Carlos Sánchez Vegas: "Ícaro soy yo"
El artista plástico presenta en la galería Spazio Zero su antológica "Ícaro y otros seres alados"
En “Ícaro y otros seres alados”, que expone en la galería Spazio Zero, Carlos Sánchez Vegas (Caracas, 1961) emprende todo un vuelo por la historia del arte, en la que géneros, técnicas y materiales invitan a recordar el sentido de la permanencia en el arte.
Y sin embargo, no es su vuelo, sino la caída del ángel, lo que subyace en este intenso recorrido vital que nace de los cuadernos y anotaciones de artista que acompañan su muestra bajo dos rúbricas: “Tocar” y “No tocar”.
La búsqueda de la estética es el motor de la historia
Carlos Sánchez Vegas recuerda con frecuencia sus 60 años, aunque todavía le faltan dos para cumplirlos. Tal vez porque, dedicado desde los nueve al arte, es intenso su camino por ese mundo y amplio su conocimiento.
Así lo evidencia una vez más en “Icaro y otros seres alados”, continuación de su Proyecto ARTE/ ART Project, que viene realizando en diversas etapas en torno a más de veinte años de dedicación artística.
–Sin embargo, algunos ven en las pinturas de Altamira fines más mágicos que estéticos. O tal vez la necesidad de trascendencia, de decir “aquí estuve yo”.
La muestra de Sánchez Vegas inicia con retratos y autorretratos en pequeño formato en los que la imagen de su madre, su hermana, u otros modelos, parecen transcurrir por un solo y ´único rostro, que conduce a los del artista, algunos realizados para esta ocasión, otros más antiguos, como su Autorretrato en N.Y, el Homenaje a Whistler, de fines de los 80.

Arte y caída del ángel
“Diario de viaje, oficio de librero”, que precedió a la presente exposición, daba cuenta, igualmente, del vínculo con el libro y la palabra, que parece articular el discurso de Carlos Sánchez Vegas, para quien el arte, más que la elaboración y uso de técnicas, parece constituir un verdadero diálogo sobre el quehacer y destino del hombre mismo, como leemos en su poema a “Ícaro”:
“Terrible impureza de las palabras sin sentido, mortal sonrisa en agonía frente al cielo oscurecido, sangrante plenitud de la multitud ausente, estrofas más hirientes que un puñal hincado al alma de aquel falso ángel caído, al que la imprudencia le ha arrancado las alas”.
Se trata, escribe, de “evidenciar el uso de la palabra como vinculo, necesario o no, entre el espectador y la obra. Su utilidad, aunque en la propuesta del Proyecto Arte/Art Project, la palabra, además de aportar contenido, es parte de la experiencia estética, buena o no”.
Icaro, el protagonista de la exposición, procede, de hecho, de la literatura. El mito recuperado por el artista erigiéndose en metáfora del ángel caído. Una instalación con los “diarios” del artista, es la prueba fehaciente de su existencia: las plumas perdidas en el vuelo.

“El diario es fundamental en la vida. Yo llevo los míos, pero, en lugar de escribir en ellos, atesoro imágenes”, confiesa el artista, cuya obra será expuesta en los dos próximos años en Estados Unidos y Europa.
Más adelante, dos telas enfrentadas señalan dos momentos de la caída: Icaro sobre el azul, collage, e ´Ícaro desde el azul, sobre tela de algodón puro, acompañadas del fragmento de un querubín de la fuente de la casa de sus abuelos en El Paraíso, y pinturas del mar, que a la vez constituyen un homenaje a los nenúfares de Monet.
“Los artistas hicieron a los dioses y sus obras hoy atestiguan que ellos cayeron. Zeus ya no tiene poder. Queda solo su imagen representada por Fidias. Y así, los artistas vamos creando dioses que se adaptan a nuestras necesidades”, sostiene Sánchez Vegas.
Como los dioses, los ángeles caen. Ícaro no es ángel, pero comparte su condición de caído. “No me interesa el que asciende, sino el que cae y se estrella contra el mar. Este es un ángel caído, aunque su condición no sea divina. ‘prefiero morir en el intento por la libertad, que vivir esclavizado por la virtud’, dice el ángel caído.
Y sin embargo, no es su vuelo, sino la caída del ángel, lo que subyace en este intenso recorrido vital que nace de los cuadernos y anotaciones de artista que acompañan su muestra bajo dos rúbricas: “Tocar” y “No tocar”.
La búsqueda de la estética es el motor de la historia
Carlos Sánchez Vegas recuerda con frecuencia sus 60 años, aunque todavía le faltan dos para cumplirlos. Tal vez porque, dedicado desde los nueve al arte, es intenso su camino por ese mundo y amplio su conocimiento.
Así lo evidencia una vez más en “Icaro y otros seres alados”, continuación de su Proyecto ARTE/ ART Project, que viene realizando en diversas etapas en torno a más de veinte años de dedicación artística.
Autorretratos, ángeles e Ícaros, conforman la temática en los siete que conforman esta muestra. Pero en esta ocasión, la pintura ha cedido lugar protagónico a otras manifestaciones y técnicas, como las instalaciones, el collage, el dibujo, la fotografía y el pastel.
Como un artista del renacimiento, Sánchez Vegas se pasea por la historia del arte, para el que reclama el buen hacer, técnicas y materiales tradicionales, desplazados por el afán experimental de las nuevas generaciones, con la incorporación de materiales reciclados o “basura”, que, dice, representan un problema de preservación para galerías y coleccionistas.
“Me resisto a abandonar los viejos materiales. Toda mi vida he pintado al óleo”, subraya, y agrega:
–Vamos a seguir haciendo arte con buenos materiales, pensando en el futuro, porque los que tenemos cierta edad hemos visto cómo se ha ido deteriorando toda esa pintura que se hizo en los años 80 con materiales como asfalto, se ha perdido.
“La permanencia en el arte es esencial”, enfatiza, preguntándose: “¿qué sabemos hoy del pasado, si no es a través del arte, Egipto, las cuevas de Altamira?”.
Como un artista del renacimiento, Sánchez Vegas se pasea por la historia del arte, para el que reclama el buen hacer, técnicas y materiales tradicionales, desplazados por el afán experimental de las nuevas generaciones, con la incorporación de materiales reciclados o “basura”, que, dice, representan un problema de preservación para galerías y coleccionistas.
“Me resisto a abandonar los viejos materiales. Toda mi vida he pintado al óleo”, subraya, y agrega:
–Vamos a seguir haciendo arte con buenos materiales, pensando en el futuro, porque los que tenemos cierta edad hemos visto cómo se ha ido deteriorando toda esa pintura que se hizo en los años 80 con materiales como asfalto, se ha perdido.
“La permanencia en el arte es esencial”, enfatiza, preguntándose: “¿qué sabemos hoy del pasado, si no es a través del arte, Egipto, las cuevas de Altamira?”.
–Sin embargo, algunos ven en las pinturas de Altamira fines más mágicos que estéticos. O tal vez la necesidad de trascendencia, de decir “aquí estuve yo”.
–Al contrario. Yo creo que estaban decorando su casa, que querían tener adentro lo que tenían afuera. Si no, ¿por qué algunas imágenes son más bonitas que otras? Pienso que la estética ha sido esencial y su búsqueda ha sido el motor de la historia.
“En cuanto a la trascendencia, sí, creo que cuando el artista toma conciencia y conecta con su yo, ya no necesita seguir evolucionando, pero seguimos yendo más allá”.
Al mismo tiempo, su posición frente al arte “digital” se hace sentir en la única obra de carácter conceptual del conjunto, “Al final no son más que píxeles”, en la que, emulando la sentencia bíblica, “polvo eres y en polvo te convertirás”, 500 imágenes pixeladas de ángeles caen en un plato lleno convertidas en un millón de cuadritos de papel de 5x5 milímetros, cortados a mano.
A través del autorretrato
“En el autorretrato, el artista se pinta como se percibe, hay algo más allá de la imagen de sí mismo que muchos no advierten. “Se parece, pero él se veía distinto”, dicen a propósito de los de Van Gogh. Pero él era honesto, aunque otros no lo vieran así. Velásquez se incluye en las meninas y nadie fue más cruel consigo mismo que Bacon”.
“En cuanto a la trascendencia, sí, creo que cuando el artista toma conciencia y conecta con su yo, ya no necesita seguir evolucionando, pero seguimos yendo más allá”.
Al mismo tiempo, su posición frente al arte “digital” se hace sentir en la única obra de carácter conceptual del conjunto, “Al final no son más que píxeles”, en la que, emulando la sentencia bíblica, “polvo eres y en polvo te convertirás”, 500 imágenes pixeladas de ángeles caen en un plato lleno convertidas en un millón de cuadritos de papel de 5x5 milímetros, cortados a mano.
A través del autorretrato
“En el autorretrato, el artista se pinta como se percibe, hay algo más allá de la imagen de sí mismo que muchos no advierten. “Se parece, pero él se veía distinto”, dicen a propósito de los de Van Gogh. Pero él era honesto, aunque otros no lo vieran así. Velásquez se incluye en las meninas y nadie fue más cruel consigo mismo que Bacon”.
La muestra de Sánchez Vegas inicia con retratos y autorretratos en pequeño formato en los que la imagen de su madre, su hermana, u otros modelos, parecen transcurrir por un solo y ´único rostro, que conduce a los del artista, algunos realizados para esta ocasión, otros más antiguos, como su Autorretrato en N.Y, el Homenaje a Whistler, de fines de los 80.

Arte y caída del ángel
“Diario de viaje, oficio de librero”, que precedió a la presente exposición, daba cuenta, igualmente, del vínculo con el libro y la palabra, que parece articular el discurso de Carlos Sánchez Vegas, para quien el arte, más que la elaboración y uso de técnicas, parece constituir un verdadero diálogo sobre el quehacer y destino del hombre mismo, como leemos en su poema a “Ícaro”:
“Terrible impureza de las palabras sin sentido, mortal sonrisa en agonía frente al cielo oscurecido, sangrante plenitud de la multitud ausente, estrofas más hirientes que un puñal hincado al alma de aquel falso ángel caído, al que la imprudencia le ha arrancado las alas”.
Se trata, escribe, de “evidenciar el uso de la palabra como vinculo, necesario o no, entre el espectador y la obra. Su utilidad, aunque en la propuesta del Proyecto Arte/Art Project, la palabra, además de aportar contenido, es parte de la experiencia estética, buena o no”.
Icaro, el protagonista de la exposición, procede, de hecho, de la literatura. El mito recuperado por el artista erigiéndose en metáfora del ángel caído. Una instalación con los “diarios” del artista, es la prueba fehaciente de su existencia: las plumas perdidas en el vuelo.

“El diario es fundamental en la vida. Yo llevo los míos, pero, en lugar de escribir en ellos, atesoro imágenes”, confiesa el artista, cuya obra será expuesta en los dos próximos años en Estados Unidos y Europa.
Más adelante, dos telas enfrentadas señalan dos momentos de la caída: Icaro sobre el azul, collage, e ´Ícaro desde el azul, sobre tela de algodón puro, acompañadas del fragmento de un querubín de la fuente de la casa de sus abuelos en El Paraíso, y pinturas del mar, que a la vez constituyen un homenaje a los nenúfares de Monet.
“Los artistas hicieron a los dioses y sus obras hoy atestiguan que ellos cayeron. Zeus ya no tiene poder. Queda solo su imagen representada por Fidias. Y así, los artistas vamos creando dioses que se adaptan a nuestras necesidades”, sostiene Sánchez Vegas.
Como los dioses, los ángeles caen. Ícaro no es ángel, pero comparte su condición de caído. “No me interesa el que asciende, sino el que cae y se estrella contra el mar. Este es un ángel caído, aunque su condición no sea divina. ‘prefiero morir en el intento por la libertad, que vivir esclavizado por la virtud’, dice el ángel caído.
Y como ángel caído, se pinta a sí mismo Sánchez Vegas. Pero su dedo no señala hacia arriba, sino a la derecha. “Mostrando la salida”, destaca.
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