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“Emily en París” de Netflix: ¿más odiada que amada por la crítica?

La nueva serie está ocupando los primeros lugares en los tops mundiales de la plataforma, y aunque los reproches le han caído como diluvio, los recursos de Darren Star, incluyendo a Lily Collins, han podido cautivar a otra parte de la audiencia

  • LUCÍA ROJAS OLIVIER

10/10/2020 01:00 am

Una ciudad de París romantizada, franceses que fuman hasta dentro de las oficinas, baguettes y croissants, parisinos descorteses y más son los clichés que se encuentran a la vista en la nueva serie de Netflix Emily en París, entrega con la que la crítica francesa está siendo implacable y mucho más grosera que los casi caricaturizados galos que hacen su aparición durante los diez capítulos que la componen.

Emily es una asistente de marketing que vive en Chicago junto a su novio con el que está apunto de comprometerse. De repente, su jefa, con la que tiene una muy buena relación, descubre que está embarazada y no puede aceptar el puesto de trabajo por un año en la capital francesa; es entonces que Emily toma su lugar para esa increíble oportunidad.

Así empieza la suerte de la protagonista millennial que, nada más tocando suelo parisino, decide abrir una cuenta en Instagram que titula como el nombre de la serie, para hacer partícipes a los espectadores de la gran aventura que está por vivir. ¿Pero qué es lo que relata la historia que tiene a tantos internautas del país europeo molestos? Precisamente, la falta de un relato; para muchos no hay historia que Emily en París cuente, o por lo menos una que se desarrolle con realismo y consistencia, pues por momentos pareciera que Darren Star apostó a la carismática sonrisa de Lily Collins para tapar esos huecos narrativos visibles en su personaje estrella, que parece sacado de la serie juvenil de los 2000 Gossip Girl. Y no tendría nada de malo si la promesa no viniese del creador de Sex and the City.

“Creo que lo que más me sorprendió de Emily en París no fueron los clichés o el (demasiado) glamoroso París, sino el hecho de que ... TODOS LOS FRANCESES HABLAN INGLÉS ENTRE SÍ”, escribió en Twitter Aurélia Baranes cofundadora del portal Seriuosly.FR.



Un bouquet de estereotipos 
No sólo son los espectadores franceses quienes han dado su opinión sobre la top serie de Netflix; los norteamericanos también, y cientos opinan en las redes sociales que la protagonista exhibe también esos estereotipos que se tienen sobre ellos en el mundo: gente que sólo vive para trabajar, que busca ser feliz y cree en los finales felices porque siempre llegará el héroe (sí, el héroe americano), como se ve en el capítulo 7 con desenfado, cuando una desmotivada Collins, ante la frivolidad de su jefa, intenta demostrar con ese mismo discurso que con una sonrisa todos los obstáculos se pueden superar y que al final tienen que ganar los buenos, los héroes. Claro, porque no hay franceses que sonrían, o sean positivos.

Lo que hace con las manos, lo destruyen con los pies
Por momentos, a lo largo de los capítulos, la serie toca temas interesantes que pudiesen ser una muestra concreta de querer subsanar esos clichés interculturales que han existido por décadas entre ambos países. Como por ejemplo, el acoso con el tema del #MeToo, que se muestra en un capitulo su versión francesa #BalanceTonPorc -"denuncia a tu cerdo"-, y la extensa ventaja que tienen los norteamericanos en el mundo del marketing y las redes sociales. También, en otro episodio vemos como uno de los compañeros laborales de Emily le explica que los franceses saben cómo relajarse y “trabajar para vivir”, no al contrario, pues no es que no sepan apreciar la felicidad, sino que “para ellos” hay cabida para sentir todas las emociones de la compleja existencia humana. Esto en un intento de desbaratar esos malentendidos que se dan a raíz de prejuicios existentes. 

Pero las buenas intenciones quedan ahí y se van al retrete por la poca profundización de esos temas una vez que son expuestos al espectador, para luego volver una y otra vez, de forma insistente, a los tópicos de gentilicio, cuando la sonriente americana se topa en cada sitio con locales que son groseros con ella y que, a su parecer, actúan así por su “falta de entusiasmo”. Y ni hablar de las referencias al croissant como única especialidad francesa dentro de la extensa gastronomía de la que de vez en cuando hacen referencia.

Otro punto chocante de esta primera entrega de Emily en París, es el poco realismo con el que aparecen las soluciones a los obstáculos del personaje principal; todo lo resuelve en no menos de 25 minutos que dura cada episodio, sin casi resistencia, exponiendo una vida que normalmente sólo se ve en las redes sociales.

Emily en París: 16minutos del primer episodio y ya pasamos del acoso, a clichés insoportables, por no hablar del chef que camina como una mantis religiosa. ¿Es una burla esta serie?”, expresó Marie C. Palot, youtuber y presentadora de TV. 



Sin embargo, y a pesar de esos sesgos en el relato, se puede decir que Emily en París es una serie que entretiene y brinda toda la magia de esa ciudad tan idealizada en Instagram; luces, romanticismo, «pain au chocolat», paseos junto al Sena, mucho vino y flores. Por otro lado, es gratificante ver el impecable gusto que tiene la protagonista al vestir, así como los distintos paisajes por los que pasea. 

También, esta primera temporada invita a la audiencia a vivir de primera mano lo que puede ser la experiencia de mudarse a otro país y adentrarse en otra cultura desde cero. Sin dejar de destacar que Lily Collins aporta el carisma suficiente para hacer que Emily divierta con sus astucias. Así como su contraparte masculino, Lucas Bravo (Gabriel), el chef que se enamora de la risueña americana y le muestra que la vida como extranjera en la ciudad de Edith Piaf (por supuesto que La vie en rose está incluido en el soundtrack) puede ser placentera, aún sin saber más que tres palabras de la lengua de Molière.

@LuRoj 





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