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A CONTROL REMOTO

Faye Dunaway, octogenaria y temperamental

La legendaria actriz ha participado en clásicos como "Chinatown", "Network" y "Mamita querida", pero al final de su carrera no ha sabido escoger los papeles adecuados a su inmenso talento

  • AQUILINO JOSÉ MATA

26/01/2021 01:00 am

Si algún rasgo distintivo tiene Faye Dunaway, es el de ser una mujer temperamental. Vino al mundo el 14 de enero de 1941, en Bascon, Florida, hace ya 80 años. Sus padres se divorciaron en 1958, cuando la joven había intervenido en varios concursos de belleza. De allí al modelaje no pasó demasiado tiempo, pues sentía una marcada inclinación por la moda y las pasarelas. A la actuación llega en 1962, después de cursar arte dramático en la Universidad de Boston.

Comienza a actuar en la Lincoln Center Repertory Company de Nueva York, donde rápidamente se hizo notar, gracias a su belleza inusual, basada en su figura esbelta, su larga y rubia cabellera y un par de ojos únicos, que irradiaban una poderosa y más que expresiva mirada. Su potente fuerza interior resultó muy eficaz en su trabajo histriónico. En el Lincoln Center obtuvo una notable reputación, que le facilita su tránsito a Broadway, donde estelarizó obras como El hombre de dos reinos, de Robert Bolt; Después de la caída, de Arthur Miller, y La cabra de Hogan, de William Alfred.

Hollywood reparó en ella cuando Otto Preminger la eligió para un rol de reparto en Hurry Sundown (1967), un alegato contra el racismo. Sus contadas escenas bastaron para hacerse notar en medio de un elenco estelar, integrado por Michael Caine, Jane Fonda, Burgess Meredith y George Kennedy. Después de un filme menor junto a Anthony Quinn, Sucedió en Miami (Elliot Silverstein, 1967), llegó Bonnie & Clyde (Arthur Penn, 1967), recreación romántica de la historia de una pareja de forajidos que asoló el Medio Oeste durante los años posteriores al Crack del 29, que protagonizó con Warren Beatty y la convirtió de inmediato en estrella, logrando su primera nominación al Óscar.

Su etapa de mayor gloria la tuvo entre 1968 y 1981, a través de 21 filmes, entre ellos Chinatown (Roman Polanski, 1974), con la que obtuvo su segunda nominación al Óscar; Network (Sidney Lumet, 1976), para muchos el mejor momento de su carrera, que le valió el Óscar y el Globo de Oro, interpretando a la amoral, ambiciosa e implacable productora de TV Diana Christensen. ¿Y cómo olvidarla en la indescriptible Mamita querida (Frank Perry, 1981), en la cual, bajo capas de maquillaje, se las ingenió para retratar a una auténtica bruja llamada Joan Crawford? Uno tras otro se sucedían los éxitos, y aunque no todo lo que rodó fue bueno, siempre eligió directores o intérpretes valiosos con quienes codearse.

A partir de entonces, y hasta la actualidad, su carrera decayó, al perder la capacidad de discernir cuáles eran los roles más interesantes dentro de lo que le ofrecían. Como sea, sigue teniendo interés mediático por múltiples motivos, como la pifia monumental que cometió al declarar ganadora, en la ceremonia del Óscar de 2017, a La la land, confundiendo a su abochornado copresentador, Warren Beatty, que después no sabía cómo pedir perdón al enterarse que había ganado Luz de luna, mientras de manera muy conveniente ella desaparecía del escenario.

@aquilinojmata



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