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Eloy Tizón: "El primer libro es para equivocarte"

Hace veinticinco años, Eloy Tizón publicó su primer libro Velocidad de los jardines, considerado por los críticos de El País como uno de los 100 libros españoles más interesantes. Nuevamente regresa a las librerías, esta vez con la editorial Páginas de Espuma: "Es un libro que respira por sus imperfecciones". Reconoce el autor español que le sorprende el cariño que los lectores aún le profesan a su obra.

  • Diario El Universal

03/04/2018 04:03 pm

DULCE MARÍA RAMOS
Especial para El Universal
Para Tizón el cuento representa un terreno de búsqueda, de experimento, de libertad: "No busco el cuento perfecto, prefiero que sea un cuento vivo". Explicó el autor, quien además ha publicado los libros de cuentos Técnicas de iluminación (2013) y Parpadeos (2006); y tres novelas: La voz cantante (2004), Labia (2001) y Seda salvaje (1995).
Un autor que solo necesita un cuarto silencioso y tiempo para dedicarse a su pasión: la escritura.
-Muchos autores se arrepienten de su primer libro, a veces niegan su existencia. 
-El primer libro es para equivocarte, para ser osado, para atreverte, luego hay que ver cómo el tiempo trata al libro. En mi caso es muy peculiar: el libro tuvo una buena acogida crítica y un número pequeño de lectores. Sin embargo, el libro, por su cuenta, ha hecho un camino subterráneo encontrando lectores que le han visto algo peculiar, no sé si ese cruce que tiene entre poesía y prosa, un libro muy diferente a lo que se hacía en España en ese momento, más dominado por el realismo. Son cuentos que van a contracorriente, el boca a boca le ha dado al libro una segunda oportunidad. La sensación que tiene la editorial y que tengo yo es que el libro sigue vivo.
-¿Cómo fue el proceso de relectura y revisión de Velocidad de los jardines? ¿Se reconoció como autor?
-Es un viaje en el tiempo, es extraño. En parte te reconoces, en parte te ves otro. Me reconcilié con la energía juvenil del escritor que con veinte y pocos años tenía una fe desmedida en la literatura. Uno tiene que vencer una doble tentación: convertir el libro en un fetiche y decir que esto es un objeto inamovible; y la tentación de decir ya no escribiría esto, lo cambiaría, que es traicionar al espíritu del momento en que se escribió.
-¿Cómo logró zafarse de ambas tentaciones?
-Opté por hacer una revisión muy cauta, solo he cambiado alguna palabra, algún signo de puntuación que ahora me molestaban.
-¿Dónde nació su amor por la literatura? 
-Viene de una fiebre lectora, de ser fanático de ciertos libros y autores, uno quiere emular en una escala más pequeña ese placer y el conocimiento que te ha dado los grandes libros.
-¿Se arrepintió de seguir con esa fiebre? 
-A mí me pasó al principio, escribía dentro de una familia y una situación social que no fomentaba la lectura. Escribir era una pasión privada, sin ningún estímulo exterior, uno es muy vulnerable, nadie te ha leído, no has pasado la prueba de una editorial y yo trabajaba en cosas que no tenía nada que ver con la literatura para mantenerme en la vida. En mi tiempo libre me dedicaba a escribir, era como una especie de sueño que tenía, que no sabía si encontraría el cauce porque requiere mucha energía, fe, nunca estás seguro si lo que estás haciendo vale la pena o no. Cuando viene la aprobación de varios editores, lectores, sientes que el grito que has lanzado tiene con un eco. El tener que luchar con esos contratiempos te da una fuerza interior que te reafirma tu vocación.
-Una vez conversando con José Ovejero, dijo que siempre los escritores deben explicar qué es un cuento, pero nunca qué es una novela.
-Siempre estamos obligados a luchar contra esos tópicos. Un cuento es una pequeña obra de arte. Es inútil esa explicación, no la necesitamos.
-En su caso, sus libros de cuentos han tenido mayor receptividad que sus novelas. 
-Yo pienso como un narrador, es verdad que mis cuentos han tenido una recepción más cálida que mis novelas y se han vendido un poco más. 
-A la par de la escritura, también da talleres.
-Yo llevo dando clases como catorce o quince años, ya los alumnos -que ahora han tenido una trayectoria literaria- venían con un talento. Se puede pulir el talento, orientar con lecturas. Decir que se puede enseñar a escribir es arrogante. 
 -Y finalmente, ¿cómo es la ventana por donde mira Eloy Tizón?
-Mi escritorio está frente a una ventana, veo todos los cambios que se producen en el cielo a lo largo del día. Es un buen horizonte para de vez en cuando dejar volar la vista y volver al folio siempre. Ese juego entre el cielo y el folio es metafórico.
@DulceMRamosR
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