Ana María Hurtado entrega un libro escrito a dos como el acto amoroso
Psiquiatra y poeta, es coautora de “El beso del arcángel”, poemario que se presenta el 20 de febrero en El Buscón, como parte de la programación aniversario de Oscar Todtmann Editores
Con acordes de saxofón, según Cortázar el más sensual de los instrumentos musicales, será presentado el 20 de febrero en la librería El Buscón, un libro inusual en nuestra literatura: inusual, no solo porque se trata de un poemario escrito a dos voces, sino por el tono del libro para decir del encuentro íntimo desde la palabra poética de Ana María Hurtado y Leonardo Torres.
El beso del arcángel, una publicación con la que Oscar Todtmann Editores celebra la proeza de 45 años de actividad ininterrumpida en Venezuela, es, en efecto, un libro escrito “a dos”, como el acto amoroso. Un libro que transita un erotismo que excede lo corporal.
“Sin duda es un libro traspasado por el erotismo”, afirma Hurtado. “Sin embargo –añade- es un erotismo que excede lo corporal, puesto que se alimenta del hecho amoroso, y en última instancia, el amor desemboca con frecuencia en la experiencia mística, donde la realidad contundente e ineludible del cuerpo permite el paso hacia una realidad extendida, que envuelve a toda la naturaleza física, psíquica y espiritual de los amantes”.
Médico psiquiatra, egresada de la Universidad Central de Venezuela, Hurtado comparte su actividad profesional con el oficio de la escritura. Premio de narrativa Julio Garmendia (UCV, 1984), es tallerista del poeta Armando Rojas Guardia y colaboradora en la revista Trópico Absoluto. Algunos de sus poemas han sido publicados en blogs y revistas de poesía, y en las antologías Diario poético de los tiempos adversos (Public-Arte Digital 2019) y Poesía en voz alta. Una lectura por la vida y por la libertad (Caracas, 2019).
Autora de varios títulos inéditos, ha publicado La fiesta de los náufragos (Editorial Diosa Blanca, 2015), y ahora El beso del arcángel, que, afirma, “tiende a una imaginería de lo natural-cósmico. Los amantes ya dejan de ser individuos concretos y son fuerzas de la naturaleza atravesadas y espiritualizadas por Eros. Hay que figurarse el beso de un arcángel: ¡la potencia y la dimensión que alcanza! 'el arcángel, el peligroso' diría Rilke”.
“El libro, explica, fue gestado en 2011, como una idea del poeta colombiano radicado en Francia, Leonardo Torres, quien imaginó el título e inició la escritura”.
–Podría pensarse -prosigue- que la propia palabra nos convocó y nos poseyó. Desde entonces su desarrollo vital ha sido lento pero consistente. Después de un prolongado período de incubación, su proceso de abrirse a la luz se dio a partir de 2018, al ser descubierto por mi maestro y amigo Armando Rojas Guardia, quien con gran generosidad nos impulsó para que el libro naciera y nos concedió un prólogo de lujo.
–¿Por qué un libro a dos?
-Es un libro que solo se entiende desde los dos. Desconozco si existe algo similar en la literatura de contenido erótico amoroso; hay un diálogo, una polifonía, donde las distintas voces intentan dar cuenta del estremecimiento y la conmoción. El libro es el encuentro mismo, y para realmente llegar a la médula del encuentro hay que desnudarse, despojarse, creo que ambos logramos ese despojo. Quizás una pareja pudiera encontrarse en esos poemas. “Los poemas de amor siempre tienen una ausencia, nuestro libro intenta paliar ese vacío, ese otro que solo existe en las palabras del autor” -me dice Leonardo Torres-, en el poemario se muestran ambos, el acto amoroso se da en las páginas, no hay ausencia. Los textos que conforman la primera parte, que es la de Leonardo, muestran cierta orfandad del anticipo, son interrogantes que esperan una respuesta, el texto mío intenta ser esa respuesta: el acontecimiento mismo que termina de nuevo en orfandad, como siempre ocurre en el amor; sin embargo, en el medio está la palabra, que es el lugar de encuentro. La unión amorosa es de por sí un intento de sostenerse en la orfandad, de conjurarla. En nuestro libro se da una comunión de ambas orfandades. El erotismo expuesto proviene de esa orfandad. “La paloma y el olivo” -el subtítulo que precede los poemas de Leonardo- es como el antiguo testamento, pura promesa y anticipación. El segundo texto – “La dulce brevedad de los gemidos”- es como el nuevo testamento, el cumplimiento de la promesa. Y en el medio, el verbo se hizo carne.
-¿Cuáles son las mayores dificultades a la hora de abordar un tema de esta naturaleza?
-Realmente no puedo hablar de dificultades, el tema erótico-amoroso en mi caso surge, brota, creo que lo contrario sería artificioso. No hay posturas en el poemario, son textos que se imponen desde lo íntimo, son afluentes que fluyen y uno deja que fluyan. A estas alturas de la historia, la sexualidad, el erotismo, el cuerpo han recuperado la posibilidad plena de ser expresados, hasta con cierto abuso porque se ha hipertrofiado su expresión y se les ha restado alma, entonces retomar el cuerpo en conjunción con el alma, retirar las hojas de parra y regresar a una segunda inocencia puede ser una propuesta en estos poemas.
-¿Podríamos hablar de la liberación de lo femenino en este caso?
-Si nos ubicamos desde la visión de que el erotismo femenino o la sexualidad femenina debe ser ocultada, o desde algún prejuicio de género, pudiera verse así, en todo caso, no creo que me propuse una liberación, más bien, una desnudez en la palabra que da cuenta de la entrega amorosa. En todo caso, habría también una liberación de lo masculino.
El beso del arcángel, un libro que nos invita a otra lectura del erotismo, será presentado el 20 de febrero, a las 5:00 pm, en la librería El Buscón de Las Mercedes, como parte de las actividades aniversarias de OT editores. El acto contará con palabras de los poetas Gabriela Kizer y Armando Rojas Guardia, y el acompañamiento musical del saxofonista Víctor Cuica.
El beso del arcángel, una publicación con la que Oscar Todtmann Editores celebra la proeza de 45 años de actividad ininterrumpida en Venezuela, es, en efecto, un libro escrito “a dos”, como el acto amoroso. Un libro que transita un erotismo que excede lo corporal.
“Sin duda es un libro traspasado por el erotismo”, afirma Hurtado. “Sin embargo –añade- es un erotismo que excede lo corporal, puesto que se alimenta del hecho amoroso, y en última instancia, el amor desemboca con frecuencia en la experiencia mística, donde la realidad contundente e ineludible del cuerpo permite el paso hacia una realidad extendida, que envuelve a toda la naturaleza física, psíquica y espiritual de los amantes”.
Médico psiquiatra, egresada de la Universidad Central de Venezuela, Hurtado comparte su actividad profesional con el oficio de la escritura. Premio de narrativa Julio Garmendia (UCV, 1984), es tallerista del poeta Armando Rojas Guardia y colaboradora en la revista Trópico Absoluto. Algunos de sus poemas han sido publicados en blogs y revistas de poesía, y en las antologías Diario poético de los tiempos adversos (Public-Arte Digital 2019) y Poesía en voz alta. Una lectura por la vida y por la libertad (Caracas, 2019).
Autora de varios títulos inéditos, ha publicado La fiesta de los náufragos (Editorial Diosa Blanca, 2015), y ahora El beso del arcángel, que, afirma, “tiende a una imaginería de lo natural-cósmico. Los amantes ya dejan de ser individuos concretos y son fuerzas de la naturaleza atravesadas y espiritualizadas por Eros. Hay que figurarse el beso de un arcángel: ¡la potencia y la dimensión que alcanza! 'el arcángel, el peligroso' diría Rilke”.
“El libro, explica, fue gestado en 2011, como una idea del poeta colombiano radicado en Francia, Leonardo Torres, quien imaginó el título e inició la escritura”.
–Podría pensarse -prosigue- que la propia palabra nos convocó y nos poseyó. Desde entonces su desarrollo vital ha sido lento pero consistente. Después de un prolongado período de incubación, su proceso de abrirse a la luz se dio a partir de 2018, al ser descubierto por mi maestro y amigo Armando Rojas Guardia, quien con gran generosidad nos impulsó para que el libro naciera y nos concedió un prólogo de lujo.
–¿Por qué un libro a dos?
-Es un libro que solo se entiende desde los dos. Desconozco si existe algo similar en la literatura de contenido erótico amoroso; hay un diálogo, una polifonía, donde las distintas voces intentan dar cuenta del estremecimiento y la conmoción. El libro es el encuentro mismo, y para realmente llegar a la médula del encuentro hay que desnudarse, despojarse, creo que ambos logramos ese despojo. Quizás una pareja pudiera encontrarse en esos poemas. “Los poemas de amor siempre tienen una ausencia, nuestro libro intenta paliar ese vacío, ese otro que solo existe en las palabras del autor” -me dice Leonardo Torres-, en el poemario se muestran ambos, el acto amoroso se da en las páginas, no hay ausencia. Los textos que conforman la primera parte, que es la de Leonardo, muestran cierta orfandad del anticipo, son interrogantes que esperan una respuesta, el texto mío intenta ser esa respuesta: el acontecimiento mismo que termina de nuevo en orfandad, como siempre ocurre en el amor; sin embargo, en el medio está la palabra, que es el lugar de encuentro. La unión amorosa es de por sí un intento de sostenerse en la orfandad, de conjurarla. En nuestro libro se da una comunión de ambas orfandades. El erotismo expuesto proviene de esa orfandad. “La paloma y el olivo” -el subtítulo que precede los poemas de Leonardo- es como el antiguo testamento, pura promesa y anticipación. El segundo texto – “La dulce brevedad de los gemidos”- es como el nuevo testamento, el cumplimiento de la promesa. Y en el medio, el verbo se hizo carne.
-Usted es psiquiatra y poeta, ¿cómo dialogan en su caso ambas disciplinas?
-Tengo el privilegio de hacer exactamente lo que amo; desde el ejercicio psiquiátrico y psicoterapéutico busco adentrarme en el otro que sufre, con la intención de ayudar, buscar sentidos, afinar la mirada y la escucha, discurrir en el ámbito de la palabra, hurgar en sus posibilidades. Todo ello confluye para mí en el acontecimiento poético. De manera que no hay contradicción, solo concurrencias. En el centro de ambas disciplinas está la palabra como madre generadora, como puerta ante el misterio que siempre invita. Creo con firmeza que la poesía, como todas las artes, son grandes fenómenos sanadores porque integran, conectan, dan sentido y por consiguiente, expanden la consciencia, y eso precisamente es lo que intento en mi quehacer cotidiano.
-Tengo el privilegio de hacer exactamente lo que amo; desde el ejercicio psiquiátrico y psicoterapéutico busco adentrarme en el otro que sufre, con la intención de ayudar, buscar sentidos, afinar la mirada y la escucha, discurrir en el ámbito de la palabra, hurgar en sus posibilidades. Todo ello confluye para mí en el acontecimiento poético. De manera que no hay contradicción, solo concurrencias. En el centro de ambas disciplinas está la palabra como madre generadora, como puerta ante el misterio que siempre invita. Creo con firmeza que la poesía, como todas las artes, son grandes fenómenos sanadores porque integran, conectan, dan sentido y por consiguiente, expanden la consciencia, y eso precisamente es lo que intento en mi quehacer cotidiano.
-¿Cree en la existencia de la poesía femenina?
-Es un tema complejo. En principio me chocan un poco las categorías atribuidas a la poesía o a cualquier arte, incluso no he visto que a un poeta se le pregunte si cree que exista la poesía masculina. Me parece que hay cierto vestigio sexista en la cuestión. Sin embargo, también debo admitir que existe en efecto una mirada femenina, al igual que otras diversas miradas, y que siendo la poesía lo esencial, a ella se llega –o ella nos alcanza- por diversos caminos, y esas ventanas que abre lo femenino pueden suscitar la idea de una poesía de género. Uno piensa en esa potencia dolorosa de Pizarnik o de Plath, en las fisuras verbales de Hanni Ossott o de Chantal Maillard, en esos poemas nidos de Emily Dickinson, y se inclina a pensar en una poesía desde lo femenino. También podríamos pensar que se hace poesía desde un faltante, haciéndose cuenco, abriéndose hasta dejarse penetrar por el misterio, escribir desde una hendidura de lo real. Entonces esa actitud, esa forma de encararla es femenina, pero no como diferencia sexual, sino como una disposición; en ese sentido, los hombres hacen poesía desde lo femenino que tienen dentro.
-Es un tema complejo. En principio me chocan un poco las categorías atribuidas a la poesía o a cualquier arte, incluso no he visto que a un poeta se le pregunte si cree que exista la poesía masculina. Me parece que hay cierto vestigio sexista en la cuestión. Sin embargo, también debo admitir que existe en efecto una mirada femenina, al igual que otras diversas miradas, y que siendo la poesía lo esencial, a ella se llega –o ella nos alcanza- por diversos caminos, y esas ventanas que abre lo femenino pueden suscitar la idea de una poesía de género. Uno piensa en esa potencia dolorosa de Pizarnik o de Plath, en las fisuras verbales de Hanni Ossott o de Chantal Maillard, en esos poemas nidos de Emily Dickinson, y se inclina a pensar en una poesía desde lo femenino. También podríamos pensar que se hace poesía desde un faltante, haciéndose cuenco, abriéndose hasta dejarse penetrar por el misterio, escribir desde una hendidura de lo real. Entonces esa actitud, esa forma de encararla es femenina, pero no como diferencia sexual, sino como una disposición; en ese sentido, los hombres hacen poesía desde lo femenino que tienen dentro.
-¿Cuáles son las mayores dificultades a la hora de abordar un tema de esta naturaleza?
-Realmente no puedo hablar de dificultades, el tema erótico-amoroso en mi caso surge, brota, creo que lo contrario sería artificioso. No hay posturas en el poemario, son textos que se imponen desde lo íntimo, son afluentes que fluyen y uno deja que fluyan. A estas alturas de la historia, la sexualidad, el erotismo, el cuerpo han recuperado la posibilidad plena de ser expresados, hasta con cierto abuso porque se ha hipertrofiado su expresión y se les ha restado alma, entonces retomar el cuerpo en conjunción con el alma, retirar las hojas de parra y regresar a una segunda inocencia puede ser una propuesta en estos poemas.
-¿Podríamos hablar de la liberación de lo femenino en este caso?
-Si nos ubicamos desde la visión de que el erotismo femenino o la sexualidad femenina debe ser ocultada, o desde algún prejuicio de género, pudiera verse así, en todo caso, no creo que me propuse una liberación, más bien, una desnudez en la palabra que da cuenta de la entrega amorosa. En todo caso, habría también una liberación de lo masculino.
El beso del arcángel, un libro que nos invita a otra lectura del erotismo, será presentado el 20 de febrero, a las 5:00 pm, en la librería El Buscón de Las Mercedes, como parte de las actividades aniversarias de OT editores. El acto contará con palabras de los poetas Gabriela Kizer y Armando Rojas Guardia, y el acompañamiento musical del saxofonista Víctor Cuica.
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