El aplazamiento de los estrenos previstos ha tenido efectos inmediatos en las grandes compañías distribuidoras. Una de ellas comprobó que existe recorrido comercial para los estrenos directos en las plataformas bajo demanda, como ha ocurrido con Troll's World Tour, que Universal estrenó bajo alquiler en plataformas el pasado 10 de abril. También Disney decidió saltarse la ventana de los cines con Artemis Fowl, que estrena ahora directamente en su plataforma Disney+. Si algo resulta patente, es que se ha producido un cambio de mentalidad, lo que traerá consigo otros escenarios. Las grandes empresas, que son las que pueden promover realmente el cambio y también las que faltaban por unirse a esta revolución digital, dicen ahora que les gusta esta experiencia y que probablemente la repitan en el futuro.

¿Significa eso que el cine en salas morirá? La respuesta de los expertos es que es posible, pero sólo para determinado tipo de películas. El cine en salas nunca morirá del todo pues lo que los conocedores de la industria vislumbran es que habrá una polarización entre los grandes acontecimientos cinematográficos y las pequeñas y medianas producciones, que puede que sí queden relegadas a un consumo en pantalla doméstica vía streaming.

Un informe de la consultora MoffettNathanson, titulado "Say Goodbye to Hollywood" ("Dí adiós a Hollywood"), dibuja un escenario con un futuro incierto para el cine. Advierte que la mayoría de las salas están en centros comerciales y que estos reabrirán con limitaciones, lo que reducirá la circulación natural de público. Además, las que abran tendrán que sobrevivir varios meses operando con un tercio del aforo, lo que supondrá unos ingresos que, en el mejor de los casos, también serán de un tercio del total. Por eso, las mayores dificultades las tendrán las producciones pequeñas y medianas, que verán complicado competir con los blockbusters.

“Una película que ha costado 200 millones de dólares, se tiene que estrenar en cines porque no se puede amortizar en video bajo demanda, ya que está pensada para generar un gran impacto económico en la primera ventana de los cines y después toda una serie de beneficios adicionales que están vinculados al hecho de que se ha convertido en un taquillazo”. Como ejemplo de esos beneficios está la venta de merchandising o el propio fenómeno que desata el hecho de conseguir un récord de espectadores. "El estreno en los cines es la palanca que impulsa el efecto dominó en el resto de las ventanas. Sin ella, esas películas no se podrían hacer, necesitan los cines”.

La situación no es la misma para las producciones pequeñas y medianas. A pesar de que son susceptibles de ser estrenadas, la implicación económica que conlleva llevarla a los cines en términos de campañas de marketing, anuncios publicitarios o compra de espacios en marquesinas, así como el hecho de tener que competir directamente con grandes taquillazos, son dificultades complicadas de salvar. “Eso hace que no sean lo suficientemente rentables para sobrevivir en este contexto, especialmente a finales de este año y principios del que viene, cuando los cines van a estar saturados de grandes estrenos”.

Ese es precisamente uno de los miedos. Según una encuesta realizada entre profesionales del cine y publicada en Stephen Follows Film Data and Education, tras la irrupción del coronavirus y la paralización de gran parte de la industria, casi la mitad de las personas que trabajan en el ámbito del entretenimiento audiovisual identifican como su principal o segunda preocupación, el futuro de la empresa para la que trabajan.