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Marta Sanz: "La literatura y la ficción son verdad"

En su nueva novela, "Clavícula", la autora desmonta, a través de una mujer menopáusica, los estereotipos del feminismo

  • DULCE MARÍA RAMOS

30/09/2018 01:00 am

Marta Sanz es una de las voces españolas más relevantes de su generación. Su obra pasa por la novela negra, la poesía y la autoficción. Con Farándula obtuvo el Premio Herralde de Novela 2015. Su más reciente libro Clavícula expone la vida de una mujer en la menopausia, que si bien lleva una alta carga autobiografía, puede aludir a cualquier mujer que empieza a vivir una relación distinta con su cuerpo después de los cincuenta años. De ahí que Sanz no sienta ningún tipo de recelo con el género de la autoficción, ya que para ella la literatura en sí misma es verdad.

"La literatura construye la realidad, al mismo tiempo la realidad vuelve a la literatura. En las novelas que yo escribo, lo real, lo cotidiano, lo inmediato son muy importantes, pero también lo son las películas, los libros y todos esos estímulos culturales que metabolizamos y que en algunos casos me han llevado al extremo de decir que la ficción es verdad. ¿Por qué digo que la literatura y la ficción son verdad? Porque la ficción se vuelve cuerpo de lo que soy, de lo que pienso, de lo que espero, de lo que me frustra", expresa la autora, creadora del detective homosexual Arturo Zarco.

-Pronto regresa Zarco, ¿qué tan familiar ha sido la relación con su detective?
-Actualmente estoy escribiendo el tercer libro. Ha sido una relación no tan familiar, es un detective inspirado en un amigo, también en mis propios gustos literarios y cinematográficos. Cuando escribí Black, black, black, lo hice con la intención de crear una novela negra que fuera negra y a su vez crítica con las novelas negras. Sería incoherente que me eternizara en seguir dándole vueltas a estos personajes, no puedo crear una serie o una saga porque eso sería de algún modo incurrir en los mismos errores que yo les achaco a otros a la hora de comercializar demasiado sus textos o explotar demasiados personajes para ser complacientes con el lector.

-En los últimos años en el mercado editorial la novela negra se ha convertido en un fenómeno comercial.
-La novela negra en vez de explotar sus posibilidades de literatura de denuncia se ha convertido en un objeto de entretenimiento que lees para pasar una tarde. Es verdad que la literatura tiene que ser entretenida y seductora, pero al mismo tiempo -como decía Kafka- debe ser como el picahielos que rompe la corteza de un mar helado. Desde el punto de vista de la denuncia la novela negra tenía eso y lo perdió por hacerse excesivamente comercial y explotar sus lados más amables.

-Usted ha pasado de la ficción a la autoficción sin problema; sin embargo a algunos autores no les gusta habar de su vida personal y mucho menos incluirla en sus obras.
-La vida personal de los escritores siempre está por detrás de los libros que escribimos, otra cosa diferente es que nosotros queramos maquillar o poner distancia con esas peripecias que nos han ocurrido en la vida. Tenemos una visión muy reducida de lo que es la escritura autobiográfica, no es simplemente que una escritora diga que nació en Madrid en el año 1967 y tuvo veinte novios, o uno, o dos. Para mí la literatura es autobiográfica porque está reflejando nuestra manera de entender o no el mundo, está reflejando nuestras preguntas, nuestras inquietudes, nuestras preocupaciones. Por eso, nos ponemos las máscaras de la ficción para comunicarnos con los otros, a la vez que protegemos espacios de nuestra intimidad que posiblemente son inviolables. En mi caso, soy bastante impúdica, utilizo espacios de mi vida familiar y cotidiana sin ningún problema, porque además creo que el pudor de los escritores está relacionado con buscar las mejores palabras para contar las historias que uno quiere contar sin pervertirse, escribiendo lo que realmente quieres escribir y no lo que otros te piden que escribas.

-En su más reciente libro, Clavícula, es una muestra de esa autoficción una mujer enfrentada a la menopausia.
-Las mujeres tenemos que intentar lograr que nuestras diferencias no sean desventajas y evitar ser permanentemente juzgadas. Lo que yo busco es eliminar esos estereotipos que solo sirven para insultarnos o para convertirnos en consumidoras de algo que aparentemente necesitamos. Esa era la idea de utilizar el tema de la menopausia en Clavícula, yo elijo iluminar a una mujer, que en este caso soy yo, en su etapa menos fotogénica.

-¿Podría decirse que Amor fou fue un punto de quiebre en su carrera literaria?
-Justo cuando pasó ese hecho traumático con Amor fou estaba en un tramo intermedio; es decir, ni era una escritora consagrada ni era una escritora principiante, era una escritora que tenía seis novelas a las espaldas y todavía no había dado el salto. Cuando eso ocurre parece que los editores perdieran la fe. Por otra parte, era una novela que estaba hablando de una serie de estados de la historia de la política española para los que no estamos preparados.

-Se estima que en el año 2186, las mujeres alcanzarán totalmente la igualdad de género con los hombres, ¿cuál es su percepción del feminismo hoy?
-Hay mucha gente que tiene una visión del feminismo muy estrecha, muy estereotipada y muy equivocada. También hay mucha gente que considera que el feminismo es lo contrario del machismo y eso es absolutamente mentira. El machismo es una enfermedad cultural, política y social que es el resultado de una desigualdad perpetuada a lo largo de los siglos, que hemos normalizado. Por su parte, el feminismo es un discurso corrector, es una manera de intentar corregir todos esos comportamientos cotidianos. El día en que las mujeres hagamos autocrítica a nuestros propios machismos, y el día que los hombres se den cuentan que ser feminista no es malo -incluso ellos pueden ser feministas- creo que habremos logrado muchísimas cosas. No sé en qué año sucederá, pero poquito a poco vamos dando pasos importantes.

-En los últimos años las escritoras han tenido mucha presencia en el ámbito literario español.
-Esa presencia se debe a la evolución de la sociedad en su conjunto y a la toma de conciencia de que no solo los escritores varones están en posición de las polifonías del mundo, de la conciencia de que una escritora mujer puede hablar de temas relacionados con las mujeres porque los ha vivido, los ha sentido y porque le afectan; y que al mismo tiempo también puedes meterte en la camisa o en el pellejo de un narrador hombre y ser tan competente y tan eficaz como un escritor varón. Yo me alegro mucho cuando veo a Almudena Grandes o a Rosa Montero, también cuando veo a escritoras más jóvenes que yo que son fabulosas y no por el hecho de ser mujeres.

-Y finalmente, ¿cómo es la ventana por donde mira Marta Sanz?
-Es una ventana que está tapada por una cortina muy delgada, de color rosa fucsia, lo cual resulta muy paradójico porque mis textos no son nada rosa. Y a través de ese velo veo a mis vecinos, los balcones del barrio Malasaña de Madrid, veo los tejados, un pedazo de cielo y los pájaros.
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