? ¿Hoy confía o duda aún de su talento?
-Llevo cuarenta años escribiendo, he tenido tiempo para superar la inseguridad. La experiencia me indica que si me lo propongo, puedo escribir sobre casi cualquier tema (menos fútbol y política), pero eso no significa que me siento en los laureles y confío en la musa de la inspiración. Disciplina, trabajo y honestidad, de eso se compone lo que llaman talento.

-Ha comentado que guarda toda la correspondencia que intercambió con su madre, ¿piensa en algún momento publicarla?
-No. Mi madre y yo nos escribíamos sin censura en el entendido de que nuestra correspondencia iba a desaparecer con nosotras. Cuando yo muera, mi hijo va a quemar las 24.000 cartas que tenemos archivadas en cajas de plástico.
-¿Qué sueños realizó su madre a través de usted?
-El sueño de la independencia económica y psicológica. Mi madre era un espíritu libre, pero vivió siempre sometida a la voluntad de un hombre, primero su padre y después su marido. Su creatividad, su mundo intelectual y emocional eran libres, pero no pudo realizarse como pude hacerlo yo.
-En su libro relata una anécdota sobre un periodista que le pregunta con cuál de sus personajes quisiera cenar, pero pensaba en su madre Panchita y en su hija Paula. Imaginemos esa cena con su madre y su hija, ¿qué les preguntaría, de qué hablarían?
-Creo que hablaríamos de muchos temas, pero empezaríamos por la relación abuela-madre-hija, que fue tan fundamental en nuestras vidas. Yo les diría que las echo terriblemente de menos, que quisiera compartir con ellas el día a día, como siempre hicimos antes, que la realidad se me escabulle entre los dedos como arena porque no puedo contársela a ellas. Les preguntaría cómo es el Más Allá y les pediría que cuando llegue el momento me vengan a buscar. Las estaré esperando.
-También habla de Sophia Loren. En una de sus últimas entrevistas, sobre la vejez, la actriz dijo: “En la edad que sea, la vida es bella” ¿Usted qué piensa?
-Depende de la persona. La vida no es bella para todo el mundo, ojalá lo fuera. En lo personal, no puedo quejarme, porque a pesar de que mi vida no ha sido fácil, a pesar de las penas y las pérdidas, nunca me hba faltado lo más importante: amor, salud, energía, trabajo y perros.
-Mujeres del alma mía es de alguna manera su testimonio sobre el feminismo, ¿es usted consciente del legado que deja a las mujeres y al feminismo?
-No estoy muerta todavía, así es que no hablemos de legado. Creo que junto a millones de mujeres de mi generación, llevo una antorcha de feminismo ardiendo desde hace setenta años. Con mi antorcha puedo encender otras, pero no pienso soltarla hasta el último día de mi vida.
-Cuando conversé con Margaret Atwood sostenía que lo justo sería que los hombres ayuden a las mujeres en su lucha. ¿Cuál cree que debería ser el papel de los hombres en el feminismo?
-A menudo las mujeres perpetúan el machismo y sostienen al patriarcado, porque crían a las hijas para servir y a los varones para mandar. Los hijos de mujeres con consciencia feminista, como mi hijo Nicolás, son nuestros aliados, porque nacen y crecen inmunes al cáncer del machismo. Sin embargo, no podemos culpar a esas madres machistas, porque a menudo son víctimas de la cultura, la tradición y la religión; no saben el daño que hacen.
-Usted relata en el libro el talento que tenía su madre para la pintura; también confiesa sus dudas sobre su talento como escritora. ¿Cómo venció ese temor? ¿Hoy confía o duda aún de su talento?
-Llevo cuarenta años escribiendo, he tenido tiempo para superar la inseguridad. La experiencia me indica que si me lo propongo, puedo escribir sobre casi cualquier tema (menos fútbol y política), pero eso no significa que me siento en los laureles y confío en la musa de la inspiración. Disciplina, trabajo y honestidad, de eso se compone lo que llaman talento.

Isabel Allende: "Vivimos en una cultura enfocada a la juventud, la belleza y el éxito donde la edad parece una enfermedad o una falla de carácter" (LORI BARRA)
-¿Cómo ve usted el fenómeno, especialmente en Hispanoamérica, del interés de las editoriales en publicar más las obras de mujeres escritoras?
-Me encanta que exista ese interés. No era así hace cuatro décadas, cuando publiqué mi primera novela. Era la época del boom de la literatura latinoamericana, un grupo de estupendo escritores de nuestro continente, todos hombres. No había un solo nombre femenino en el famoso boom. Las editoriales se dieron cuenta que existe un gran mercado femenino para la ficción. Más mujeres que hombres compran y leen ficción y les gustan las novelas escritas por mujeres. El fenómeno comercial nos ha dado la oportunidad de publicar como nunca antes, pero todavía sufrimos discriminación. Nos pagan menos que a los hombres, los críticos nos ignoran o nos destrozan, los premios nos llegan tarde, mal o nunca, y todavía la literatura femenina se considera un género inferior.
-¿Qué le diría hoy a esa niña Isabel que no entendía su enojo con el machismo?
-No les hagas caso a los adultos, Isabel, no estás loca. Tienes toda la razón de estar furiosa. No te calles, no te asustes y sigue pataleando. Hay millones de niñas y mujeres que sienten lo mismo que tú, no estás sola. Pronto podrás unirte a ellas y luchar contra el machismo: es una guerra estupenda, lo vas a pasar chévere y por cada golpe que recibas, vas a propinar dos.
-Transformando una frase de su madre en pregunta: ¿De qué pecados y de qué cosas que no compró se arrepiente?
-Me arrepiento de no haber cometido con más frecuencia los pecados de gula y lujuria, los únicos pecados capitales que valen la pena, los otro son puro desperdicio. No me arrepiento de no haber comprado algo, porque en ese sentido no me parezco para nada a mi madre. Ella era una compradora compulsiva. Yo todo lo regalo, lo pierdo o lo boto y enseguida lo olvido; las cosas materiales me estorban.
-Más allá del feminismo, ¿Mujeres del alma mía podría considerarse una reivindicación de la vejez?
-Espero que sí. Me revienta esta tontería del “anti-envejecimiento”. ¿Qué tiene de malo envejecer? La alternativa –morir joven– sí que es una desgracia. Vivimos en una cultura enfocada a la juventud, la belleza y el éxito donde la edad parece una enfermedad o una falla de carácter. Sin embargo, vivimos 30 años más que nuestros abuelos, así es que debemos prepararnos para una vejez larga, no solo cuidándonos la salud y planificando los recursos económicos, sino sobre todo fomentando buenas relaciones, para no quedarnos solos, y cultivando el carácter para ser felices. La vejez no nos hace mejores. La vejez nos hace más de lo que siempre fuimos. Si fuimos envidiosos, egoístas, avaros, rabiosos, seremos unos viejos insoportables. Yo llevo varias décadas entrenándome para la vejez y espero ser casi perfecta a los noventa y cinco.
-Finalmente, ¿cómo es la ventana por donde mira Isabel Allende?
-Sigo mirando al mundo con optimismo. En los años de mi vida he visto que la curva de evolución de la humanidad es ascendente. Estamos mejor que antes, aunque los problemas son tan graves, que a menudo lo olvidamos. Nunca hubo un porcentaje mayor de gente con educación, salud y trabajo. La pobreza ha disminuido en casi todas partes. Existe un consenso respecto a los derechos básicos del ser humano. La ciencia y la tecnología nos han facilitado mucho la vida. Vivimos más y mejor. Como estudio el pasado, porque he escrito varias novelas históricas, puedo asegurar que ningún tiempo pasado fue mejor que éste. Confío en que mañana será mejor que hoy.
-¿Cómo ve usted el fenómeno, especialmente en Hispanoamérica, del interés de las editoriales en publicar más las obras de mujeres escritoras?
-Me encanta que exista ese interés. No era así hace cuatro décadas, cuando publiqué mi primera novela. Era la época del boom de la literatura latinoamericana, un grupo de estupendo escritores de nuestro continente, todos hombres. No había un solo nombre femenino en el famoso boom. Las editoriales se dieron cuenta que existe un gran mercado femenino para la ficción. Más mujeres que hombres compran y leen ficción y les gustan las novelas escritas por mujeres. El fenómeno comercial nos ha dado la oportunidad de publicar como nunca antes, pero todavía sufrimos discriminación. Nos pagan menos que a los hombres, los críticos nos ignoran o nos destrozan, los premios nos llegan tarde, mal o nunca, y todavía la literatura femenina se considera un género inferior.
-¿Qué le diría hoy a esa niña Isabel que no entendía su enojo con el machismo?
-No les hagas caso a los adultos, Isabel, no estás loca. Tienes toda la razón de estar furiosa. No te calles, no te asustes y sigue pataleando. Hay millones de niñas y mujeres que sienten lo mismo que tú, no estás sola. Pronto podrás unirte a ellas y luchar contra el machismo: es una guerra estupenda, lo vas a pasar chévere y por cada golpe que recibas, vas a propinar dos.
-Transformando una frase de su madre en pregunta: ¿De qué pecados y de qué cosas que no compró se arrepiente?
-Me arrepiento de no haber cometido con más frecuencia los pecados de gula y lujuria, los únicos pecados capitales que valen la pena, los otro son puro desperdicio. No me arrepiento de no haber comprado algo, porque en ese sentido no me parezco para nada a mi madre. Ella era una compradora compulsiva. Yo todo lo regalo, lo pierdo o lo boto y enseguida lo olvido; las cosas materiales me estorban.
-Más allá del feminismo, ¿Mujeres del alma mía podría considerarse una reivindicación de la vejez?
-Espero que sí. Me revienta esta tontería del “anti-envejecimiento”. ¿Qué tiene de malo envejecer? La alternativa –morir joven– sí que es una desgracia. Vivimos en una cultura enfocada a la juventud, la belleza y el éxito donde la edad parece una enfermedad o una falla de carácter. Sin embargo, vivimos 30 años más que nuestros abuelos, así es que debemos prepararnos para una vejez larga, no solo cuidándonos la salud y planificando los recursos económicos, sino sobre todo fomentando buenas relaciones, para no quedarnos solos, y cultivando el carácter para ser felices. La vejez no nos hace mejores. La vejez nos hace más de lo que siempre fuimos. Si fuimos envidiosos, egoístas, avaros, rabiosos, seremos unos viejos insoportables. Yo llevo varias décadas entrenándome para la vejez y espero ser casi perfecta a los noventa y cinco.
-Finalmente, ¿cómo es la ventana por donde mira Isabel Allende?
-Sigo mirando al mundo con optimismo. En los años de mi vida he visto que la curva de evolución de la humanidad es ascendente. Estamos mejor que antes, aunque los problemas son tan graves, que a menudo lo olvidamos. Nunca hubo un porcentaje mayor de gente con educación, salud y trabajo. La pobreza ha disminuido en casi todas partes. Existe un consenso respecto a los derechos básicos del ser humano. La ciencia y la tecnología nos han facilitado mucho la vida. Vivimos más y mejor. Como estudio el pasado, porque he escrito varias novelas históricas, puedo asegurar que ningún tiempo pasado fue mejor que éste. Confío en que mañana será mejor que hoy.
@DulceMRamosR
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