Carmen Julia Álvarez: una historia con final abierto
La actriz emprendió a los 3 años de edad una indetenible carrera, que arrancó en los albores de la televisión siguiendo una vocación que le viene de casta
AQUILINO JOSÉ MATA
ESPECIAL PARA EL UNIVERSAL
En noviembre, Carmen Julia Álvarez cumplirá 66 años, 62 de ellos dedicados a una fructífera carrera artística, desde sus comienzos como actriz infantil en los albores de la televisión, el medio en donde más ha trabajado. Su vocación le viene de casta. Es hija de Adelaida Torrente, quien llegó a Caracas en una compañía española de zarzuelas en 1947. “Había pasado la guerra civil, se había muerto mi abuela y aquí conoció a mi papá, Juan Álvarez, canario de La Laguna, Tenerife. Él no tenía nada que ver con lo artístico, era un empresario aficionado al teatro, a la ópera, a la zarzuela. Fue precisamente viendo la compañía donde trabajaba mi mamá cuando la conoció y ella decidió quedarse”.
Esta historia es la que narra en el monólogo Simplemente Carmen Julia, que acaba de finalizar su segunda temporada en el Centro Cultural BOD y ahora se propone llevarlo al interior del país. Allí cuenta “cosas que nadie se esperaba de mi vida artística, que nunca he contado, de mis exparejas, de mis rivales”. Y lo hace con gracia, desparpajo o desgarro, según sea el caso, para sorpresa de una audiencia cautivada por la sinceridad de esta artista todo terreno, dirigida en este montaje por su hija, la también actriz Daniela Alvarado, fruto de su matrimonio con Daniel Alvarado, más que digna heredera de la estirpe familiar.
Jugando en la cocina
Al quedarse en Venezuela, Adelaida, la madre, se ganaba la vida en la radio y el teatro de la época. Luego, al comenzar la televisión en 1952, con la inauguración del Canal 5 de la Televisora Nacional, se incorporó al nuevo medio, que al año siguiente, con pocos meses de diferencia, amplió su espectro con dos nuevas señales: Televisa y Radio Caracas Televisión.
-Mi madre me llevaba a la televisión cuando trabajaba, siempre iba al estudio con ella. Tenía yo tres años cuando necesitaron a una niña para el programa Anecdotario, donde debuté como actriz y desde entonces no paré. Salía del colegio de monjas cercano a RCTV y me iba al canal a trabajar. En esa época, el Canal 5 no era competencia, por ser cultural, y los que trabajaban en Televisa y Radio Caracas TV también podían hacerlo en la Televisora Nacional. La programación infantil era larga y yo empecé a hacer cosas allí con otras niñas que también se iniciaban, como Caridad Canelón, Raquelita Castaños y Herminia Martínez.
Pero además de actuar, se le presentó la ocasión de debutar en otra faceta en Jugando en la cocina, programa pionero en su género, junto al que tenían la Tía María en Televisa y La Perfecta Ama de Casa (Ana Teresa Cifuentes) en Radio Caracas Televisión. “Mi mamá me enseñaba a preparar los platos, con recetas fáciles de entender y de preparar en cámara. Como era muy corto, llevaba el plato terminado para, luego de explicar cómo se hacía, mostrar cómo quedaba. En eso estuve tres años”.
Primera boda televisada
Paralelamente continuaba haciendo telenovelas en RCTV. Tenía 13 años cuando abrió el Canal 11, una nueva empresa televisiva propiedad de los hermanos Amable y Ricardo Espina, quienes habían dejado el canal de Bárcenas como ejecutivos para emprender su propio camino.
-Me contrataron para una telenovela que se llamaba Amargo silencio. El elenco era impresionante. Alterné con Daniel Farías, María Luisa Lamata, Paul Antillano, Zoe Ducós, Jorge Palacios y Bárbara Teyde, estos dos últimos debutando en Venezuela, recién llegados de España, así como el puertorriqueño Ulises Brenes, que además era el director. Ya estaba en rango de damita joven.
El Canal 11 no tuvo larga duración, por la feroz competencia que le plantaban Radio Caracas TV y Venevisión, que ya había iniciado sus transmisiones en la señal que había dejado Televisa. Muchos de los que estaban con los hermanos Espina regresaron al Canal 2 a trabajar en una telenovela que marcó época: La tirana, de Manuel Muñoz Rico, que estelarizaron Eva Moreno y Edmundo Arias.
-Hacía de hija de Eva Moreno, que interpretaba a una guerrillera enfrentada a un dictador de una isla tropical. Vale decir que por mi papel en La tirana me gané mi primer premio importante, el Guaicaipuro de Oro, como Revelación del Año. Yo tenía ya 15 años. Allí conocí a Eduardo Serrano y nos hicimos novios.
Hacía poco que Serrano había debutado en la pequeña pantalla en La criada malcriada, una comedia semanal que protagonizaba con Gloria Mirós y Conchita Obach, quien hacía de su esposa. Al poco tiempo ella renuncia por problemas personales, pero como el programa tenía mucha sintonía, le inventan al actor un hermano gemelo en la ficción. “Y en esa trama entro yo, decisión que se tomó porque la pareja que hacíamos en La tirana estaba muy pegada”. Lo que no imaginaba ninguno de los dos, es que, lucha por el rating de por medio, un ejecutivo de RCTV les propuso casarse para aprovechar su popularidad. De esta manera, Carmen Julia Álvarez y Eduardo Serrano se convierten en la primera pareja de famosos en casarse, “en vivo y directo”, vía TV.
Inevitable censura
Sería en el Canal 8 de Cadena Venezolana de Televisión -que así se llamaba cuando era una televisora comercial, antes de pasar a manos del Estado-, donde terminaría de afianzarse y despegar histriónicamente. Ocurre cuando le dan la protagonización de la que sería una de las telenovelas más populares de la época, Simplemente María, en donde compartió roles estelares con Eduardo Serrano y José Luis Rodríguez. Duró desde enero de 1970 hasta julio de 1971.
-Tuvo tanta penetración, que hasta hubo intento de censurarla, pues mi personaje era el de una madre soltera. Estábamos en el primer gobierno de Rafael Caldera y en una ocasión la sacaron del aire, sin explicación alguna. Ese día casi queman el canal. Fue un pretexto para cambiarla de horario y transmitirla un poco más tarde. Ceder a esa presión lo que provocó fue que el rating creciera aún más.
-¿Cómo llega al monólogo?
-Tenía tiempo haciendo anotaciones. Me decían que hiciera un libro, pero escribir es algo a lo que le tengo respeto y hacerlo sobre uno mismo más aún. Le daba vuelta a esas notas, hasta que me senté con Daniela, mi hija, y le dije que mejor era escenificarlas, hacer un monólogo, y le expliqué cómo deseaba concebirlo. Deseaba exponer mi lado menos conocido, pero homenajear también a esa gente que me vio en la televisión o el teatro narrándoles mis experiencias en algunos de mis trabajos. Algunas veces Daniela y yo lloramos juntas al leer esas notas, especialmente las referidas a las cosas que yo contaba de mi madre; mis matrimonios y separaciones, que luego tradujimos a comedia. El final está abierto, pues aún no termina mi vida artística.
Admirable Daniela
Así como Carmen Julia heredó el talento de su madre, su hija Daniela le siguió los pasos. Por ella profesa una especial admiración.
-Es un caso que no es habitual entre las actrices. Está hecha de una madera especial. Cuando empezó decía los parlamentos a su manera, como los imaginaba, más que como usualmente pudieran planteárselos. Tiene ideas propias y eso es lo que le aporta a sus personajes. Su fuerte personalidad es lo que la ha ayudado en esta era tan difícil de la televisión. Sin eso, aún siendo buena actriz, no habría podido enfrentar los desafíos que se le han presentado. Ella se desmarcó de la niña linda. En Mariú interpretó a una mujer joven, pero madura, y llamó la atención que en una escena en la cárcel saliera sin una gota de maquillaje, pues consideró que lo que estaba encarnando no era el prototipo establecido de la protagonista. Admiro su honestidad. Daniela es incapaz de traicionar la esencia de un personaje.