Espacio publicitario

ENTRESIJOS DE UN PREMIO LITERARIO (I)

El Rómulo Gallegos: una elegía anunciada

Hoy, 2 de agosto, natalicio del autor de "Doña Bárbara", debía entregarse el galardón que ha sido suspendido desde 2017. El último en recibirlo fue el escritor colombiano Pablo Montoya

  • DULCE MARÍA RAMOS

02/08/2020 01:00 am

Sin lugar a dudas, Rómulo Gallegos es el autor más representativo de la literatura venezolana y una referencia de lo que fue la figura del novelista e intelectual latinoamericano en el siglo XX. De hecho, en 1964, durante la presidencia de Raúl Leoni, se creó el premio que lleva su nombre y que reconocería cada cinco años, hasta 1987 y posteriormente cada dos años, a la mejor novela latinoamericana, expandiendo luego su horizonte a todo el ámbito hispanoamericano. Un premio literario que nació en los albores de la democracia venezolana y que recibieron escritores de la talla de Enrique Vila-Matas, Javier Marías, Carlos Fuentes, Fernando del Paso, Roberto Bolaño, Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa, los dos últimos máximos exponentes del boom latinoamericano y ganadores del Premio Nobel de Literatura.

Todo este panorama y prestigio que poseía el premio como referente de la literatura de habla hispana, empezó a cambiar con la llegada de Hugo Chávez al poder. El primero en alzar la voz fue Roberto Bolaño cuando le tocó ser jurado en 2001: “Entre paréntesis tengo que decir que si alguien debe dinero a alguien es el Celarg a mí: tres mil dólares por haberme leído más de 250 libros y que en lo que a mí respecta, por descontado, se los pueden meter por el culo. Tal cual. Mi paciencia frente a los neoestalinistas (o frente a los mafiosillos o frente a los estómagos agradecidos) no es grande. Así que aclaremos de una vez por todas que gane quien gane, sea una buena o una mala novela, nada tiene que ver con mi criterio como lector, por la sencilla razón de que mi opinión jamás ha sido pedida ni la de ellos confrontada conmigo. Mi desvinculación con el jurado es total. El Celarg miente cuando coloca mi nombre al frente de las listas sucesivas de finalistas… Me alegro que haya ganado Vila-Matas. Aun así espero que en Caracas quede claro que yo nada he tenido que ver con esta decisión, que me parece buena, pero que, según soplara el viento, hubiera podido ser muy mala. Tal como lo decía en mi nota: la responsabilidad en la elección, acertada o desacertada, no me atañe en lo más mínimo”. Esto ocurrió cuando Rigoberto Lanz era presidente del Centro de Estudios Latinoamericanos "Rómulo Gallegos" (Celarg).

En la siguiente edición, 2003, el jurado conformado por Fernando Aínsa, Christopher Domínguez Michael, Marcela Serrano, Enrique Vila-Matas y Víctor Bravo, también denunció que no había recibido sus honorarios, en ese momento de 5.000 dólares; de hecho, corrieron fuertes rumores sobre la suspensión de la premiación, que finalmente recibió el escritor colombiano Fernando Vallejo por su novela El desbarrancadero, en un acto al que no asistió el presidente Chávez, y que generó un gran malestar por el discurso del ganador, inspirado en una parábola del Evangelio según San Mateo y donde criticó fuertemente al comunismo: “¿Hay que trabajar, o no hay que trabajar? ¿Hay que contratar, o no hay que contratar? El mensaje de la parábola no está claro. ¿Qué dirán de ella los comunistas? Me hubiera gustado que Castro se la hubiera comentado al Papa”.

Vale destacar que en una entrevista que concedió a El Universal en 2017 el escritor español Enrique Vila–Matas, afirmó: “El premio entró en una fase muy diferente. Los últimos ganadores, Eduardo Lalo y Pablo Montoya, son autores muy interesantes, que no tenían alguna relevancia y el premio permitió que se les lea. Independientemente de todo lo que ha pasado con el Rómulo Gallegos, desde el punto de vista literario los escritores galardonados han sido valiosos”.

El año 2005, el jurado conformado por Antón Arrufat, Jorge Enrique Adoum, Nelson Osorio, Cósimo Mandrillo y Alberto Rodríguez Carrucci ,determinó que Issac Rosa se alzara con el premio por la novela El vano ayer, publicada por Seix Barral; el escritor español se impuso a Castillos de cartón de Almudena Grandes (España), El último lector de David Toscana (México), Testigo de Juan Villoro (México), Fumando espero de Jorge Angel Pérez (Cuba) y La gula del picaflor de Juan Claudio Lechín (Bolivia). 

En ese momento, el escritor y editor venezolano Gustavo Guerrero publicó en el diario El País, de España, un contundente artículo sobre lo que estaba ocurriendo con el Rómulo Gallegos y su futuro incierto.

Desde París, el Consejero literario para la lengua española de la casa Gallimard, afirma que “la polémica de 2005 representa un parteaguas en la historia del premio. Marca el momento en que el gobierno de Chávez toma el control directo del concurso. A partir de entonces no sólo se acaban las declaraciones y los discursos críticos o polémicos, como fue el caso con Bolaño o Vallejo, sino que los laureados son todos simpatizantes o compañeros de ruta del chavismo que agradecen la recompensa manifestando públicamente su solidaridad con el gobierno de un modo u otro. Fíjate que todavía hoy Ospina sigue escribiendo artículos para expresar su gratitud y en su momento Piglia llegó hasta la indecencia de calificar de 'estalinistas' a los escritores venezolanos que decidieron no participar en la edición de 2011. ¿La polémica sirvió para algo? ¿Fue la crónica de una muerte anunciada? No lo sé. En cualquier caso, lo que puso de manifiesto es que en 2005 había aún demasiada gente dentro del campo cultural que seguía confiando en el chavismo o que no quería ver lo que estaba pasando”.

Guerrero sostiene que al gobierno no le interesa el premio más allá de servirle de vitrina internacional: “No creo que sea el fin del premio. Mientras haya jurados y escritores dispuestos a participar en este tipo de operaciones, el premio seguirá existiendo y seguirá llevando, lamentablemente, el nombre de Rómulo Gallegos”.

Sobre el tema y la controversia que se vivió ese año, Isaac Rosa señaló: “Supongo que es inevitable la controversia, común por otro lado a todo gran premio institucional, y más teniendo en cuenta la fuerte polarización y tensión política en que vive el país anfitrión desde hace años. Sólo puedo hablar desde mi experiencia personal, como premiado, pero también como jurado de la siguiente edición: lo que encontré cuando me tocó juzgar fue una institución comprometida con mantener la trayectoria del premio, y un jurado que durante varios días se dedicó, nos dedicamos, a releer, discutir libros y elegir una ganadora -Elena Poniatowska en aquella ocasión- sin interferencias y sin tener en cuenta ningún elemento extraliterario. Si atendemos a la lista de premiados de las últimas ediciones, no veo nada sospechoso ni criticable, me parecen nombres intachables”.

Ya que se hace mención a Elena Poniatowska, ganadora en el año 2007, ésta tampoco escapó a las críticas, aun cuando la escritora mexicana fue jurado en el año 2009 y no acudió a la lectura del veredicto por problemas de salud. Las deliberaciones se hicieron vía telefónica y por correo electrónico. Vale recordar que el jurado fue bastante cuestionado precisamente porque en él estaba la escritora venezolana Stefania Mosca, quien falleció, y la directiva del Celarg decidió que su lugar fuera ocupado por su viudo, el poeta Enrique Hernández D’Jesús. Paralelo a esto, varios escritores venezolanos decidieron retirar sus obras por el sesgo ideológico del premio; entre ellos está Edilio Peña y su novela El acecho de Dios: “Lamentablemente, las novelas deben tener temáticas que refuercen el proyecto político e ideológico, así que el jurado debe de cumplir esa premisa. Una novela que merecía ganar en esa edición y que ni siquiera fue finalista era Nunca más Lili Marleen de David Alizo; aquí su autor condenaba y cuestionaba la existencia de cualquier tipo de totalitarismo”.

Vale recordar que en una entrevista concedida a El Universal en 2018, el escritor colombiano William Ospina lamentó la crisis que está viviendo el premio: “Ojalá, el Rómulo Gallegos pueda seguir cumpliendo el papel que ha cumplido durante tanto tiempo: ser testigo de la literatura del continente”.

Para finalizar este recorrido histórico por las controversias suscitadas alrededor del Premio Internacional de Novela "Rómulo Gallegos", el escritor Ricardo Piglia, ganador en 2011 y jurado en 2013, hizo duras declaraciones contra los escritores venezolanos opuestos al régimen. Ante ello, la escritora Ana Teresa Torres escribió una extensa respuesta en una columna de opinión titulada "La risa de Ricardo Piglia", publicada en el portal Prodavinci: “Lo que hemos querido decir, y seguiremos queriendo decir, es que no participamos en esta farsa que tanto daño le hace, y le hará, al pueblo de Venezuela. Y la farsa no es, desde luego, el premio en cuestión, que es una insignificancia comparada con las situaciones que aquí vivimos. No poner nuestro nombre al servicio de las 'instituciones' del gobierno y su promoción internacional es ese pequeño granito de arena que no nos pueden quitar a quienes, de derecha o de izquierda, nunca nos hemos planteado el dilema –Piglia dixit– de leer o no a Borges”.

El Premio Rómulo Gallego hoy
El último escritor que recibió el premio fue el colombiano Pablo Montoya en 2017. En esa edición, los finalistas fueron Larga noche hacia mi madre de Carlo Cortés (Costa Rica), La oculta de Héctor Abad Faciolince (Colombia), Lo que no tiene nombre de Piedad Bonnet (Colombia), Tierra quemada de Óscar Collazos (Colombia) y Fuerzas especiales de Diamela Eltit (Chile). Sin embargo, uno de los miembros del jurado, Javier Vásconez, denunció que no se les había pagado; igual sucedió con el ganador, que recibió el metálico del premio seis meses después. En aquel momento era ministro de Cultura Freddy Ñáñez.

Cuando por los estatutos que rigen el premio se debió realizar el proceso para una nueva edición en el año 2017, el Ministerio de Cultura anunció que el asunto era imposible por las restricciones presupuestarias. Restricciones que duraron hasta julio del año pasado cuando finalmente el ministro de Cultura Ernesto Villegas anunció la convocatoria al galardón para todas las novelas publicadas en castellano durante los años 2015 al 2019. Se estableció que el plazo de admisión finalizaba el 27 de febrero, que durante el mes de abril se daría el veredicto y el premio sería entregado el 2 de agosto. El cronograma no fue cumplido, alegando un retrasó por la pandemia del Covid-19. Recientemente se publicó la lista de las obras postuladas y se anunció que el jurado está conformado por Laura Antillano (Venezuela), Pablo Montoya (Colombia) y Vicente Battista (Argentina) quienes emitirían un veredicto en el mes de octubre y la gala de entrega se realizaría en noviembre en el marco de la Feria Internacional del Libro de Venezuela, Filven 2020.

La lista de las obras postuladas fue publicada en la página del Celarg de forma incompleta, pues el pasado 27 de julio se incluyeron trece novelas más al listado, afirmando que no se habían incorporado antes por dificultades en los servicios postales y que aún quedan otras obras por incluir. Así que hasta la fecha aparecen postuladas 197 novelas de 17 países.

Varios autores venezolanos, como Ana Teresa Torres, Gisela Kozak, Sonia Chocrón, Rodrigo Blanco Caderón, Antonio López Ortega, Leonardo Padrón y José Urriola, entre otros, han denunciado por la red social Twitter que los escritores que están participando en el premio, con este hecho, apoyan al actual régimen, por lo que escritores de cierto renombre como Gabriela Cabezón Cámara, Rodrigo Fresán, Cesar Aira y Patricio Pron han sido cuestionados duramente.

Ante la polémica originada en los últimos días tanto en redes sociales como en los medios de comunicación, algunos autores están pensado en retirar su postulación; otros han decidió no pronunciarse públicamente, y hasta se filtró que el escritor argentino Patricio Pron de resultar ganador donaría los 80 mil euros (la recompensa en metálico) a una ong venezolana. Ahora bien, si se revisa la lista con detenimiento llama la atención la participación de escritores venezolanos que no son tan conocidos en el ámbito literario, además, publicados por las editoriales del Estado: Fundarte y El perro y la rana o bajo la figura de la autopublicación.

Ante tal situación, se buscó la versión de los organizadores del premio, y es así que el 17 de julio El Universal solicitó al departamento de comunicaciones del Centro de Estudios Latinoamericanos "Rómulo Gallegos" una entrevista con su presidente, Roberto Hernández Montoya, quien ostenta ese cargo desde el año 2001. Después de varios días de espera, la respuesta recibida el 29 de julio fue que el vocero institucional no dará declaraciones ante la tergiversaciones de los medios de comunicación. Cuatro días antes, en un comunicado de prensa, se señala desde el Celarg a este diario de extorsionar a los escritores participantes y de realizar una campaña de desprestigio del premio. Totalmente falso: el objetivo de este reportaje es, precisamente. mostrar al público un completo panorama de los vaivenes del Premio Rómulo Gallegos en los últimos veinte años. Queda en manos del lector emitir sus propias conclusiones y juicios.

Habla Pablo Montoya
El Universal contactó al escritor colombiano también el 17 de julio; estas son sus declaraciones, las cuales se reproducen en su totalidad:

-Por su reglamento, usted debe participar como jurado en el premio Rómulo Gallegos. ¿Ya fue notificado?, ¿aceptó?
-El 9 de abril del presente año Roberto Hernández, presidente del Centro de Estudios Rómulo Gallegos, me notificó que éste se había convocado de nuevo y que necesitaba mi número telefónico para organizar detalles sobre mi participación ya que, siendo el último ganador, tenía el compromiso de ser jurado. Le respondí que me enviara el cronograma del concurso y demás detalles al respecto, y que esperaba acomodarme de la mejor manera ya que mi agenda para ese primer semestre estaba bastante cargada. Luego, el 9 de abril, se me informó que el premio, por la crisis de la pandemia, quedaba de nuevo pospuesto y que no sabía la fecha de su reanudación. Hasta este momento no he tenido más noticias. No puedo decir entonces que he aceptado oficialmente ser jurado, pero tampoco me he negado. Habrá que ver los requisitos que me propongan (el tiempo de lectura, el número de novelas, etc.), para tomar una decisión. 

-La vinculación del premio con la ideología del actual gobierno ha marcado, según muchos autores, su desprestigio; de hecho, ahora están siendo cuestionados algunos escritores de renombre porque están participando con sus obras. ¿Usted, como ganador, que opina de esto?
-En primer lugar, aclaro que no he recibido ningún libro que esté concursando, por lo tanto desconozco el nombre de esos autores de renombre. Frente al asunto del desprestigio del premio, habría que mirar desde dónde se lanzan esas críticas. Muchas de ellas, no me cuesta imaginarlo, vienen de la orilla literaria que defienden el criterio comercial de la literatura y el establecimiento de una democracia de tipo neoliberal en Venezuela. El tema es, por supuesto, bastante polémico y, por desgracia, está muy polarizado. Ahora bien, si uno observa la historia del premio Rómulo Gallegos, la primera conclusión que se desprende es que los autores y sus novelas galardonadas gozan de un fuerte contorno político, y ese contorno en la mayoría de los casos ha estado vinculado con ideologías que se han ubicado más en el campo de la izquierda que de la derecha. Pasar por alto este carácter me parece ingenuo. Lo cual no significa que las novelas premiadas carezcan de calidad literaria por ser la ideología política lo que prevalezca. Al contrario, si hay un premio en el mundo hispanoamericano que tiene suficientes cartas de presentación para elevarse como el más serio y profesional, libre de conciliábulos comerciales y ajena a las capillas del poder literario, es el Rómulo Gallegos. Y esto es una permanencia desde que se lo dieron a Vargas Llosa por La casa verde y a mí por Tríptico de la infamia.

"El supuesto desprestigio del que hablan podría entenderse, de un lado, a que el premio, por las circunstancias económicas que vive Venezuela desde hace años, y por ser un premio otorgado por el gobierno, se haya interrumpido. Pero como en la pregunta está el tema chavista, el panorama se torna complejo. Por lo que entiendo, los intentos de desprestigiar el Rómulo Gallegos iniciaron cuando Issac Rosa ganó con su novela El vano ayer. Se habló de un jurado manipulado por el chavismo. En caso de que esto haya sido cierto, lo que no se puede negar es que la novela de Rosa tiene suficientes méritos para haber obtenido el galardón. Más tarde, vinieron los premios dados a Ricardo Piglia y a William Ospina, autores que miraron con simpatía el chavismo. Pero basta leer sus novelas (Blanco nocturno y El país de la canela, respectivamente) para comprender que no es literatura chavista. Yo, confieso, no podría decir en rigor qué es una novela chavista. Pero lo que sí puedo afirmar es que en las obras premiadas del Rómulo Gallegos, ha existido una continuidad en su calidad literaria. En este sentido, por ninguna parte noto el desprestigio del que hablan. Lo que he comprendido, desde mi postura de lector de esas novelas, es que la labor de los jurados, sobre todo de las últimas versiones del premio, ha sido intachable. Mírense los casos de Eduardo Lalo y de mí mismo, dos autores hasta el momento en que se nos otorgó el premio completamente desconocidos. Sólo a un malintencionado se le ocurriría decir que se nos premió porque las novelas eran chavistas o porque fuéramos simpatizantes de esa política. Simpatía, por lo demás, que en mí no existe porque, desde que era niño, las figuras militares no me han suscitado admiración alguna. Desde hace años vengo diciendo, en mi obra y en las entrevistas que me han hecho, que el militarismo es uno de los males atávicos de la historia universal, y que las sociedades humanas, para avanzar más dignamente en el tiempo, deberían dejar a un lado políticas basadas en las armas", prosigue Montoya.

-Quisiera agregar que, si algún día soy jurado del Rómulo Gallegos, mi labor será independiente, y mis criterios de valoración de las novelas exclusivamente literarios y no políticos, ni comerciales, ni personales. Así ha sido en la historia de este premio y espero de todo corazón que así seguirá siendo. Si acepto ser jurado lo hago, finalmente, porque creo que el Rómulo Gallegos, más que el dominio de un determinado gobierno, es un patrimonio cultural invaluable de Venezuela y América Latina.

-Es sabido por todos lo que usted vivió para cobrar el premio. Cinco años después, ¿cómo puede evaluar lo ocurrido?
-Pareciera por el tono de la pregunta que viví un calvario o algo así. De ningún modo. Desde un principio me previnieron que el pago demoraría unos meses y me pidieron paciencia. Eso hice. Pacientemente esperé hasta que, al cabo de seis meses, me pagaron. Siempre dije, cuando me lo preguntaron, y es algo que sigo pensando ahora, que bandear una crisis social y económica de un país es más importante que recibir de inmediato el monto económico de un premio literario.

En la próxima entrega seguiremos analizando el tema con algunos de los autores que se han postulado sus obras para la presente edición del premio. María Teresa Andruetto (Argentina), Raúl Vallejo (Ecuador), Alejandro Zenteno Chávez (México) y Noel Ornelas Balboa (México) tomarán la palabra.

@DulceMRamosR
Siguenos en Telegram, Instagram, Facebook y Twitter para recibir en directo todas nuestras actualizaciones
-

Espacio publicitario

Espacio publicitario

Espacio publicitario

DESDE TWITTER

EDICIÓN DEL DÍA

Espacio publicitario

Espacio publicitario