La cultura ante 2021: la virtualidad seguirá siendo la norma
Gerentes culturales y artistas esbozan el panorama al que se enfrentarán este año
La pandemia tomó a todos por sorpresa. A la gente de la cultura, en un primer momento, la sumió en una paralización que no fue más que la pausa breve y necesaria para hallar alternativas que le permitieran seguir realizando actividades relacionadas con las artes, pese a que la rentabilidad de éstas sea tan reducida como el valor del bolívar soberano. Se trabajó, prácticamente, ad honórem, pero se sobrevivió pues, mal que bien, sectores como los de los centros culturales, el teatro, las artes visuales, el cine y la industria editorial se aferraron a formas hasta entonces desconocidas -o poco exploradas- para seguir llevando el arte al público.
Y así se debió hacer porque los artistas nunca dejaron de crear, al punto de que muchos creadores sumaron la realidad impuesta por el Covid-19 a sus preocupaciones y búsquedas creativas. Como decía el escultor inglés Henry Moore: “Ser un artista es creer en la vida”. Y quienes han decidido facilitar el encuentro de las personas con el arte, no desmayaron en ese esfuerzo.
Trasnocho Cultural, uno de los centros de difusión artística que logró mantener en 2020 una programación permanente de películas, obras de teatro, cineforos, talleres y conferencias, no tuvo, sin embargo, ganancias que le permitieran a su directiva contar con un fondo de ahorros. Su directora, Solveig Hoogesteijn, asegura que “mientras no obtengamos el permiso de apertura para salas de cine y teatro, no tendremos otra alternativa que continuar operando virtualmente a través de la plataforma web Trasnocho”.
-La presentación de películas y teatro a través de la red es poco rentable, pues competimos con una oferta cultural vasta y mundial, en la mayoría de los casos gratuita. Mayor afluencia registramos en talleres, conferencias y eventos formativos y de diálogo con el público, como nuestros cineforos. Tuvimos una programación muy exitosa en el caso de los festivales de cine, porque pudimos difundirlos sin costo. Todo lo que ofreces gratuitamente en nuestra plataforma tiene una enorme participación, pues el público de Trasnocho es muy leal, pero hace difícil la sobrevivencia de los que trabajamos en la cultura, reitera la también cineasta, quien afirma que en los meses que vienen, y mientras se mantengan las restricciones por la pandemia, seguirán innovando en la web.



Dice Luna Benítez, corresponsable junto a Carsten Todtmann del sello Oscar Todtmann Editores: “Asistimos a una de las más agudas crisis editoriales en cualquier época de nuestra historia, que se refleja en el cierre de librerías a nivel nacional, la imposibilidad de lograr una distribución eficiente y el incremento excesivo de los costos de producción e impresión”.
El sello abrió en 1994 una colección de poesía que ya lleva 30 números, y que este año se enriquecerá con trabajos de María Antonieta Flores, Luis Ignacio Betancourt, Flavia Pesci Feltri, Elizabetta Balasso y la poesía reunida de Alfredo Chacón.
-La distribución de libros no existe por el cierre total de más de 90% de las librerías -añade-, pero eso no afecta la capacidad de creación y de producción de nuestros escritores. Esta es una editorial que vive del talento literario del país y eso sí es verdad que no hay ninguna pandemia, crisis política, económica o social que lo impida. Al contrario, esas crisis han venido siendo de una manera muy visible el leitmotiv y la inspiración de mucha de la producción editorial venezolana, tanto acá como en la de los venezolanos que emigraron, agrega Benítez.
La apertura de una página web y la presentación de sus nuevos títulos, los poemarios de Christiane Dimitriades y Adalber Salas, vía Zoom, encabezan los planes de un año que comienza lleno de interrogantes para Dcir Ediciones.
“Aprovechamos este tiempo tan extraño en dos cosas: ir preparando materiales para la página web, que lanzaremos este año, y leer los manuscritos que habían llegado”, señala Edda Armas, miembro del comité editorial de Dcir Ediciones, junto con Annella Armas y María Clara Salas.
“¿Debemos editar menos libros en papel e irnos de una forma más agresiva al formato digital? Creo que lo debemos hacer. No sé si por Twitter o Instagram”, reflexiona Edda Armas, para quien se impone el diálogo entre los integrantes del sector a fin de diseñar estrategias conjuntas.
Y así se debió hacer porque los artistas nunca dejaron de crear, al punto de que muchos creadores sumaron la realidad impuesta por el Covid-19 a sus preocupaciones y búsquedas creativas. Como decía el escultor inglés Henry Moore: “Ser un artista es creer en la vida”. Y quienes han decidido facilitar el encuentro de las personas con el arte, no desmayaron en ese esfuerzo.
Trasnocho Cultural, uno de los centros de difusión artística que logró mantener en 2020 una programación permanente de películas, obras de teatro, cineforos, talleres y conferencias, no tuvo, sin embargo, ganancias que le permitieran a su directiva contar con un fondo de ahorros. Su directora, Solveig Hoogesteijn, asegura que “mientras no obtengamos el permiso de apertura para salas de cine y teatro, no tendremos otra alternativa que continuar operando virtualmente a través de la plataforma web Trasnocho”.
-La presentación de películas y teatro a través de la red es poco rentable, pues competimos con una oferta cultural vasta y mundial, en la mayoría de los casos gratuita. Mayor afluencia registramos en talleres, conferencias y eventos formativos y de diálogo con el público, como nuestros cineforos. Tuvimos una programación muy exitosa en el caso de los festivales de cine, porque pudimos difundirlos sin costo. Todo lo que ofreces gratuitamente en nuestra plataforma tiene una enorme participación, pues el público de Trasnocho es muy leal, pero hace difícil la sobrevivencia de los que trabajamos en la cultura, reitera la también cineasta, quien afirma que en los meses que vienen, y mientras se mantengan las restricciones por la pandemia, seguirán innovando en la web.

En el centro cultural Trasnocho esperan que se autorice la apertura de las salas de cine y teatro, respetando las normas de bioseguridad (CORTESÍA)
Para las fundadoras de Espacio ARTiculado -iniciativa privada para la reflexión, discusión y proyección del quehacer artístico que surgió en plena pandemia- fue un reto operar el año pasado en plataformas como Zoom, Google Meet y redes sociales. “Por la situación tan precaria del servicio eléctrico e Internet, nos vimos en la obligación de suspender tres de los 14 eventos que teníamos programados para nuestra primera temporada de ‘En algún lugar, al infinito y más allá’”, explican las artistas visuales y politólogas Anghy Rondón y Jessica Mezerhane.
En su caso, la rentabilidad no se dio en términos monetarios, sino de colaboración e intercambio de conocimientos a partir de las reflexiones que se dieron en los eventos que organizaron. “En Venezuela hay una búsqueda de participación en estos espacios y particularmente en Espacio ARTiculado tuvimos mucha participación en cada encuentro que formó parte de nuestra programación”, agregan Rondón y Mezerhane.
Teatro sin público
Héctor Manrique, director del Grupo Actoral 80 y uno de los grandes aliados de Trasnocho Cultural, comenta que para la agrupación que lidera, “que vive exclusivamente de su relación con el espectador y no recibe ningún tipo de subsidio o ayuda, 2020 fue un año negro desde todo punto de vista”.
-Veníamos haciendo más de 100 funciones al año y, por lo menos, un estreno por año. En marzo de 2020 logramos estrenar El vestidor, e hicimos solo tres funciones en su primera semana de estreno ya que en la segunda hubo que cerrar el teatro. En febrero habíamos hecho una función de Terror, en La Concha Acústica de Colinas de Bello Monte. Total: 4 funciones en sala con público el año pasado, agrega Manrique, cuyas expectativas para este año pasan por su necesidad de volver a la sala.
“No me sorprendió en absoluto que no se hubiesen tomado ningún tipo de medidas para las aperturas de los cines y teatros. La relación de desprecio hacia este sector demostrada como hechos desde hace veinte años hacía esperar eso. Es totalmente absurdo ver establecimientos repletos de gente y por el otro lado, ver teatros y cines cerrados que son espacios que por su naturaleza estática y contemplativa de parte del espectador hacen que tomando las medidas necesarias sea segura su actividad”, concluye.
Javier Vidal, por su parte, describe 2020 como frustrante y retador. No obstante, tanto él como sus colaboradores y socios no cesaron de trabajar. Para el año pasado, su productora Jota Creativa tenía programados el estreno de dos piezas suyas: Madres, para Trasnocho, y El perdón de las muñecas, encuentro de Margot Benacerraf y Armando Reverón partir del libro de Diego Arroyo Gil.
-Teníamos fecha para Espacio Plural del Collage Chocrón; la gira internacional de La Sra. Ímber, en España y Estados Unidos, y la contratación para dirigir en Florida la primera pieza dramática de Carlos Alberto Montaner sobre los últimos momentos de Paul Lafargue y Laura Marx, yerno e hija de Karl Marx. Igualmente, dos producciones de series televisivas… De estos procrastinados proyectos solo se llevó a cabo Collage Chocrón, en la plataforma web de Trasnocho, donde también se estrenaron La Sra. Ímber, Si esto es un hombre y La eterna irreverente.
Zoom fue otro de los caminos que recorrió el actor, director y dramaturgo para poder expresarse. Adaptó para ella la pieza Tal para cual; participó como actor en el Encuentro Iberoamericano de Dramaturgia en Confinamiento, y realizó su diplomado de Dramaturgia Audiovisual Online.
Galerías sin paredes
Paralelamente con la creciente presentación de exposiciones en formato digital, muchas galerías de arte venezolanas se concentraron en 2020 en reforzar sus contactos internacionales. Tal es el caso de ABRA, cuyos directores Melina Fernández Temes y Luis Romero, reconocen que, aunque la pandemia los afectó en lo relacionado con el número de visitas a su sede, lograron llevar a cabo proyectos y alcanzar acuerdos con otras instituciones.
“Un logro significativo para nosotros fue la inclusión del trabajo de Sheroanawe Hakihiiwe en la importante colección de arte latinoamericano del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA)”, comentan. Desde ABRA, además, se motoriza para febrero una exposición individual del artista yanomami en el Kunsthalle Lissabon, de Lisboa, Portugal.
-El 2020 ha sido el año que más trabajo nos ha dado y el que menos nos ha reportado, en términos de ventas. Sin embargo, sentimos que, aun así, fue un año de múltiples ganancias, lleno de aprendizajes y de crecimiento para nosotros y nuestro equipo, agregan Fernández Temes y Romero.
Marchando en sentido contrario al de la mayoría de los proyectos culturales que pasaron de lo físico a lo virtual, en febrero de 2020 nació AWA Cultura, por iniciativa de Ricardo Arispe, Athenea Cuotto y Eric Mejicano. En este ecosistema cultural, como ellos lo llaman, la tecnología digital fue fundamental para ofrecer al público exposiciones virtuales con experiencias inmersivas en 360 grados. En 2020 realizaron 23 muestras, tres de ellas presenciales, e involucraron a más de 200 artistas de más de 20 países.
Comenta Arispe: “En nuestro caso, no redujimos nuestra actividad; al contrario, la incrementamos si la comparamos con las iniciativas online de años anteriores. En cuanto a la rentabilidad, AWA Cultura terminó siendo muy rentable, pues si se ve desde el punto de vista de ‘inversión’, exponer en digital es menos costoso que en físico, por ende, la ganancia es mayor”.
Para las fundadoras de Espacio ARTiculado -iniciativa privada para la reflexión, discusión y proyección del quehacer artístico que surgió en plena pandemia- fue un reto operar el año pasado en plataformas como Zoom, Google Meet y redes sociales. “Por la situación tan precaria del servicio eléctrico e Internet, nos vimos en la obligación de suspender tres de los 14 eventos que teníamos programados para nuestra primera temporada de ‘En algún lugar, al infinito y más allá’”, explican las artistas visuales y politólogas Anghy Rondón y Jessica Mezerhane.
En su caso, la rentabilidad no se dio en términos monetarios, sino de colaboración e intercambio de conocimientos a partir de las reflexiones que se dieron en los eventos que organizaron. “En Venezuela hay una búsqueda de participación en estos espacios y particularmente en Espacio ARTiculado tuvimos mucha participación en cada encuentro que formó parte de nuestra programación”, agregan Rondón y Mezerhane.
Teatro sin público
Héctor Manrique, director del Grupo Actoral 80 y uno de los grandes aliados de Trasnocho Cultural, comenta que para la agrupación que lidera, “que vive exclusivamente de su relación con el espectador y no recibe ningún tipo de subsidio o ayuda, 2020 fue un año negro desde todo punto de vista”.
-Veníamos haciendo más de 100 funciones al año y, por lo menos, un estreno por año. En marzo de 2020 logramos estrenar El vestidor, e hicimos solo tres funciones en su primera semana de estreno ya que en la segunda hubo que cerrar el teatro. En febrero habíamos hecho una función de Terror, en La Concha Acústica de Colinas de Bello Monte. Total: 4 funciones en sala con público el año pasado, agrega Manrique, cuyas expectativas para este año pasan por su necesidad de volver a la sala.
“No me sorprendió en absoluto que no se hubiesen tomado ningún tipo de medidas para las aperturas de los cines y teatros. La relación de desprecio hacia este sector demostrada como hechos desde hace veinte años hacía esperar eso. Es totalmente absurdo ver establecimientos repletos de gente y por el otro lado, ver teatros y cines cerrados que son espacios que por su naturaleza estática y contemplativa de parte del espectador hacen que tomando las medidas necesarias sea segura su actividad”, concluye.
Javier Vidal, por su parte, describe 2020 como frustrante y retador. No obstante, tanto él como sus colaboradores y socios no cesaron de trabajar. Para el año pasado, su productora Jota Creativa tenía programados el estreno de dos piezas suyas: Madres, para Trasnocho, y El perdón de las muñecas, encuentro de Margot Benacerraf y Armando Reverón partir del libro de Diego Arroyo Gil.
-Teníamos fecha para Espacio Plural del Collage Chocrón; la gira internacional de La Sra. Ímber, en España y Estados Unidos, y la contratación para dirigir en Florida la primera pieza dramática de Carlos Alberto Montaner sobre los últimos momentos de Paul Lafargue y Laura Marx, yerno e hija de Karl Marx. Igualmente, dos producciones de series televisivas… De estos procrastinados proyectos solo se llevó a cabo Collage Chocrón, en la plataforma web de Trasnocho, donde también se estrenaron La Sra. Ímber, Si esto es un hombre y La eterna irreverente.
Zoom fue otro de los caminos que recorrió el actor, director y dramaturgo para poder expresarse. Adaptó para ella la pieza Tal para cual; participó como actor en el Encuentro Iberoamericano de Dramaturgia en Confinamiento, y realizó su diplomado de Dramaturgia Audiovisual Online.
Galerías sin paredes
Paralelamente con la creciente presentación de exposiciones en formato digital, muchas galerías de arte venezolanas se concentraron en 2020 en reforzar sus contactos internacionales. Tal es el caso de ABRA, cuyos directores Melina Fernández Temes y Luis Romero, reconocen que, aunque la pandemia los afectó en lo relacionado con el número de visitas a su sede, lograron llevar a cabo proyectos y alcanzar acuerdos con otras instituciones.
“Un logro significativo para nosotros fue la inclusión del trabajo de Sheroanawe Hakihiiwe en la importante colección de arte latinoamericano del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA)”, comentan. Desde ABRA, además, se motoriza para febrero una exposición individual del artista yanomami en el Kunsthalle Lissabon, de Lisboa, Portugal.
-El 2020 ha sido el año que más trabajo nos ha dado y el que menos nos ha reportado, en términos de ventas. Sin embargo, sentimos que, aun así, fue un año de múltiples ganancias, lleno de aprendizajes y de crecimiento para nosotros y nuestro equipo, agregan Fernández Temes y Romero.
Marchando en sentido contrario al de la mayoría de los proyectos culturales que pasaron de lo físico a lo virtual, en febrero de 2020 nació AWA Cultura, por iniciativa de Ricardo Arispe, Athenea Cuotto y Eric Mejicano. En este ecosistema cultural, como ellos lo llaman, la tecnología digital fue fundamental para ofrecer al público exposiciones virtuales con experiencias inmersivas en 360 grados. En 2020 realizaron 23 muestras, tres de ellas presenciales, e involucraron a más de 200 artistas de más de 20 países.
Comenta Arispe: “En nuestro caso, no redujimos nuestra actividad; al contrario, la incrementamos si la comparamos con las iniciativas online de años anteriores. En cuanto a la rentabilidad, AWA Cultura terminó siendo muy rentable, pues si se ve desde el punto de vista de ‘inversión’, exponer en digital es menos costoso que en físico, por ende, la ganancia es mayor”.

Para el ecosistema cultural AWA, la virtualidad forma parte de su ADN (CORTESÍA)
Cine sin salas
El sector cinematográfico fue sin duda uno de los más afectados en 2020. Abdel Güerere, presidente de la Asociación Venezolana de Exhibidores de Películas(AVEP), explica la situación con datos concretos: “Entre 2011 y 2015, cada año, se brindaron servicios de entretenimiento fílmico en salas a cerca de 30 millones de espectadores. En el año 2019, hubo 11,7 millones de espectadores. En el año 2020, entre el primero de enero y el 12 de marzo, tan solo a 1,6 millones de cinéfilos. Es decir, durante 2020, 90% del público no pudo satisfacer su hábito de disfrutar las películas en la gran pantalla”.
¿Expectativas? El sector sigue a la espera de que la Comisión para el Covid autorice la reapertura de las salas las cuales llevan 10 meses cerradas. Una vez que eso ocurra, “abordaremos el reto de poner a tono las salas con todos los protocolos de bioseguridad, a fin de llevar confianza y tranquilidad a nuestro público y empleados. Ello será un proceso paulatino, pero continuo y entusiasta. Estimamos contar con una cartelera atractiva y actualizada, así como con un regreso progresivo del público al hábito del disfrute compartido del cine en grande”, explica Güerere, quien asegura que, aunque todavía no hay información de cierres definitivos de salas, “en la medida en que la prohibición de apertura se extienda, el impacto negativo podría ser mayor”.
Bernardo Rotundo, presidente del Circuito Gran Cine, por su parte, pinta un panorama poco alentador. Para él, la llegada de la pandemia puso a las salas de cine en Venezuela en terapia intensiva. “El sector de la exhibición cinematográfica está gravemente afectado con un pronóstico reservado. Todo este horizonte, sin dudas, ha afectado a la realización de películas nacionales porque la Ley de Cinematografía Nacional contempla una contribución del público que asiste a las salas de cine de 5% del boleto para financiar al cine local. Esta recaudación hoy día es inexistente. Adicionalmente, los aportes en bolívares producto de la devaluación de la moneda con respecto al dólar han limitado ostensiblemente la capacidad de inversión para la producción del cine”, dice.
“En cuanto a los exhibidores independientes -prosigue Rotundo- su situación es bastante comprometida. Haciendo un breve inventario podemos decir que han desaparecido salas como la Margot Benacerraf de Unearte, que quedó para suplir actividades académicas; la Previsora, el Centro Plaza, el cineclub Charles Chaplin, de Barquisimeto. Y la Cinemateca Nacional se ha visto muy disminuida y la red de salas regionales han ido cerrando progresivamente. Solo quedan los cines Paseo de Trasnocho Cultural, Cine Celarg 3 y Patio Trigal, de Valencia, espacios que se verán bastante comprometidos para su reapertura post pandemia”, completa Rotundo.
Libros sin papel
A pesar de la crisis, la producción literaria de los venezolanos continuó en ascenso, con el apoyo decidido de las llamadas editoriales alternativas que asumieron todos los riesgos para seguir garantizando la circulación del producto literario.
Pero en 2021 el panorama de la pandemia no luce alentador, lo que les impone reforzar el acercamiento al medio digital, tanto para editar como para distribuir los títulos que ya tienen en puertas, entre otras estrategias.
Cine sin salas
El sector cinematográfico fue sin duda uno de los más afectados en 2020. Abdel Güerere, presidente de la Asociación Venezolana de Exhibidores de Películas(AVEP), explica la situación con datos concretos: “Entre 2011 y 2015, cada año, se brindaron servicios de entretenimiento fílmico en salas a cerca de 30 millones de espectadores. En el año 2019, hubo 11,7 millones de espectadores. En el año 2020, entre el primero de enero y el 12 de marzo, tan solo a 1,6 millones de cinéfilos. Es decir, durante 2020, 90% del público no pudo satisfacer su hábito de disfrutar las películas en la gran pantalla”.
¿Expectativas? El sector sigue a la espera de que la Comisión para el Covid autorice la reapertura de las salas las cuales llevan 10 meses cerradas. Una vez que eso ocurra, “abordaremos el reto de poner a tono las salas con todos los protocolos de bioseguridad, a fin de llevar confianza y tranquilidad a nuestro público y empleados. Ello será un proceso paulatino, pero continuo y entusiasta. Estimamos contar con una cartelera atractiva y actualizada, así como con un regreso progresivo del público al hábito del disfrute compartido del cine en grande”, explica Güerere, quien asegura que, aunque todavía no hay información de cierres definitivos de salas, “en la medida en que la prohibición de apertura se extienda, el impacto negativo podría ser mayor”.
Bernardo Rotundo, presidente del Circuito Gran Cine, por su parte, pinta un panorama poco alentador. Para él, la llegada de la pandemia puso a las salas de cine en Venezuela en terapia intensiva. “El sector de la exhibición cinematográfica está gravemente afectado con un pronóstico reservado. Todo este horizonte, sin dudas, ha afectado a la realización de películas nacionales porque la Ley de Cinematografía Nacional contempla una contribución del público que asiste a las salas de cine de 5% del boleto para financiar al cine local. Esta recaudación hoy día es inexistente. Adicionalmente, los aportes en bolívares producto de la devaluación de la moneda con respecto al dólar han limitado ostensiblemente la capacidad de inversión para la producción del cine”, dice.
“En cuanto a los exhibidores independientes -prosigue Rotundo- su situación es bastante comprometida. Haciendo un breve inventario podemos decir que han desaparecido salas como la Margot Benacerraf de Unearte, que quedó para suplir actividades académicas; la Previsora, el Centro Plaza, el cineclub Charles Chaplin, de Barquisimeto. Y la Cinemateca Nacional se ha visto muy disminuida y la red de salas regionales han ido cerrando progresivamente. Solo quedan los cines Paseo de Trasnocho Cultural, Cine Celarg 3 y Patio Trigal, de Valencia, espacios que se verán bastante comprometidos para su reapertura post pandemia”, completa Rotundo.
Libros sin papel
A pesar de la crisis, la producción literaria de los venezolanos continuó en ascenso, con el apoyo decidido de las llamadas editoriales alternativas que asumieron todos los riesgos para seguir garantizando la circulación del producto literario.
Pero en 2021 el panorama de la pandemia no luce alentador, lo que les impone reforzar el acercamiento al medio digital, tanto para editar como para distribuir los títulos que ya tienen en puertas, entre otras estrategias.

Aunque la crisis aprieta, la capacidad de creación de los escritores mantiene al sector editorial de pie (CORTESÍA)
Dice Luna Benítez, corresponsable junto a Carsten Todtmann del sello Oscar Todtmann Editores: “Asistimos a una de las más agudas crisis editoriales en cualquier época de nuestra historia, que se refleja en el cierre de librerías a nivel nacional, la imposibilidad de lograr una distribución eficiente y el incremento excesivo de los costos de producción e impresión”.
El sello abrió en 1994 una colección de poesía que ya lleva 30 números, y que este año se enriquecerá con trabajos de María Antonieta Flores, Luis Ignacio Betancourt, Flavia Pesci Feltri, Elizabetta Balasso y la poesía reunida de Alfredo Chacón.
-La distribución de libros no existe por el cierre total de más de 90% de las librerías -añade-, pero eso no afecta la capacidad de creación y de producción de nuestros escritores. Esta es una editorial que vive del talento literario del país y eso sí es verdad que no hay ninguna pandemia, crisis política, económica o social que lo impida. Al contrario, esas crisis han venido siendo de una manera muy visible el leitmotiv y la inspiración de mucha de la producción editorial venezolana, tanto acá como en la de los venezolanos que emigraron, agrega Benítez.
La apertura de una página web y la presentación de sus nuevos títulos, los poemarios de Christiane Dimitriades y Adalber Salas, vía Zoom, encabezan los planes de un año que comienza lleno de interrogantes para Dcir Ediciones.
“Aprovechamos este tiempo tan extraño en dos cosas: ir preparando materiales para la página web, que lanzaremos este año, y leer los manuscritos que habían llegado”, señala Edda Armas, miembro del comité editorial de Dcir Ediciones, junto con Annella Armas y María Clara Salas.
“¿Debemos editar menos libros en papel e irnos de una forma más agresiva al formato digital? Creo que lo debemos hacer. No sé si por Twitter o Instagram”, reflexiona Edda Armas, para quien se impone el diálogo entre los integrantes del sector a fin de diseñar estrategias conjuntas.
@juanchi62
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