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A control remoto

Se apagó la música en TV

Los musicales, que en otra época formaban parte del menú estelar de los canales, fueron extinguiéndose hasta desaparecer. Solo sobrevive, a duras penas, Sábado Sensacional

  • AQUILINO JOSÉ MATA

17/05/2019 01:00 am

Desde sus inicios, los canales comerciales contaban con shows por donde desfilaban cantantes de moda y emergentes, mientras que en el Canal 5 de la Televisora Nacional, propiedad del Estado, no faltaban tampoco producciones enfocadas principalmente en el ballet, los ritmos típicos y folklóricos de Venezuela y la música sinfónica o de cámara. Centrándonos en lo popular, recuerdo que en la desaparecida Televisa, el primer canal comercial que tuvo el país, el musical estrella era Carrusel, que conducía Luis Alfonso Cornieles, un animador que se identificaba como “su amigo cordial”, y realmente lo era. Cuando en 1960 surgió Venevisión, en la señal que ocupaba la ya desaparecida Televisa, con una oferta atractiva de espacios de diferentes géneros, una de sus cartas más fuertes se llamaba Show de Shows, que transmitían de lunes a viernes en la noche y que no rivalizaba con El Show de Renny, de su competidora, Radio Caracas Televisión, pues este se emitía al mediodía; sin duda, una hábil estrategia para no medirse con su conductor, Renny Ottolina, que era sinónimo de rating ganador. 

También en el canal de Bárcenas, mediando los años sesenta, en las tardes presentaban Club Musical, producido por Chelique Sarabia, programa juvenil donde dieron sus primeros pasos Los Supersónicos, Los Impala, Los Claners y una joven y prometedora estrella del rock and roll y el bossa nova llamada María Teresa Chacín. La gente joven era tomada muy en cuenta por las televisoras, a juzgar por la oferta imperante en ese momento. Los domingos por la tarde Venevisión tenía Ritmo y juventud, que al estilo del programa de Dick Clark en los Estados Unidos, hacía concursos de bailes con el pretexto de promocionar los éxitos juveniles de la época. Los conductores eran los hermanos Winston y Franklin Vallenilla, a quienes posteriormente se les unió un muchacho marabino que brilló desde su debut: Gilberto Correa. 

En el Canal 8, que entonces era privado y se llamaba Cadena Venezolana de Televisión, se transmitía un espacio similar los sábados llamado El Club del Clan que realmente marcó época. Allí se dieron a conocer Nancy Ramos, Trino Mora, los Darts y una simpatiquísima joven dominicana llamada Rosario Prieto, quien acompañaba a los hermanos José Hernández y Richard Herd en la animación. Para un público más heterogéneo, CVTV ofrecía La Gran Revista del Jueves, que se realizaba en vivo y con público en el estudio y conducía el gran Alfonso Álvarez Gallardo. 

Todavía no culminaba la década de los sesenta, cuando llegó de Argentina un formato de musical eminentemente popular: el maratónico sabatino. Primero fue Sábado espectacular, con el cual Amador Bendayán dio el salto a la animación vía Radio Caracas Televisión y se convirtió en el líder indiscutible de ese estilo de show, que combinaba las presentaciones de astros de la música con concursos donde participaba el público asistente. Tentado por Venevisión, Amador se fue a La Colina con su programa, que comenzó a llamarse Sábado Sensacional. En el canal 2, para sacarse el clavo, crearon un espacio con las mismas características, el mismo horario y día de emisión: Feria de la alegría, animado por Henry Altuve, asistido por Pedro Montes. Ambos programas tuvieron encarnizadas peleas por el rating. Para ello apelaban a recursos como “La batalla de las bombas”, enfrentando a Iris Chacón contra Yuyito, dos de las más populares vedettes sexys de la época, además del catálogo de cantantes nacionales e internacionales que formaban parte de su oferta semanal. 

A fines de los sesenta, llega Joaquín Riviera, exiliado de Cuba, para producir De fiesta con Venevisión, con Gilberto Correa en su mejor momento (¿lo recuerdan con el Topo Gigio?). Era un musical elegante, de actualidad, en el cual alternaban desde Mirla y Lila, hasta Héctor Cabrera, Las Cuatro Monedas y Mirtha Pérez, entre otras estrellas de la farándula vernácula, con atracciones foráneas de la talla de Raphael, Sandro, Charles Aznavour, Roberto Carlos, Ray Conniff, Donna Summer, la Pantoja, la Dúrcal y la Jurado, Sarita Montiel y Demi Roussos, por solo mencionar algunos. Por los lados del Canal 2, trataron de hacerle peso con musicales como Más estrellas que en el cielo (vaya forma de fusilarse el lema de la Metro Goldwin Mayer), pero no pudieron. 

Pero el gran aporte de Riviera al musical fue la elección de Miss Venezuela, un pretexto para diseñar desbordantes shows al estilo Broadway y Las Vegas, un afiebrado derroche de muchedumbres de bailarines, coristas, figurantes, estrellas de moda y, por supuesto, las misses, a las que enseñó a desenvolverse eficazmente entre aquella variopinta parafernalia. Más que un certamen de belleza, era una revista musical. Hoy día, realizado con modestísimos recursos, a merced de la crisis económica, lucha por seguir cautivando a su audiencia. 

Pero los musicales dejaron de tener interés para la TV. Dicen que dan pérdidas, que cuesta mucho producirlos y que no gozan de sintonía. Sólo sobrevive, a duras penas, Sábado Sensacional, devenido en un pastiche de concursos y desafortunadas copias de franquicias internacionales de canto y baile que lo han desnaturalizado. El musical televisivo no sólo está de capa caída, sino que sencillamente no existe. Qué lástima. 
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