Edda Armas: “En Decir ediciones la poesía, como el color, sucede”
Con poemarios de Christiane Dimitriades y Adalber Salas, la editorial celebra sus seis años
“El color sucede”, decía el maestro Carlos Cruz-Diez. Y a Edda Armas le encanta que esa idea esté asociada a su editorial Dcir ediciones, que los unió en ese proyecto literario, porque la “la poesía también sucede”, afirma.
Así lo recuerda la poeta venezolana a propósito del sexto aniversario que el sello editorial celebra con la edición de dos nuevos títulos: El cuarto jugador, de Christiane Dimitriades, y 23 shots (una meditación), de Adalber Salas, en un año cuyas incertidumbres no amedrentan a las tres creadoras que conducen esta editorial alternativa, pero sí las obligan a pensar en estrategias de sobrevivencia, “para seguir apostando a que la creación no se detenga”.
Las poetas Edda Armas y María Clara Salas, y Annella Armas al frente del diseño y portadas, constituyen el comité editorial de Dcir, una editorial que nació con el apoyo del fallecido maestro del arte cinético.
“Para que esto se mantenga en el tiempo tiene que tener un financiamiento asegurado”, les dijo el artista en 2015, entusiasmado con la idea de respaldar este proyecto poético. “Fue un genio, con una gran capacidad de visualización”, señala Armas. Así, con la venta de una gráfica suya, han conseguido la publicación de dos libros por año, uno de un poeta consagrado y otro de un joven autor.
Edda Armas explica que, aunque la editorial no tiene una convocatoria de manuscritos como tal, siempre están abiertas a la recepción. Un proceso que, para este año, iniciarán en febrero. “A veces, si el libro lo amerita, tenemos un comité de lectores, cuyos nombres nos reservamos”.
“Nuestra colección -continúa- atiende manuscritos inéditos solamente, y de factura reciente. Nos parece una manera de pulsar qué mueve a los poetas a escribir, y hasta ahora todos los libros publicados se han escrito en Venezuela. Este año rompimos eso con Adalber Salas, quien no vive en el país. Él ha sido publicado en México y España, pero no quiere dejar de hacerlo aquí”. Con ese libro, su editorial inaugura, dice, “una nueva ventana”, porque es una edición bilingüe.
Estos dos nuevos títulos, que serán presentados próximamente vía Zoom, elevan a doce el catálogo de Dcir, dedicado exclusivamente a la creación poética. En su lista, figuran joyas como Ritual de bosques, de María Clara Salas; La edad de la templanza, de Cecilia Ortiz, o Los ausentes, con el que, poco antes de su muerte, Rubén Ackerman se estrenó en la poesía y fue premiado en Ecuador.
También destacan Crónicas budistas, de Blanca Strepponi; Canto de chicharra, de Carlos Iván Padilla; Estructura/Venado en fuga, de Blanca Elena Pantin; Pasajero, de Néstor Mendoza; Savia al mundo, de Jhon Rivera Strédel; Estatua de sal, de Cristina Gutiérrez Leal, y Los Palos Grandes, de Carlos Egaña.

Cada edición, un color de la paleta del artista: verde, azul, naranja, amarillo, morado, y, para este año, el rojo cereza.
-Estos seis colores fueron aprobados por él –explica Armas- y vamos a seguir con su paleta, porque es una intención de Dcir seguir rindiéndole homenaje, con su concepto de que “El color sucede”, y nos encanta que esté acompañado con nuestras colecciones de poesía, porque la poesía sucede.
La fotografía también es reconocida en esta editorial, con las imágenes de Annella Armas que acompañan las portadas de cada título.
-El 21, aunque preñado de esperanzas, tal vez no sea más halagüeño que el año anterior, en cuanto a un pronto regreso a la normalidad augurado por la vacuna contra el coronavirus. ¿Cómo se pinta el panorama en la editorial para el presente año?
“Estamos llenos de interrogantes”, responde Armas. “Si tenemos menos librerías, menos distribuidores, eso nos cierra un poco el paso. ¿Debemos editar menos libros en papel e irnos de una forma más agresiva al formato digital? Creo que lo debemos hacer. No sé si por Twitter o Instagram”.
“Hemos conversado mucho de lo que queremos hacer” -continúa- y nos dimos cuenta de que se nos hacía un imperativo la página web. Entonces aprovechamos este tiempo tan extraño en dos cosas: ir preparando materiales para esa página, que lanzaremos este año, y leer los manuscritos que habían llegado”.
“Las editoriales independientes debemos conversar, reunirnos para hacer un intercambio de ideas sobre la situación, porque lectores sí hay. Somos muchos, dentro y fuera del país, aunque los costos de envío se han dolarizado. Hay que cambiar el chip, y llegar a una conclusión.
“¿Cuántos libros debemos publicar? ¿Y cómo vamos a imprimir? ¿Será hacer cien libros en Venezuela, cien en Colombia y cien en Alemania? ¿Hay que ver el formato digital con otros ojos?”, se pregunta, añadiendo:
“Estamos llenos de interrogantes. Hay que pensarlo todo de una nueva manera, adaptarse a los cambios y a nuevas formas de venta”, finaliza.
@weykapu
Así lo recuerda la poeta venezolana a propósito del sexto aniversario que el sello editorial celebra con la edición de dos nuevos títulos: El cuarto jugador, de Christiane Dimitriades, y 23 shots (una meditación), de Adalber Salas, en un año cuyas incertidumbres no amedrentan a las tres creadoras que conducen esta editorial alternativa, pero sí las obligan a pensar en estrategias de sobrevivencia, “para seguir apostando a que la creación no se detenga”.
Las poetas Edda Armas y María Clara Salas, y Annella Armas al frente del diseño y portadas, constituyen el comité editorial de Dcir, una editorial que nació con el apoyo del fallecido maestro del arte cinético.
“Para que esto se mantenga en el tiempo tiene que tener un financiamiento asegurado”, les dijo el artista en 2015, entusiasmado con la idea de respaldar este proyecto poético. “Fue un genio, con una gran capacidad de visualización”, señala Armas. Así, con la venta de una gráfica suya, han conseguido la publicación de dos libros por año, uno de un poeta consagrado y otro de un joven autor.
Edda Armas explica que, aunque la editorial no tiene una convocatoria de manuscritos como tal, siempre están abiertas a la recepción. Un proceso que, para este año, iniciarán en febrero. “A veces, si el libro lo amerita, tenemos un comité de lectores, cuyos nombres nos reservamos”.

“Nuestra colección -continúa- atiende manuscritos inéditos solamente, y de factura reciente. Nos parece una manera de pulsar qué mueve a los poetas a escribir, y hasta ahora todos los libros publicados se han escrito en Venezuela. Este año rompimos eso con Adalber Salas, quien no vive en el país. Él ha sido publicado en México y España, pero no quiere dejar de hacerlo aquí”. Con ese libro, su editorial inaugura, dice, “una nueva ventana”, porque es una edición bilingüe.
Estos dos nuevos títulos, que serán presentados próximamente vía Zoom, elevan a doce el catálogo de Dcir, dedicado exclusivamente a la creación poética. En su lista, figuran joyas como Ritual de bosques, de María Clara Salas; La edad de la templanza, de Cecilia Ortiz, o Los ausentes, con el que, poco antes de su muerte, Rubén Ackerman se estrenó en la poesía y fue premiado en Ecuador.
También destacan Crónicas budistas, de Blanca Strepponi; Canto de chicharra, de Carlos Iván Padilla; Estructura/Venado en fuga, de Blanca Elena Pantin; Pasajero, de Néstor Mendoza; Savia al mundo, de Jhon Rivera Strédel; Estatua de sal, de Cristina Gutiérrez Leal, y Los Palos Grandes, de Carlos Egaña.

Cada edición, un color de la paleta del artista: verde, azul, naranja, amarillo, morado, y, para este año, el rojo cereza.
-Estos seis colores fueron aprobados por él –explica Armas- y vamos a seguir con su paleta, porque es una intención de Dcir seguir rindiéndole homenaje, con su concepto de que “El color sucede”, y nos encanta que esté acompañado con nuestras colecciones de poesía, porque la poesía sucede.
La fotografía también es reconocida en esta editorial, con las imágenes de Annella Armas que acompañan las portadas de cada título.
-El 21, aunque preñado de esperanzas, tal vez no sea más halagüeño que el año anterior, en cuanto a un pronto regreso a la normalidad augurado por la vacuna contra el coronavirus. ¿Cómo se pinta el panorama en la editorial para el presente año?
“Estamos llenos de interrogantes”, responde Armas. “Si tenemos menos librerías, menos distribuidores, eso nos cierra un poco el paso. ¿Debemos editar menos libros en papel e irnos de una forma más agresiva al formato digital? Creo que lo debemos hacer. No sé si por Twitter o Instagram”.
“Hemos conversado mucho de lo que queremos hacer” -continúa- y nos dimos cuenta de que se nos hacía un imperativo la página web. Entonces aprovechamos este tiempo tan extraño en dos cosas: ir preparando materiales para esa página, que lanzaremos este año, y leer los manuscritos que habían llegado”.
“Las editoriales independientes debemos conversar, reunirnos para hacer un intercambio de ideas sobre la situación, porque lectores sí hay. Somos muchos, dentro y fuera del país, aunque los costos de envío se han dolarizado. Hay que cambiar el chip, y llegar a una conclusión.
“¿Cuántos libros debemos publicar? ¿Y cómo vamos a imprimir? ¿Será hacer cien libros en Venezuela, cien en Colombia y cien en Alemania? ¿Hay que ver el formato digital con otros ojos?”, se pregunta, añadiendo:
“Estamos llenos de interrogantes. Hay que pensarlo todo de una nueva manera, adaptarse a los cambios y a nuevas formas de venta”, finaliza.
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