A Control Remoto
Emilita Dago, guarachera inolvidable
La cantante cubana, que vivió una época estelar en Venezuela como integrante de la orquesta "Los Melódicos", editó un libro autobiográfico, titulado “Entre tambores y castañuelas”
Como muchas otras importantes figuras de su país, Emilita Dago sale de Cuba en 1960, huyendo del comunismo castrista. Vino con una visa de trabajo gestionada por el empresario Guillermo Arenas y, una vez en Caracas, Renato Capriles la contrata para su orquesta Los Melódicos, iniciando así una nueva y fructífera etapa profesional. Desde el primer momento impactó y el éxito no se hizo esperar. Esta historia, y muchas otras más, la cuenta en el libro autobiográfico Entre tambores y castañuelas, que acaba de presentar la cantante en Miami, ciudad donde reside y cuya versión digital saldrá también este mismo mes. La simpática artista desarrolló entre nosotros una carrera meteórica, repitiendo aquí el mismo suceso que ya había logrado en su tierra, donde debutó a la temprana edad de cuatro años en el popular programa radial de aficionados La corte suprema del arte, cantando la música española que sus padres, nativos de la madre patria, le habían enseñado.
Su adolescencia transcurre actuando como vocalista en los centros culturales españoles y en logias masónicas (a las cuales pertenecía su padre). La zarzuela y la comedia no tuvieron secretos para ella. A los 16 años debuta como actriz en el cine, alternando con la pareja cómica de Garrido y Piñero en Cuando las mujeres mandan. Posteriormente hace otro filme con ellos, Misión al norte de Seúl. Ambas películas fueron éxitos de taquilla y constituyeron el trampolín a través del cual dio el gran salto a la televisión. A la pequeña pantalla entra por la puerta grande, vía CMQ TV, la legendaria cadena cubana de los años anteriores a la revolución, la más adelantada de su tiempo en Latinoamérica y la primera que transmitió en color. Allí compartió con Germán Pinelli la animación del programa meridiano El Show de las 12, de enorme sintonía en la Cuba de entonces. Lo hizo tan bien, que la contratan para conducir, ya en horario nocturno, el Álbum Phillips, en el que también canta. Ya consolidada en el ámbito artístico cubano, complementa su actividad como vocalista y actriz cómica y dramática con la de locutora de comerciales. Por otra parte, su presencia se hace igualmente frecuente en numerosos espacios de radio.
Incursiona también en espectáculos teatrales de revista, algunos de ellos bajo la producción del legendario músico Ernesto Lecuona. Su siguiente meta fue el disco. Tras la fiebre creada por la película española El último cuplé, graba varias canciones de este género con la orquesta de Gerardo Timor.
Renacer en Venezuela
En 1952 actuó en Venezuela y ya había quedado prendada con nuestro país. Cuando regresó para quedarse en 1960, cosechó aquí grandes afectos, y entre ellos estuvo el inolvidable tenor Alfredo Sadel -al que había conocido en Cuba, donde él era un ídolo-, con quien cultivó una larga y estrecha relación de amistad.
Fueron casi cinco años los que Emilita Dago estuvo como cantante en Los Melódicos, pero su paso por la orquesta de Renato Capriles resultó tan contundente, que aún hoy se le recuerda. Los programas radiales especializados constantemente colocan sus éxitos con la agrupación -temas emblemáticos de su repertorio como Canuto, Que gente averiguá, Por un maní, El ladrón y El veneno de los hombres (a dúo con el gran Manolo Monterrey), entre muchos otros. Después de su feliz paso por Los Melódicos, organiza en 1965 su propia agrupación, Emilita Dago y su Combo Gigante, hasta que en 1970 se retira para radicarse, primero en Nueva York, y desde 1974 definitivamente en Miami. Hace un breve regreso en la década de los ochenta para reverdecer sus triunfos a través de La Grande, otra orquesta de Renato Capriles, hasta que hace un alto definitivo en sus actividades musicales para regresar a Miami y dedicarse a otros menesteres, como ejecutiva de una compañía encuestadora, hasta su retiro laboral.
Pero no sólo como cantante destacó en Venezuela. En rol de animadora, junto con el Musiú Lacavalerie, condujo el popular espacio de concursos de Venevisión Compre la orquesta, que se mantuvo varios años en el aire. También tuvo su propio programa de comedias, Emilita busca un novio, en el cual debutó, en el rol de su hermanito menor, un niño actor que con los años se convertiría en una gran estrella: Orlando Urdaneta.
Hoy, a sus 84 años, Emilita Dago vive una vida apacible en Miami. Por estos días se dedica a la promoción de su libro autobiográfico Entre tambores y castañuelas, del que se realizó una muy concurrida presentación en el Steinway Concert Hall de Coral Gables. Y con la confianza de que vendrán tiempos mejores para Venezuela (“Esta funesta dictadura está en su etapa agónica”, dice), aspira a venir para darlo a conocer aquí, y así “manifestarle mi eterno agradecimiento al país que me acogió en un momento crítico de mi vida y me trató como una venezolana más, con afecto y generosidad”.
Y nosotros esperamos que ese deseo se le cumpla a Emilita más temprano que tarde.
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