Artes visuales bajo el signo de la pandemia
Más allá de creaciones como "La Gioconda" de Da Vinci con tapabocas o el "David" de Miguel Ángel recibiendo una buena desinfección, los artistas están sumando el Covid-19 a sus inquietudes creativas
Las galerías y museos del mundo han pasado de lo físico, de lo tangible, de lo material, a ser espacios virtuales, inmateriales, donde el arte del pasado y del presente pueden ser apreciados con el suficiente distanciamiento social como para que no existan posibilidades de contagio con el Covid-19, ese virus que desde su surgimiento en China ha acabado con la vida de cientos de miles de personas en todo el planeta.
Pero a estas alturas del confinamiento -para evitar la propagación de la enfermedad, más de cien países han ordenando a sus ciudadanos no salir de sus casas, desde finales de marzo hasta el día de hoy-, que ha afectado todos los ámbitos de la vida humana, ¿se puede hablar de un arte del coronavirus; valga decir, de obras que trasciendan el impacto visual de las reinterpretaciones de pinturas famosas o el humor de los memes, y posean las formas y los contenidos de una verdadera pieza de arte?
Hasta el presente, son innumerables las imágenes, digamos artísticas, que proliferan en las redes sociales. La Gioconda, de Leonardo Da Vinci, con un tapabocas; La última cena, también del genio del Renacimiento, sin comensales: ni Jesucristo ni los doce apóstoles; el David, de Miguel Ángel, recibiendo una profunda desinfección; María, la protagonista de la película La novicia rebelde, detenida por dos agentes de seguridad pública por andar paseando por los alpes austriacos sin tapabocas; o el taller de Diego Velázquez inmortalizado por el propio pintor del Barroco español en Las Meninas, pero sin él, sin la infanta Margarita de Austria, sin meninas y sin nadie... Todas han sido realizadas con programas de manipulación digital de imágenes, lo que las hace más cercanas a propuestas de carácter gráfico que a planteamientos pictóricos, propiamente dichos.

Estas son apenas parte de las propuestas artísticas reunidas en el que ya es considerado el primer museo virtual inspirado en estos tiempos de confinamiento por el coronavirus: The Covid Art Museum (CAM), disponible en la cuenta de Instagram, @CovidArtMuseum (CAM), una original idea de tres publicistas catalanes -Emma Calvo, Irene Llorca y José Guerrero- quienes se han dado a la tarea de publicar en esta galería virtual todos los trabajos visuales creados desde las casas de artistas digitales, fotógrafos, diseñadores gráficos, dibujantes, animadores y videoastas.
La respuesta de los artistas en cuarentena no se ha hecho esperar. Hoy en día, el número de seguidores de @CovidArtMuseum supera los 30.000 y en sus paredes virtuales se exhiben, al momento, casi 300 obras.
"Queremos que la gente entienda la gravedad de esta crisis", dijo Delcan a la revista digital Artnet News. "Esto es muy nuevo y está sucediendo muy rápidamente. La gente no tiene idea de cómo prepararse para esto y está en negación”.

"Cuando dibujas algo, de alguna manera, lo posees, lo conoces mejor, en este caso sentimos temor por algo que ni siquiera podemos ver, así que al dibujar al virus lo hacemos real a nuestros ojos", agrega Berrettini, para quien este performance puede parecer una clase de dibujo. "Sin embargo, hasta que llega esa parte donde debes eliminar lo hecho, la persona se enfrenta a un nuevo significado de la acción creativa. Borrar todo lo hecho aun cuando te guste o te sorprendas a ti mismo con el hecho de que puedes dibujar, exige un valentía y capacidad de desprendimiento. En ese sentido, la desmitificación del arte y la negación se convierte en el arte, un arte que todo el mundo puede realizar y por lo tanto es también una acción de empoderamiento, una democratización del arte", concluye Berrettini.


Pero a estas alturas del confinamiento -para evitar la propagación de la enfermedad, más de cien países han ordenando a sus ciudadanos no salir de sus casas, desde finales de marzo hasta el día de hoy-, que ha afectado todos los ámbitos de la vida humana, ¿se puede hablar de un arte del coronavirus; valga decir, de obras que trasciendan el impacto visual de las reinterpretaciones de pinturas famosas o el humor de los memes, y posean las formas y los contenidos de una verdadera pieza de arte?
Hasta el presente, son innumerables las imágenes, digamos artísticas, que proliferan en las redes sociales. La Gioconda, de Leonardo Da Vinci, con un tapabocas; La última cena, también del genio del Renacimiento, sin comensales: ni Jesucristo ni los doce apóstoles; el David, de Miguel Ángel, recibiendo una profunda desinfección; María, la protagonista de la película La novicia rebelde, detenida por dos agentes de seguridad pública por andar paseando por los alpes austriacos sin tapabocas; o el taller de Diego Velázquez inmortalizado por el propio pintor del Barroco español en Las Meninas, pero sin él, sin la infanta Margarita de Austria, sin meninas y sin nadie... Todas han sido realizadas con programas de manipulación digital de imágenes, lo que las hace más cercanas a propuestas de carácter gráfico que a planteamientos pictóricos, propiamente dichos.

"Las Meninas" de Velázquez en tiempos de coronavirus. Autor: José Manuel Ballester (CORTESÍA)
Estas son apenas parte de las propuestas artísticas reunidas en el que ya es considerado el primer museo virtual inspirado en estos tiempos de confinamiento por el coronavirus: The Covid Art Museum (CAM), disponible en la cuenta de Instagram, @CovidArtMuseum (CAM), una original idea de tres publicistas catalanes -Emma Calvo, Irene Llorca y José Guerrero- quienes se han dado a la tarea de publicar en esta galería virtual todos los trabajos visuales creados desde las casas de artistas digitales, fotógrafos, diseñadores gráficos, dibujantes, animadores y videoastas.
La respuesta de los artistas en cuarentena no se ha hecho esperar. Hoy en día, el número de seguidores de @CovidArtMuseum supera los 30.000 y en sus paredes virtuales se exhiben, al momento, casi 300 obras.
Obras de todas partes y de creadores disímiles. Por cierto, una venezolana forma parte de esta peculiar colección. Se trata de Valentina Izaguirre, quien junto con su esposo, el artista mexicano Juan Delcan, realizaron con teléfonos celulares el corto animado Safety Match, en la que se observa una fila de palitos de fósforo que se encienden para generar un efecto dominó que es interrumpido cuando "un fósforo seguro" se aparta de la fila para no quemarse e impedir que los que le siguen también se quemen. La idea de la pareja es crear consciencia sobre la importancia de respetar el distanciamiento social para evitar el contagio y propagación del Covid-19.
"Queremos que la gente entienda la gravedad de esta crisis", dijo Delcan a la revista digital Artnet News. "Esto es muy nuevo y está sucediendo muy rápidamente. La gente no tiene idea de cómo prepararse para esto y está en negación”.
Safety Match se ha hecho viral en Instagram donde ha sido reproducido casi más de 900 mil veces.
Pero el @CovidArtMuseum no es la única vitrina para exponer el arte de la pandemia. También en Instagram se puede visitar la cuenta @diez.mas.uno, creada por la Society for News Design (SND), Región 11, correspondiente a México y Centroamérica. Esta organización internacional difunde el trabajo de diseñadores gráficos, ilustradores, diseñadores web e infógrafos. Sus representantes convocaron a un grupo de artistas para que aportaran obras relacionadas con el Covid-19; eso sí, a diferencia del CAM, ellos no seleccionan las obras, sino que publican todas las que reciben. Creadores de Noruega, Italia, España y Colombia han respondido a la convocatoria a través del hashtag #retoartecovid, y sus publicaciones superan ya las 450.
Otra venezolana, la artista Janeth Berrettini, residenciada en Zúrich, Suiza, ha buscado formas de participación a través del proyecto artístico colaborativo Disappear Covid-19, que instrumenta desde su cuenta en Instagram, @janethberrettini y de las etiquetas #onlineperfo y #disappearcovidnineteen.
"Esta idea de borrar (el coronavirus) la retomé de un proyecto anterior el cual consiste en borrar políticos. Así que siendo el virus un indeseable más, no dudé ni por un momento en usar la misma técnica, es decir: dibujar el objeto con las herramientas más elementales como son papel, lápiz y goma de borrar. En este caso, el dibujo del Covid-19 es una especie de coreografía que diseñé para que cualquier persona que no sea un dibujante entrenado pueda realizarlo, esta secuencia de movimientos la repito hasta 5 veces. Una vez que la hoja está llena, entonces procede la parte más interesante que es el borrado y sus implicaciones", explica la artista, cuya propuesta estará activa por cuarenta días de los que quedan 28.

Dibujo de @lyanaraquel para el performance "Disappear Covid-19" (CORTESÍA)
Otra iniciativa que se suma a las mencionadas es la que ha emprendido el J. Paul Getty Museum, de Los Ángeles, que a través de la cuenta @tussenkunstenquarantaine (Instagram) propuso un reto a sus seguidores: representar desde casa y con lo que se tenga a mano obras de grandes pintores como Vincent van Gogh, Rembrandt, Johannes Vermeer y Sandro Botiecelli. Sus publicaciones pasan de las 500 y sus seguidores llegan a más de 200 mil.

Interpretación desde el confinamiento del óleo "The Starry Nigh", de Vincent van Gogh
¿Estará en las iniciativas registradas en estas líneas -y en las muchas que no se incluyen por numerosas- la iconografía de la primera pandemia del tercer milenio? Es difícil saberlo toda vez que entre el ingente número de imágenes propuestas sobre el tema, hay muchos trabajos a desestimar, básicamente, por tratarse de obras cuya trascendencia es tan efímera como el tiempo en que dura el efecto comunicacional de un post en las redes sociales.
Presentido o todavía por ver
Es un hecho que mucho antes de que se conociera de la existencia del Covid-19 (que el gobierno chino ocultó en un principio), innumerables artistas, entre escritores, cineastas y artistas visuales, ya habían conceptualizado temas como la enfermedad y la muerte, dilemas a los que, dejando a un lado el humor liberador de tensiones, nos enfrenta al drama de la pandemia del coronavirus.
"Cuando visito un lugar nuevo, me pregunto si logrará sobrevivir a la desaparición de la humanidad. Por ejemplo, si se produjera una epidemia viral, provocaría un apocalipsis suave. Los edificios seguirían donde están, porque no sería como en una guerra atómica, pero se iría produciendo una erosión”. La frase la dijo en 2016 el escritor francés Michel Houellebecq, autor de libros como Plataforma (2001), La posibilidad de una isla (2005) o El mapa y el territorio (2010), cuyas historias están permeadas por una inequívoca sensación de acabose, de final. Para ese entonces, ni el polémico escritor ni nadie podían siquiera imaginar que cuatro años más tarde el mundo experimentaría las mismas angustias que movilizan o paralizan a los personajes de sus historias.
Y no es que los artistas posean el don de la adivinación, pero no se les puede dejar de reconocer su capacidad para captar, desde su personal sensibilidad, los problemas del presente para luego analizarlos a través del estudio de sus orígenes y consecuencias, plasmarlos posteriormente en una obra y de ahí, proyectarlos hacia ese lugar indeterminado que es la posteridad.
¿Qué explicación se pude dar, por ejemplo, al hecho de que Mary Shelley haya escrito en 1826 la novela El último hombre, que, ambientada en 2073, imagina a una humanidad asediada por una plaga desconocida? Para aquella época no existía en término virus, pero no deja de asombrar la impresionante fidelidad con la que la escritora británica describe en las paginas de su novela el miedo y la desesperación de las personas ante un agente invisible que puede causarles la muerte.
"El artista, diría yo, es hipersensible para bien y para mal; para bien porque tiene enorme goce con cosas que otros no perciben: el reflejo de una luz, de cómo las nubes se van formando o deshaciendo en el cielo, los colores en la naturaleza, los rostros de las personas: para mal, porque su dolor es inmenso ante la violencia en el mundo, frente a la injusticia, frente a la extrema pobreza, frente a la mediocridad". escribió hace varios años la artista conceptual venezolana Antonieta Sosa.
Sin duda, hay en el artista una sensibilidad hacia los males de la humanidad que, fuera de toda situación de alarma colectiva generada por una pandemia como la del Covid-19, la mayoría de nosotros desestima en su cotidianidad, pero que pintores, escultores, literatos, cineastas, bailarines y performistas no cesan de plantarnos frente a los ojos como un llamado de atención, como una advertencia... Ello explica las obras oscuras del pintor del siglo XIX Hugo Simberg, o las inquietantes instalaciones de la dupla creativa que integran el danés Michael Elmgreen y el noruego Ingar Dragset, de este siglo.

Del pintor finlandés Hugo Simberg: "Danse macabre" (1899)

Instalación antes del Covid-19: "Please, Keep Quiet!" (2003), de Elmgreen & Dragset. Galería Nacional de Dinamarca (CORTESÍA)
El arte es el ojo de las realidades poco visibles. En la naturaleza de quienes lo profesan -en los artistas- no existe otro ánimo más que el de percibir y hacer percibir aquello que amenaza, que hace daño, que pone en peligro al Otro, tal como lo escribe en el portal El Librero, Gabriel Carvajal, arquitecto y coleccionista de arte: "El artista transforma la realidad, la procesa en su interior y desde las entrañas debe salir esa 'nueva realidad' que viene tamizada, digerida, procesada y seguro con un mensaje de alerta, de llamada de atención o simplemente directo a la emoción –en positivo o negativo- y al goce estético". En su tiempo lo hicieron el Brueghel de El triunfo de la muerte; el Picasso de Guernica; El Greco de Visión del Apocalipsis, o el Goya de Los desastres de la guerra...
El tema del arte en tiempos de coronaviris, o más bien del arte de la pandemia, apenas comienza a ser tratado y entendido a profundidad; también apenas, comienza a dar sus frutos con obras que, más allá de la catarsis humorística, poseen la dimensión dramática de una obra de la literatura como La peste, de Marcel Camus; de una composición clásica como el Réquiem de Guerra, opus 66 (War Requiem), de Benjamin Britten; de una película como la filosófica Melancholia, de Lars von Trier, o de una gran pintura como el tríptico de El juicio final de El Bosco.
@juanchi62
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