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Nuccio Ordine: “Si no volvemos a las relaciones humanas viviremos en el vacío total”

El filósofo italiano se adentra en el tema de la pandemia del coronavirus y el cambio que ésta ha generado en las prácticas educativas y culturales

  • DULCE MARÍA RAMOS

08/06/2020 01:00 am

La educación y la cultura han sido las áreas más afectadas por la pandemia. Sin embargo, gracias a la tecnología y las plataformas digitales ambas se están reinventado. Clases por Zoom, libros comprados en Amazon y conferencias o conciertos por Facebook e Instagram Live son ahora habituales en nuestra cotidianidad. Ahora, el contacto virtual rige las relaciones humanas dejando de lado la interacción física para evitar el contagio.

En su serie de entrevistas Voces en el Caos, El Universal conversa con Nuccio Ordine, filósofo, profesor de Literatura Italiana en la Universidad de Calabria y autor de diversos libros, varios de ellos sobre Giordano Bruno. Ha sido docente visitante de instituciones educativas como Yale, Paris IV-Sorbonne, CESR de Tours, IEA de París, el Warburg Institute o la Sociedad Max Planck de Berlín. Es también miembro del Harvard University Center for Italian Renaissance Studies y de la Fundación Alexander von Humboldt, así como miembro de honor del Instituto de Filosofía de la Academia Rusa de Ciencias y caballero de la Legión de Honor Francesa en 2002. Con la editorial Acantilado ha publicado La utilidad de lo inútil (2013) y Clásicos para la vida (2016).

-¿Hasta qué punto la educación está realmente preparada para un mundo dominado por la virtualidad?
-En todo el mundo estamos recurriendo a los instrumentos virtuales y por ende a las clases y cursos en línea. No tenemos, por ahora, otra opción. Pero estoy muy preocupado de algunas declaraciones de rectores y profesores que consideran la enseñanza virtual como el futuro de la universidad. Para mí, convertir esta emergencia en normalidad es insensato, peligroso e irresponsable. Lo he escrito en mis libros: la enseñanza es una seducción, un eros de la palabra que sólo ocurre cuando existe una relación humana y de diálogo entre el profesor y los estudiantes. La experiencia humana viva en clases es importante, ya que la relación de los estudiantes entres ellos y con los profesores permite la circulación del saber. Debemos recordar que los estudiantes no son recipientes que tenemos que llenar, no. Si no volvemos a las relaciones humanas viviremos en el vació total. Lamentablemente lo digital y las redes sociales han banalizado las relaciones humanas y la amistad, para mis estudiantes las relaciones son un clic o un like.

"Muchos profesores e instituciones -continúa- están acelerando lo digital porque la universidad y la escuela son un gran mercado, un negocio. ¿Cuál es la paradoja? Los gobiernos en todo el mundo están recortando masivamente los presupuestos para la educación, los profesores están disminuyendo, pero tenemos mucho dinero para comprar plataformas digitales y computadores. De nada sirven las máquinas sin buenos profesores. Sólo un buen profesor puede cambiar la vida de un estudiante, una computadora o celular no.

-Entonces, ¿la educación no se preocupa hoy por formar ciudadanos?
-La escuela no puede ser pensada como una empresa con el fin de obtener un beneficio económico. La escuela, efectivamente, debe formar ciudadanos cultos, profesionales con ética. El problema de nuestra sociedad hoy es que no existe ética, ¿por qué?, porque si una persona estudia una carrera, medicina, ingeniería, es para ganar dinero no por amor a la disciplina. Los estudiantes no son clientes.

-Claro, pero es una situación que siempre ha estado ahí. ¿Algo cambia con la pandemia?
-La pandemia nos hizo comprender los aspectos inhumanos del neoliberalismo: las empresas deben obtener ganancias en el menor tiempo posible. Es inmoral que el salario de un ejecutivo sea quinientos o diez mil veces más que el salario de un trabajador.

-Todo el mundo dice: “Ya nada será igual que antes”. No estoy muy seguro porque tenemos que responder a una preguntar: ¿quién pagará esta crisis? Si la crisis la pagan como en otras épocas de la historia los más débiles, los que no tienen voz, nada cambiará. Si el mundo cambia, cambiará para peor no para mejor. Para construir un mundo justo y equilibrado tenemos que atesorar las cosas que hemos comprendido en estos tiempos de pandemia, podemos no olvidar.

-¿Y la literatura nos enseña algo en estos tiempos?
-Luchar contra el olvido. Porque si mañana, cuando la pandemia termine, nos olvidamos de las injusticias del mundo, las profundas desigualdades y empezamos a vivir en la indiferencia, nada habrá cambiado. Milan Kundera en El libro de la risa y el olvido dice: “La lucha del hombre contra el poder, es la lucha de la memoria contra el olvido”. En la historia hemos olvidado muchas veces; por ejemplo, pienso en la experiencia terrible de los judíos, los nazis los persiguieron y destruyeron sin una verdadera motivación. Estamos viviendo de nuevo una ola de racismo y antisemitismo que es muy peligrosa.

-Usted plantea la idea de que la literatura es útil para no olvidar, ¿pero qué pasara con la saturación que existirá en el mercado cultural -libros, películas, series- con el tema de la pandemia? 
-Es un riesgo, pero en esta época se venden muchos libros que son un clásico: El Decamerón de Boccaccio, La peste de Camus o Ensayo sobre la ceguera de Saramago. Es normal que la industria cultural genere cosas de valor y cosas que no valen nada. Ahora estamos comprendiendo que no sólo necesitamos las relaciones humanas, también necesitamos de los saberes que nos ayudan a cultivar nuestra humanidad. De ahí que la literatura, la música, el arte son saberes inútiles, desafortunadamente e injustamente considerados inútiles, pero que son útiles para cultivar la mente y el espíritu. Por ejemplo, si los supermercados tienen que estar abiertos porque debemos comer para vivir, las librerías también son importantes porque los libros son el pan para el espíritu.

-Cuando Federico García Lorca inauguró una biblioteca en su pueblo, Fuente Vaqueros, dijo: “Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan, sino que pediría medio pan y un libro”. Tenemos necesidad de comer el pan de la vida que es al mismo tiempo el pan del pensamiento. Las librerías son una cultura viva, un lugar para el encuentro, no sólo un sitio para vender libros.

-Sin embargo, el ocio, ya sea dedicado a la lectura u otra manifestación cultural, es castigado.
-Hemos olvidado que en griego la palabra escuela, "Skholè", significaba un tiempo que le dedicas a cosas que no dan beneficio. Si pensamos que la escuela fue creada para cultivar los saberes sin beneficio, hoy es una empresa para fabricar títulos.  Yo pienso que el ocio si es importante. En este tiempo de pandemia, la gente ha tenido tiempo para leer un libro o ver una película. También es importante algo para gozar. Yo puedo gozar de La Mona Lisa, El Partenón o un concierto, y no tienen que estar en mi casa. La belleza es una fuente de felicidad, pero para ser feliz debes comprender dos palabras: desinteresado y gratuito; palabras hoy olvidadas y que no están en nuestro diccionario.

-Justamente algo que se ha criticado durante la pandemia es el ofrecimiento de libros, películas y objetos culturales gratis en contra de las regalías que un creador o artista debe recibir por su obra.
-Esto es un problema muy antiguo porque en nuestra sociedad, una conferencia de un profesor no es lo mismo que una visita de un médico, un plomero o un mecánico, o cuando piensas que un cuchillo vale más o es más útil que un poema. Es una locura y una terrible contradicción de nuestra sociedad, es cierto que la gente que trabaja en la cultura no es pagada o le pagan poco porque se piensa que la cultura y el saber no son importantes. Un ejemplo: Einstein tenía el salario de un profesor universitario, un salario bajo, pero hoy sin su teoría de la relatividad no tendríamos el GPS, el teléfono celular...

-Si bien hoy los filósofos están opinando en los medios ante la ausencia de expertos como politólogos y sociólogos, e instituciones como la Iglesia y las universidades, ¿no será más una reacción de la opinión pública ante el silencio de los intelectuales? ¿Hasta qué punto es peligrosa la banalización de la filosofía por parte de los medios?
-Muchos han aprovechado la pandemia como una gran oportunidad para hacerse publicidad. Las verdaderas respuestas sobre el virus las tienen los científicos, yo puedo responder por qué un supermercado es lo mismo que una librería, te aseguro que esos temas no se tratan en los debates de televisión. Para mí, hay intelectuales que hablan de las cosas que han estudiado, que puede enseñarnos la importancia de la literatura y la filosofía, pero hay otra gente que habla de cosas que no han estudiado, hay una explosión de charlatanes que están en televisión e Internet que son todólogos, personas que hablan de todo sin saber nada.

@DulceMRamosR
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