A CONTROL REMOTO
En las entrañas de Judy Garland
Haber ganado el Globo de Oro y el premio del Sindicato de Actores le aseguran prácticamente a Renée Zellweger el Oscar de mejor actriz, encarnando a una de las grandes divas de Hollywood
A punto de obtener su segundo Oscar está Renée Zellweger, esta vez por su formidable interpretación de la legendaria Judy Garland, en un biopic que se centra en el ocaso vital y profesional de esta actriz y cantante, que comenzó como niña prodigio y con los años afianzó su rango de súper estrella en la época dorada de Hollywood. En Judy, que así se llama el filme (¿cuándo lo veremos en Venezuela?), la protagonista de El diario de Bridget Jones recrea con un realismo impresionante la personalidad, la voz y los gestos de la madre de Liza Minnelli, otra diva no menos legendaria.
La actriz ha dicho que para encarnar a la Garland hizo una meticulosa preparación del personaje, que la llevó a un entrenamiento vocal e interpretativo tan intenso, que llegó a sentir verdadera obsesión por esa mujer tan compleja, genial, multifacética y llena de matices, algo que se percibe en todas y cada una de sus escenas en la película, que no es una biografía cronológica al uso.
La historia comienza con el viaje de Judy a Londres en el invierno de 1968 (en el último período de su vida), donde la contrataron para una serie de conciertos en una sala de moda, The Talk of the Show, en una gira de cinco semanas de la que ya se han vendido todas las entradas. Con esas presentaciones intenta recuperar un status artístico que lleva años por los suelos y, sobre todo, poder pagar sus facturas e intentar que sus dos hijas tengan un hogar estable. Además, durante su accidentada estancia en la capital británica, inicia una relación sentimental con el músico y empresario estadounidense, Mickey Deans, quien acabaría por convertirse en su quinto y último marido.
Judy ha supuesto para Renée Zellweger su renacimiento en Hollywood, ya que llevaba varios años en los que no alcanzaba una popularidad como la que le dieron películas como El diario de Bridget Jones, Chicago y Cold Mountain, por la que obtuvo en 2003 el Oscar como actriz de reparto. De hecho, al recoger su reciente Globo de Oro, bromeó con los críticos de Hollywood responsables del jurado y les agradeció la invitación “a esta cena tan familiar, diecisiete años después de la última vez que estuve aquí”.
Aunque, como ya dijimos, la cinta sigue la reciente tendencia de huir de las clásicas biografías que cuentan toda la historia del biografiado, para centrarse en un momento determinado de su vida, el realizador británico Rupert Goold se guarda un as bajo la manga, al apelar a varios flashbacks que muestran la peligrosa entrada en Hollywood de la artista al acceder a protagonizar El mago de Oz. La tesis de la película -que no contó con la aprobación de Liza Minnelli y el resto de familiares de Garland- es clara: ser la protagonista del musical cinematográfico más famoso de todos los tiempos, significó el principio del fin para la estrella. Fue ahí donde aparecieron por primera vez las adicciones, las inseguridades y los problemas psicológicos que la acompañarían hasta su muerte a los 47 años y que ocupan un lugar preeminente en este drama musical.
Zellweger huye de la imitación en su retrato de la diva hollywoodense. Ni canta como Garland ni aparece minuciosamente caracterizada para ser su viva imagen. La mirada y un muy cuidado trabajo vocal son sus mejores aliados. Se olvida de todo lo que aprendió para protagonizar Chicago y muestra un gran rango emocional en cada una de sus cuatro interpretaciones sobre el escenario. Diecisiete años después de su última nominación, su regreso a los Oscar será por la puerta grande. El galardón parece suyo, tal y como acaba de ocurrirle en los Globos de Oro y en la ceremonia del Sindicato de Actores. Será, sin duda, un buen homenaje para la gran Judy Garland, al estarse cumpliendo 50 años de su muerte.
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